Al que le quepa el sayo, que se lo ponga
Octubre que me encuentra en Argentina, finalmente me veo cara a cara con las luchas en las que vengo involucrándome de manera virtual, siempre atenta a cómo poder ayudar a distancia, preocupada por las políticas de gobierno que están desmembrando sistemáticamente a nuestra sociedad. Hoy quisiera dedicarle ésta columna a la lucha de lxs trabajadorxs del que hasta hace muy pocas semanas era el Museo Nacional de la Historia del Traje, un espacio que para mí representa la protección de la memoria nacional en el vestuario argentino.
La historia de esta lucha (que aún sigue vigente) se desarrolló durante todo el mes. En los primeros días, luego de que fuera publicado el decreto que dispuso el cierre del museo, lxs trabajadorxs se organizaron y, desde una cuenta asociada y preexistente con la que contaban —muy pronto les sacaron el acceso a su cuenta oficial—, comunicaron y pidieron apoyo a la comunidad para impedir el cierre. Desde aquel momento, se adentraron en un estado constante de incertidumbre al que resistieron, teniendo que, a su vez, desmentir los datos falsos que el Gobierno utilizó en sus comunicados y discursos para justificar la decisión intempestiva.
Hubo una instancia en el desarrollo de este proceso que incluso implicó la posible pérdida del acervo entero del Museo. Lxs trabajadorxs unidxs y recibiendo el apoyo de distintxs artistas, diseñadorxs y actorxs (entre otrxs) fueron quienes lograron que actualmente las más de 9.000 piezas de indumentaria (que datan desde el siglo XVIII hasta el día de hoy), la bibliografía, fotografías y cada uno de los objetos catalogados, se conserven bajo el nombre de “colección”, y puedan así, al menos, continuar siendo preservados de una manera profesional y abierta al público, siendo anexo del Museo Histórico Nacional.
No dejo de ver el desinterés por nuestra propia cultura y cómo cada cierre de espacios históricos y al servicio de la comunidad es un nuevo golpe, tanto hacia el propio sector como hacia sectores que, por contexto, también se ven afectados. En este caso, el cierre del Museo Nacional de la Historia del Traje deja sin una cierta estructura de formación a estudiantes de carreras universitarias y diplomaturas que se relacionan con el mundo de la indumentaria. No hay un golpe que no resuene.
Como históricamente hicieron y hacen lxs estudiantes al tomar las escuelas y universidades, lxs trabajdorxs del Museo Nacional del Traje tuvieron clara su conexión con su espacio desde el día uno: desde adentro, unifican sus actividades culturales en agenda con la más amorosa resistencia.
Sumate a su lucha a través de su cuenta de Instagram y en X (@apoyoMHT), y asistiendo a las distintas acciones que continúan organizando.
MBC/SN/DTC
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