El libre mercado es el gran mantra que repite Javier Milei en cada una de sus apariciones. Es la tabla de salvación de la Argentina. El remedio a todos los problemas, de la inflación desbocada a la inseguridad. La libertad para comerciar sin reglas ni trabas —y no el orden, aunque la lógica indica lo contrario, porque sin orden no hay libertad— es el corazón del programa del candidato de la Libertad Avanza.
Es, además, y así lo identifican muchos de sus votantes, la idea de que por fin alguien va a hacer en Argentina lo que se hace en otras partes del mundo (a Estados Unidos, Canadá y Europa supongo que se refieren). Me remito como prueba más reciente a una entrevista que Ernesto Tenembaum le realizó a un chico de unos veinte años esta semana para que explicara por qué votó a Milei. Y la respuesta comenzó, justamente, con esa idea:
—Me da la impresión de que Milei propone hacer lo que se hace en el mundo…
—¿Y qué sería lo que se hace en el mundo?
—Libre mercado y…, más que nada eso, libre mercado.
El panorama está claro entonces para el candidato y para sus votantes, pero lo que sucedió esta semana con los saludos internacionales que recibió Milei por su triunfo parecen llevar el tema a una discusión no saldada aún; a menos que el líder de la Libertad Avanza ya lo tenga decidido, y no se lo haya comunicado a sus aliados europeos.
Comienzo por los saludos.
El día después de los comicios que lideró Milei, uno de los capos del partido Fratelli d'Italia, de la primera ministra Giorgia Meloni, emitió un comunicado que rezaba: “Señales alentadoras desde Sudamérica. En las primarias para las próximas elecciones presidenciales argentinas, gran resultado de la boleta liberal-conservadora de Javier Milei”.
Durante el mismo día, el dueño de la marca Vox, el partido reaccionario de España, Santiago Abascal, también saludó a Milei y le dio su “enhorabuena” a nuestro país, rematando el mensaje con la frase: “El pueblo quiere libertad”. No era la primera vez que se palmeaban el hombro mutuamente. Los alaridos intelectualoides de Milei ya habían compartido escenario con la retórica viril de Abascal en más de una ciudad española.
Por cierto, Abascal y su colega italiana, Meloni, también compartieron escenario. La primera ministra de Italia tuvo la deferencia de poner en pausa los polvorines de la política romana para grabar un video que se emitió en un acto electoral de Vox hace un mes en la ciudad de Valencia. Para presentarla, Abascal proclamó entre babas: “Defiende su patria y la libertad de sus compatriotas. Giorgia, eres un ejemplo para todos nosotros”.
Hasta allí, todo parece normal. Sin embargo, escarbando en las noticias internacionales, uno puede encontrarse con una entrevista que la propia Meloni brindó a Fox News durante su viaje de Estado a la Casa Blanca los últimos días de julio.
La líder de Fratelli d'Italia dijo en la gran pantalla trumpista: “Durante la última cita del G7 estuvimos conversando sobre temas muy importantes…, los errores que cometimos con la globalización”. “Pensamos que el libre comercio sin reglas resolvería nuestros problemas, repartiría la riqueza y democratizaría países con sistemas menos democráticos que los nuestros, sin embargo, no sucedió”.
Si este primer pasaje puede helarle la sangre a un joven liberal votante de Milei, veamos cómo siguió Meloni: “Lo segundo que nos pasó es que sistemas que no eran democráticos —en el plano institucional— ganaron espacio en el mundo, y ahora son más fuertes, y nosotros más débiles, debido a que no controlamos nuestras cadenas de suministros. Lo que debemos hacer es repensar estos tiempos y entender que, en temas estratégicos, no podemos dejar que las cosas sucedan”.
Máxima confusión, exclamaría el streamer Tomás Rebord. Sin embargo, hay más. El tercer aliado más importante de Abascal y Meloni en Europa, es el primer ministro de Hungría, Víctor Orbán, con quien ambos también compartieron escenario en una acto de Vox.
Contrario al movimiento de personas —gran fenómeno liberal si los hay en la historia universal—, sobre todo de msulmanes, Orbán es también defensor de la familia tradicional de corte cristiano, y uno de los pocos abogados de Putin en la Unión Europea. Una de las últimas polémicas por su forma de gobernar, generó un Editorial de El País cuya bajada advertía: “El avance del Gobierno ultraconservador de Hungría hacia el iliberalismo alcanza a los docentes como sector crítico”. En pocas palabras, el líder húngaro podrá ser muchas cosas menos un gran liberal.
En suma, y retomando la declaración de Meloni sobre el fracaso del libre comercio, las amistades de Milei con Abascal y la larga sombra de Orbán, surgen algunas preguntas: ¿Comulga Milei con las ideas de Meloni, Abascal y Orbán? ¿Piensa también que el libre comercio fracasó o, acaso, cree ser su principal redentor desde los confines de Sudamérica? ¿Pensará que el Estado argentino debe actuar sobre las cadenas de suministros estratégicas o desentenderse, como dijo que haría, con el Conicet? ¿Está más cerca de la democracia de Estados Unidos o del dirigismo del PC Chino, al que Meloni ve en la curva ascendente? ¿Hasta dónde avanza la libertad? En caso de avanzar, ¿con quién lo haría, quiénes serías sus amigos en el concierto internacional?
Por respeto a la fe de los militantes liberales de nuestros país, alguien por favor tenga la decencia de responderlo.