Opinión

Milei y los CEOs tech: una invitación en blanco

29 de mayo de 2024 06:38 h

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Desde que los CEOs de las empresas tecnológicas son personas tan gravitantes en el poder mundial, a la dirigencia política argentina le interesa reunirse con ellos. Los dueños de internet hoy son dueños de empresas que, en términos de capital e influencia son incluso más importantes que los presidentes de muchas naciones. 

Javier Milei no es el primero que se ve seducido ante la magia de la tecnología y sus augurios de progreso. Cristina Kirchner, se mostró sonriente en la inauguración de la sede de Facebook en el 2015 y luego se reunió con su CEO, Mark Zuckerberg, ese mismo año durante una cumbre de las Américas en Panamá. Durante su gobierno, Mauricio Macri ocupó gran parte de su agenda internacional con encuentros con representantes de empresas tecnológicas: a los 45 días de asumir, viajó al Foro Económico de Davos y conversó con los líderes de Google, Facebook y Microsoft. Alberto Fernández también mantuvo varios encuentros con representantes de Google, dentro y fuera del país. 

Sin embargo, la cantidad de encuentros con referentes tecnológicos (por ejemplo, con el CEO de Tesla Elon Musk) en apenas seis meses de gobierno y las promesas que el Presidente plantea, permiten pensar que no se trate solamente de la vieja seducción de la tecnología, sino de algo más. Milei propone que, en un momento global de salto en el desarrollo de las tecnologías de la inteligencia artificial, la Argentina se convierta en un polo de atracción de inversiones para empresas como OpenAI de Sam Altman o grandes corporaciones que incorporan sus desarrollos, como Google, Meta o Apple.

Ahora bien. El mundo, con Europa a la cabeza, está en un proceso de regular la inteligencia artificial. Como parte de este “momento regulatorio”, hace menos de una semana el Consejo de Europa adoptó el primer tratado internacional sobre inteligencia artificial, abierto a todos los países del mundo, no sólo los europeos. Este marco, entre otras cosas, establece reglas para cada instancia del desarrollo de la inteligencia artificial. Es decir, que si vamos a desarrollar cualquier solución, innovación o vamos a agregar IA en algo previo, tenemos que tener en cuenta que no sea nocivo para las personas y sus derechos. También, por ejemplo, señala que hay tecnologías muy riesgosas que por ahora es mejor no adoptar (por ejemplo, las tecnologías de reconocimiento facial por ahora genera más errores que soluciones). Pero esta ley no es la única: hay más de 600 en el mundo, entre ellas de organizaciones como UNESCO, la OCDE, etc. Y no sólo en Europa. En Estados Unidos, Joe Biden se pronunció a favor de regular los desarrollos de la inteligencia artificial para que no se conviertan en una amenaza para el bien común y para los derechos humanos. Hacia ahí está yendo el mundo.

Las empresas que visitó Milei, y sus CEOs en particular, están de acuerdo con estas regulaciones. O al menos dicen estarlo porque ya no está bien visto (sobre todo después de Cambridge Analítica en 2016) para las empresas de tecnología no cooperar con otros actores, entre ellos los gobiernos y las organizaciones internacionales, en el respeto de los derechos humanos. Dos ejemplos. El 17 de mayo renunció Jan Leike, el jefe encargado de cumplir los estándares éticos de OpenAI, alegando diferencias con el CEO Sam Altman y diciendo que “construir máquinas más inteligentes que los humanos es una tarea intrínsecamente peligrosa. OpenAI asume una enorme responsabilidad en nombre de toda la humanidad”. Fue un escándalo. Estos días se conoció que el consejo asesor de Mark Zuckerberg en inteligencia artificial estaba compuesto solamente de hombres blancos. Otro escándalo. Sabemos que las tecnologías de reconocimiento facial tienen sesgos gravísimos en contra de las mujeres y las personas racializadas. Por ejemplo, el 96% de los deepfakes se construyen sobre imágenes de mujeres, generando ataques contra ellas y viralizando imágenes no consentidas. 

¿El Presidente estará al tanto de estas cosas? ¿Cuál es la propuesta para venir a la Argentina? ¿Les habrá dicho que vengan aquí a desarrollar inteligencia artificial respetando estas regulaciones que el mundo, en su conjunto, propone, para el bien común? ¿O, al contrario, hizo una propuesta de carta blanca?

El presidente se reunió finalmente este jueves con el CEO de Meta y creador de la red social FacebookMark Zuckerberg, a quien le propuso mirar a la Argentina como un futuro polo de innovación tecnológica.

Si el planteo de Milei es atraer inversiones y puestos de trabajo, tocará evaluar las condiciones. En caso de que sean beneficiosas para la producción nacional, serán bienvenidas. Sin embargo, si el planteo a los CEOs de las tecnológicas es que vengan a desarrollar alguna parte de sus compañías sin restricciones o a no cumplir los estándares internacionales, tal vez estemos metiéndonos en problemas. La Argentina es parte de muchas de las organizaciones internacionales que promueven los principios de derechos humanos para las tecnologías. En algunos casos, fue firmante de ellos. 

Por otro lado, sería interesante entender cuál es la propuesta a estas empresas respecto de la tributación local. ¿Qué régimen les aplicará? Sabemos que algunas de las grandes empresas tecnológicas tienen esquemas de tributación dobles, con los cuales pagan una parte de los impuestos a nivel local y luego eluden otra parte a través de esquemas financieros complejos. 

Finalmente, tiene razón Milei cuando dice que tenemos buenos recursos humanos formados en programación, ciencias duras, e incluso sociales (también necesarias para la IA). Por cierto, gran parte de ellos fueron formados en la universidad pública que este Gobierno está desfinanciado. Si queremos seguir teniendo estos recursos disponibles, ¿el Gobierno mejorará los recursos todavía en negociación en las universidades, especialmente los de los docentes, que aún parecen no discutirse? 

Natalia Zuazo es especialista en política y tecnología. Directora de Salto Agencia.