Panorama Político

El peronismo encuentra al intérprete para una era de violento terraplanismo: Guillermo Moreno

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Javier Milei debió esperar un octavo de su mandato presidencial para ver sancionada su primera ley relevante.

Bien leídos, los seis meses transcurridos desde la presentación del proyecto Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos hablan más de un trámite exprés que de un pantano de negociaciones. La norma camufla decenas de leyes de muy diversa índole. Tratadas como corresponde, habrían insumido un debate político y técnico de un alcance mucho mayor. El tiempo cobrará caro la celeridad del Topo

Aunque el texto sancionado no satisfizo al paladar negro de Rodrigo de Loredo —el jefe del bloque de la UCR pretendía insistir con la draconiana versión original de Diputados—, significa un hito insoslayable para la ultraderecha libertaria que administra el país.

Un amplio arco boga por elogiar la “capacidad política” del Presidente para avanzar con la ley desde una posición muy minoritaria en ambas cámaras. El reconocimiento requiere una dosis exacerbada de buena onda. A los bloques de La Libertad Avanza, que representan 10% de las bancas en el Senado y 15% en Diputados, se suman los del PRO, que actúan como oficialismo automático, y sobre ellos se monta el cúmulo de abnegados, confundidos y vendidos que se atribuyen el papel de “darle las herramientas” a un Presidente que los trata de “ratas” y “degenerados fiscales”. Capacidad negociadora y patética liquidez política no tienen el mismo significado. 

¿Cuál es la mano oculta que mueve los hilos del consenso en la Argentina? 

Milei cuenta con las fuerzas del cielo y las del subsuelo geológico capaces de mover montañas y hacer designar a embajadores en la UNESCO en aras de eximirse del pago de decenas o cientos de millones de dólares en impuestos, mientras son controladas por un Estado desmantelado. 

Capacidad negociadora y patética liquidez política no tienen el mismo significado

La malaya Petronas e YPF habían hecho público que encabezarían un proyecto de inversión de US$10.000 millones para la exportación de gas natural licuado (GNL), bajo condiciones mucho menos dadivosas que las consagradas en la ley Bases, negociadas durante dos años con el Gobierno de Alberto Fernández. Ahora, la industria de petróleo y gas llevará a cabo el mismo plan, y su lucro excedente a costa del Estado será solventado por el IVA en los alimentos o rebajas en las jubilaciones y los sueldos docentes. El Topo. 

Tan poderosas resultan las fuerzas del cielo y del subsuelo, que sus abogados corporativos redactan las leyes y cuentan con la prerrogativa de transitar pasillos oficiales como dueños de casa, mientras entretenedores de los medios transmiten sumisamente los informes de formato “me dicen” que les pasan vía whatsapp desde un despacho estatal. 

Cabe razonar que resulta más accesible para Milei congregar voluntades para pegar un hachazo regresivo que lo que costaría a Myriam Bregman convencer a diputados y senadores cordobesistas, misioneristas, salteñistas, rionegristas y neuquinistas sobre la necesidad de asumir la propiedad colectiva de los recursos naturales

Ahora, la industria de petróleo y gas llevará a cabo el mismo plan, y su lucro excedente a costa del Estado será solventado por el IVA en los alimentos o rebajas en las jubilaciones y los sueldos docentes. El Topo en acción

Cables cruzados

En el plano de los gravámenes, el Congreso aprobó la reinstauración de Ganancias (altos ingresos personales), la cuasi extinción de Bienes Personales (riqueza o patrimonio) y el citado cúmulo de beneficios extraordinarios bajo el Régimen Impositivo para las (no tan) Grandes Inversiones (RIGI). 

Un tamiz mínimamente coherente ante esos tres ejes supondría que el peronismo y la izquierda se opondrían a la reducción de Bienes Personales y denunciarían los beneficios desmesurados del RIGI. De hecho, ocurrió. 

La mátrix se torció a la hora de expedirse sobre Ganancias. Resulta que los bloques verdaderamente opositores se pusieron firmes para no privilegiar a los poseedores de riqueza que pagan Bienes Personales, pero entendieron que el gravamen que afectará a cerca del 7% de los asalariados registrados con mayores ingresos constituye “un hachazo a los laburantes”.

Las identidades del millón de empleados de altos ingresos y los pagadores del impuesto al patrimonio tienden a coincidir, además de que el impacto de Ganancias en las arcas fiscales se neutraliza en gran medida con la baja de Bienes Personales. El eslogan “el salario no es ganancia” dejó tildada la posibilidad de la coherencia.

Un Gobierno perforado por intereses oscuros y dogmático hasta la médula ultraderechista lleva adelante una reforma de Ganancias progresiva que deja a contramano a la oposición de Unión por la Patria y la izquierda

Empujado por el objetivo del equilibrio fiscal y el paradigma del FMI y la OCDE —keynesianos ante el mediopelo político argentino en este ítem—, un Gobierno perforado por intereses oscuros y dogmático hasta la médula ultraderechista lleva adelante una reforma de Ganancias progresiva que deja a contramano a la oposición de Unión por la Patria y la izquierda.

A la hora de argumentar, varios exponentes de esos bloques opositores parecen ni siquiera entender quién y cuánto se paga de Ganancias. El proyecto del efímero redistribucionista Luis Caputo, aun con la incorporación de 800.000 trabajadores en el universo de gravados bajo un esquema más escalonado que el que existía hasta la derogación en septiembre pasado, establece pisos salariales que duplican o triplican a los establecidos en países desarrollados de Europa, donde el impuesto a las Ganancias es abonado por más de la mitad de los trabajadores con tasas mucho más altas. Alberto Fernández todavía cree que la precipitada eliminación del impuesto a los altos ingresos orquestada por Massa al fragor de la campaña electoral, sin hacerse cargo siquiera de cómo se cubriría el agujero fiscal, fue una despedida virtuosa de sus cuatro años en Casa Rosada.

Hasta allí llega la “responsabilidad fiscal” de los bloques oficialistas y semioficialista. Los liberales argentinos vuelven a su cauce original, prorricos por definición, para dar explicaciones sobre la necesidad de gravar el flujo de ingresos y no el “stock” de patrimonio alcanzado: propiedades, estancias, yates, autos y depósitos. Sin noción de los límites del saber, los economistas se arrogan facultades de constitucionalistas para denunciar una doble imposición sobre los afortunados con tristeza y ansiedad evasora. 

Tiene la palabra el diputado Máximo Kirchner

Desacostumbrado a hacer uso de la palabra, Máximo Kirchner intervino en el debate por la sanción de la ley ómnibus. Hizo mención a que el proyecto de GNL elaborado por el Gobierno de Alberto Fernández concedía beneficios más razonables a las grandes inversiones, que ya habían sido aceptados por las empresas interesadas. Se privó de recordar que esa norma impulsada por Sergio Massa, así como otra previa diseñada por Martín Guzmán, quedaron empantanadas en el Senado a instancias de Cristina, su madre. 

Kirchner demoró menos de un minuto en ponerse como ejemplo por lo que considera su mayor hito: haberse transformado en opositor del Gobierno cuya bancada en Diputados presidía a la hora de tratar en marzo de 2022 la renegociación del préstamo por US$44.500 millones otorgado por el FMI a Macri.

En sus nueve minutos en Diputados, Máximo Kirchner se ocupó de defender las excursiones del Presidente para recibir premios de cartón y pretendió dar una pátina de normalidad a la relación de Milei con sus perros y el espíritu de un quinto

El diputado bonaerense demostró que se guarda los estiletazos más filosos para sus rivales internos. Con los hermanos Milei, se exhibe capaz de regular el freno de mano. En los nueve minutos de discurso en Diputados, Máximo se ocupó de defender las excursiones del Presidente para recibir premios de cartón —“no soy sommelier de viajes”— y pretendió dar una pátina de normalidad a la relación de Milei con sus perros y el espíritu de un quinto —“la mayoría de los argentinos quieren a sus mascotas, lógico”—.   

Un dirigente del peronismo bonaerense describe esa actitud. “Está claro que hay un vínculo y una retribución de favores, evidentemente. No es Máximo una persona generosa con sus adversarios, todo lo contrario. Son situaciones extrañas”.

La actitud de los Kirchner tiene un correlato en el choque táctico con Axel Kicillof. El gobernador bonaerense entiende que debe erigirse como opositor en todos los planos ante un proyecto ultra al que considera peligroso. La ex vicepresidenta y La Cámpora, en coincidencia con Massa, estiman que no es tiempo de confrontar.

“El planteo es muy simple. Hay que ser oficialista y bancar a la figura de Axel en Provincia, y opositor en la Nación”, resume el peronista bonaerense. 

La disputa entre La Cámpora y el kicillofismo aumentó los decibeles en las últimas semanas. En La Plata entienden que se llegó a un punto en que la organización de Máximo Kirchner no tiene margen para apuntar abiertamente al gobernador, por el costo que depararía. “Un narcisismo sin solución los lleva a cometer muchos errores y a crear una realidad paralela. Les queda hacer quilombo, pero están obligados a no confrontar directamente con Axel”, razona el dirigente peronista. 

Facturas pendientes

En ese marco, ambos bandos se computan incursiones en territorio ajeno, algo al parecer prohibido en la política peronista.

Los camporistas Mayra Mendoza y Julián Álvarez, respectivos intendentes de Quilmes y Lanús, consideran inadmisible que su par de Avellaneda, Jorge Ferraresi, haya encabezado encuentros y disparado munición retórica gruesa en sus municipios. En el lado de Kicillof, recuerdan el desplante de Mendoza y Cristina al gobernador en el acto para la inauguración de un complejo deportivo en Quilmes, el 27 de abril pasado, y otras excursiones de Máximo Kirchner y sus allegados en Avellaneda, sin darle aviso al alcalde. 

Nada es del todo nítido en el peronismo. La postulación del juez turbio Ariel Lijo para la Corte Suprema es señalada como un síntoma del acuerdo entre los Kirchner y los Milei. Pero Ferraresi fue el impulsor del increíble honor otorgado a Lijo como “ciudadano ilustre· de Avellaneda, aprobado junto a los concejales de La Libertad Avanza. ”Axel tiene cero que ver con eso“, aclara el peronista citado. 

El Edificio Barolo se marchita

No habría motivos para que Guillermo Moreno salga de los márgenes políticos en los que lo ubicaron las urnas. Por lo visto hasta ahora, su capital electoral tiende a cero

Un daño mayor debería ser inhabilitante para la proyección del exsecretario de Comercio: la falsificación de la estadística de inflación durante al menos cinco años. Además de los perjuicios directos que genera una estrategia basada en la burda mentira de ubicar el alza de precios en un cuarto de su valor real, la intervención de Moreno en el Instituto Nacional de Estadística y Censos —fomentada por los Kirchner— lastró la autoridad de ese proyecto político en temas cruciales, como redistribución, pobreza e indigencia, rubros en los que los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner tenían métricas reales para enarbolar.

Moreno incurre, además, en un estilo brusco por default. Quedó comprobado en la acción de patotas en las oficinas del INDEC y en numerosos actos públicos del secretario de Comercio. Su actitud pendenciera ornamentada por sedimentos nacionalistas católicos es consustancial en sus participaciones en varios streamings y en los medios del Grupo Indalo, desde donde emite cama adentro. 

La omnipresente estridencia, el indudable carisma, la violencia siempre latente y la impresión genuina de sus arrebatos dibujan un perfil que enlaza con el de Milei. 

Su actitud pendenciera ornamentada por sedimentos nacionalistas católicos es consustancial en sus participaciones en varios streamings y en los medios del Grupo Indalo, desde donde emite cama adentro

Desde ese vértice, el exsecretario de Comercio se otorga legitimidad para articular “un programa peronista”. Mucho más elocuente del estado de la política es que gran parte del “movimiento” le reconoce un rol para ese objetivo. 

Moreno convocó a economistas de referentes del peronismo a una cita en el segundo piso del Palacio Barolo, el jueves pasado. La reunión no valió tanto por el intercambio y el documento “Plan económico peronista”, sino por la foto. 

Sergio Massa, supuestamente ubicado lejos de las ideas de Moreno, envió una misión de alto rango: el exsecretario de Industria y Desarrollo Productivo José Ignacio de Mendiguren, su par de Finanzas Eduardo Setti y el titular del Frente Renovador en la Ciudad de Buenos Aires, Juan José Tufaro, entre otros. Todos ellos tomaron la palabra. También dijo presente Federico Pellegrini, asesor en el Banco Provincia de Sebastián Galmarini, cuñado de Massa.   

El excandidato presidencial de Unión por la Patria parece transitar un período de indecisión. Postergó ya varias veces la presentación de su libro sobre su experiencia en Economía y la fundación que agrupa a sus técnicos tampoco termina de asomar la cabeza, mientras alterna expresiones críticas hacia Milei con silencios inexplicables y la continuidad en cargos clave de varios funcionarios que lo acompañaron en el Palacio de Hacienda. Sobre todo, la mayor duda que asoma en Massa es sobre seguir en política o dedicarse a las lucrativas finanzas internacionales.

Sin arriesgar definiciones, los hombres de Massa transmitieron su disposición a escuchar y a debatir “un proyecto de país”. Los esbozos del documento corrieron a cargo del propio Moreno y el exsecretario de Comercio y empresario Pablo Challú.

El texto, un compendio de vaguedades, algunas buenas intenciones y otras no tanto, actuó como un diagnóstico exculpatorio de todos los presentes de cualquier responsabilidad de la economía tormentosa de la última década y media. Los dardos quedaron para Martín Guzmán, excluido de la convocatoria.

Ocupado en el debate por la ley Bases, el diputado y economista Itai Hagman no pudo representar a Juan Grabois y fue reemplazado por el académico Pablo Wahren. También en Patria Grande marcan distancias del convocante, pero ficharon “porque si todos van, no tiene sentido no ir, y nos parece bien que haya un espacio de debate”.

Miguel Ángel Pichetto, excandidato a vicepresidente de Mauricio Macri y crucial en la versión de la ley Bases que acaba de ser aprobada, delegó el espacio que le tocaba en su hijo, Juan Manuel Pichetto. Además, hubo sillas para sindicatos y otras entidades. 

Ni Julia Strada ni Hernán Letcher, los economistas de más audiencia entre los cercanos a Cristina, participaron del encuentro. Tampoco lo hicieron Nicolás Cevela, Paula Español ni Cecilia Fernández Bugna, con terminales en Máximo Kirchner o Wado de Pedro. El espacio panmaximista se vio representado por Santiago Fraschina, docente en la Universidad de Avellaneda y directivo del Banco Provincia. 

'Axel acumula en otro lado, no necesita esa foto'

Esa misión discreta del maximismo fue leída con decepción por los convocantes. En el caso de Kicillof, “más que de segunda, mandó a una cuarta línea”, evaluó uno de los participantes del encuentro. 

La referencia fue para la presencia de Roberto Feletti, no porque el economista carezca de recorrido, sino por su grado de real representatividad del gobernador bonaerense. 

Si algo le sobra a Kicillof en su entorno más próximo, denostado por Moreno como “progre” o “de matriz marxista”, son economistas (Pablo López, Augusto Costa, Agustín Alvarez, Christian Girard, Javier Rodríguez, Juan Cuattromo, todos miembros de su gabinete).

En La Plata explican que la aceptación de la convocatoria obedeció a la intención de “no dar pasto” a Moreno para que profundizara sus cuestionamientos habituales y señalara a Kicillof como esquivo a la unidad.

Roberto (Feletti) es un jugador con peso propio. Axel acumula en otro lado, no necesita esa foto”, explican. 

El medio camino del gobernador bonaerense entre ensayar verdaderamente otras partituras y someterse a esquemas agotados, con dirigentes cuyo diálogo con la sociedad está quebrado hace tiempo, marca los límites de su proyecto. De su capacidad para superarlos depende su futuro político. 

No podía faltar Sergio Berni en la cita en el edificio sobre Avenida de Mayo. No es economista, pero fue igual. El médico-militar quiere tener a Patricia Bullrich y a Victoria Villarruel en su equipo. 

El desvarío es total.

SL/DTC