OPINION

La política exterior de Milei: errores estratégicos y riesgo para el interés nacional

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Pasó poco más de un mes desde el inicio de la gestión del gobierno del presidente Javier Milei y, mientras avanzan las medidas para desregular la economía, la devaluación del 120% de la moneda, la consecuente suba generalizada de precios, la convocatoria al paro nacional -primera vez desde la vuelta de la democracia que se convoca en el mes de enero-, y los debates en el Congreso de la Nación por la Ley ómnibus, parecen haber pasado años.

Con la premisa de que toda política rectora debe tener directiva y posicionamientos estratégicos, propongo analizar algunos asuntos de la política exterior del gobierno.

Dejó de ser novedoso que el mundo transita una serie de crisis interconectadas cuyos efectos impactan significativamente en la vida cotidiana de millones de personas. Éstas crisis se manifiestan en las democracias -en sus instituciones y representantes-, en el acceso a las energías y sus costos, en las migraciones forzadas y los refugiados, en el clima, en la producción y distribución de alimentos, en la salud, en la inflación, en el multilateralismo, en los sistemas financieros y en las deudas. Es un mundo en disputa y ciertamente tensionado: en los últimos años se llegaron a registrar 32 conflictos armados inter o intraestatales de distintas intensidades en diversos puntos del globo.   

La Argentina está inserta en este mundo y nos impactan sus consecuencias. La política exterior de la nación sostiene pilares que trascienden a gobiernos de turno como la no intervención en los asuntos internos de terceros países; el reclamo por el ejercicio de la soberanía de las Islas Malvinas; el apoyo al multilateralismo; y la defensa por los derechos humanos. Incluso en algunos de estos campos ha propiciado doctrina. 

Nuestro país cuenta con un sin número de capacidades concretas y potencialidades que lo hacen único. Es el octavo más grande del mundo en cuanto a su extensión territorial. Tiene recursos estratégicos como petróleo, gas, litio, capacidad para producir alimentos, reservorios de agua dulce, una hidrovía privilegiada, y una costa marítima de 5.000 kilómetros de longitud; además de características propias como su biodiversidad, distintos climas, tierras cultivables y variedad geográfica. Es una potencia media con baja densidad poblacional donde hay y se produce mucho de lo que es demandado por el resto del mundo.  

Dentro de sus principales socios comerciales se encuentran la República Federativa de Brasil, la República Popular China, los Estados Unidos de América, la República de la India, la República del Paraguay, la República de Chile y la República Socialista de Vietnam. Se estima que 8 de cada 10 dólares que ingresan al país por el comercio internacional provienen de países no occidentales. Por ello, resulta un equívoco estratégico rechazar la oportunidad de ingresar como miembro pleno al grupo de los BRICS. El mismo representa el 42% de la población mundial y el 24% del PIB global, que incrementará con los nuevos países integrantes. A dicho grupo se destina el 30% de nuestras exportaciones. Tres de nuestros principales socios comerciales integran el bloque (Brasil, China e India). Los BRICS forman parte del G-20 y, de sus miembros, sólo Brasil pertenece al continente americano. La Argentina entonces, pierde la posibilidad de constituirse en un actor de mayor relevancia y protagonismo regional y continental, afianzando su relación estratégica con Brasil que a su vez, unidos, constituyen, como históricamente han desempeñado, la garantía para la estabilidad sudamericana. La Argentina, asimismo, queda imposibilitada de acceder a créditos de su Nuevo Banco de Desarrollo.     

La República Popular China es uno de los países más importantes del mundo dado por sus dimensiones políticas, económicas, productivas, militares, tecnológicas, espaciales, financieras, como por su historia milenaria y riqueza cultural. Este año celebraremos 52 años de relaciones diplomáticas. Desde el 2014 sostenemos una Relación Estratégica Integral, siendo ésta una de las jerarquías más importantes de las relaciones bilaterales. Argentina adhirió en el 2022 a su iniciativa de la Franja y la Ruta, que impulsa el desarrollo de infraestructuras, el intercambio comercial, la interconectividad y la cooperación internacional con los 140 países adherentes. De ellos, 22 son de América Latina y el Caribe, lo que posibilita estrategias comunes para la región de cara al comercio, al desarrollo económico, las inversiones del gigante asíatico. 

Es de público conocimiento que China históricamente ha apoyado a la Argentina en su reclamo por el ejercicio de la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y sus espacios marítimos correspondientes, de igual manera que la Argentina reconoce la política de una sola China. Por lo tanto, para nuestro país, Taiwán es parte del territorio de China. Que la canciller, Diana Mondino, haya recibido a la representante comercial de Taiwán (que no cuenta con estatus diplomático), no sólo rompe con una trayectoria de la política exterior argentina, sino que representa un error diplomático y estratégico, y una provocación dirigida a un socio importante. Pensemos a la inversa ¿Qué haríamos si la cancillería china recibiera a las ilegítimas e ilegales autoridades coloniales del Reino Unido que ocupan las Islas Malvinas? Esos gestos provocan desconfianza, y recordemos que China ha sido solidaria en tiempos difíciles para la Argentina, como por ejemplo con el acceso a vacunas en la pandemia del COVID-19 o el SWAP financiero.  

El diseño en la política exterior sin equilibrios y con fanatismos es un riesgo, por eso preocupa la definición del presidente Milei de alinearse unilateralmente de manera acrítica con los Estados Unidos de América. El año pasado (2023) la Argentina cumplió 200 años de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos y hoy se mantienen sólidas, maduras y buenas relaciones bilaterales. Pero el giro del que habla el mandatario implica una posición innecesaria, sobreactuada e injustificada dado las propias características de nuestro país y su estructura político- institucional y comercial de inserción que tiene con el mundo. Tal vez en la idea de Milei de dolarizar la economía encuentra su sentido práctico pero, en el pasado reciente, observamos cómo tal política fracasó. Lo cierto es que las relaciones bilaterales entre países se fortalecen con confianza mutua, complementariedad y cooperación, y en eso deben estar abocados los esfuerzos. 

La Argentina es un país Bicontinental, con proyección geográfica natural hacia la Antártida, con presencia ininterrumpida allí desde 1904. Firmó el Tratado Antártico en 1959, anualmente realiza campañas y cuenta con trece bases (siete permanentes y seis temporales), constituyéndose en antecedentes concretos de ejercicio de soberanía en un continente donde reclama territorio. En la Antártida radica el reservorio de agua dulce más importante del mundo y es una zona donde la disputa geopolítica crece a diario. Hay presencia Argentina gracias a una política de Estado, a la inversión pública, a la política que dicta la Cancillería, a la planificación interagencial, a la capacidad logística de los medios y hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas, a la ciencia y sus investigadores, a la salud pública, a los docentes de la Provincia de Tierra del Fuego, a los niños y niñas que nacen en territorio antártico -somos  uno de los pocos países con ese registro en el mundo-. 

Es auspicioso que el presidente Javier Milei haya viajado a la Antártida -sexto presidente en hacerlo-, a propósito del programa para la utilización de tecnología nuclear en el control de contaminación por plásticos. Sin embargo resulta contradictorio dada su prédica libertaria para el desmantelamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la propuesta de privatizar Arsat y la negación de las consecuencias del cambio climático. 

Por último, veo con preocupación la ausencia de una política hacia la región. No quiero dejar de afirmar que el presente y el futuro del país necesitan del fortalecimiento de la integración regional, sea ésta a través de sus mecanismos institucionales, políticos, comerciales, económicos, sociales; como productivos, de infraestructuras, servicios y energéticos.  

“Hoy todo es política internacional, que se juega dentro o fuera de los países, influenciando la vida de las naciones y de los pueblos en forma decisiva”, afirmaba el expresidente Juan Perón. Las primeras señales de la política exterior del presidente Milei son erráticas, alejadas de los intereses nacionales y sus consecuencias van a impactar de manera negativa en el día a día del pueblo. 

El autor es dirigente peronista, vicepresidente de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina ( COPPPAL) y ex secretario de Asuntos Internacionales para la Defensa (2019 - 2023).

FC/DTC