Tal vez la cuestión de la diversidad religiosa no sea tan visible como debería, y tal vez por eso los evangélicos, que somos personas de paz y solidarias, debamos pedir que sobre nosotros no se generalice ni se incrimine gratuitamente. Por esa razón, voy a responder a la columna de Franco Torchia “La voz Argentina y el jurado evangelista” publicada el día sábado 31 de julio de 2021 en elDiarioAR.
Podremos en el futuro discutir muchas cosas, pero no podemos no reaccionar de forma inmediata para iluminar con algunas preguntas sobre los prejuicios que la columna vierte sobre millones de evangélicos en nuestro país.
En la diversidad está la base de la condición humana y el éxito del programa. Somos personas, diferentes e iguales en un mismo país. Conviviendo por la paz, el bienestar y la búsqueda del progreso.
¿Por qué Torchia describe “como evangelismo espectacularista y ultrafamiliarista que noche a noche despliega el ciclo 'La voz argentina' en Telefe”? ¿Cuál es la crítica?
Vuelve a señalar: “Con números de audiencia dignos de una misa multitudinaria, el concurso de talentos tiene a Montaner padre y a dos de sus hijos varones, Mau y Ricky, en el jurado”... repito: ¿Cuál es la crítica?
Insiste, diciendo: “Allí, ante el desfiladero de participantes y sus historias de vida, suelen asomar las referencias supraterrenales, el sentimentalismo sacrificial y la ponderación a un más allá en el que no hay ni ganadores ni perdedores: 'en el reality del Señor', el juicio final sólo depende de Él”. ¿Dónde está lo malo? ¿Cuál es la critica?
Torchia arremete: “A modo de ejemplo, el paso de la cantante Luciana Irigoyen. A comienzos de julio y ante la pregunta del intérprete de 'Oye mi cachita', Irigoyen se refirió a la reciente muerte de su madre, que falleció en sus brazos mientras ella le cantaba, justamente, 'La gloria de Dios'”. No hay necesidad de comentario… ¿Cuál es la critica?
Nuevamente embiste: “Grabado hace casi una década por Montaner y Eva Luna, su hija mujer, el tema en cuestión invita a militar por el supremo, garante del descanso y el pan abundante…” ¿Y? ¿Está prohibido?
Ahora Tochia se mete con la sexualidad: “No sólo por la virginidad frente al sacramento, sino también por la idea misma de un romance idílico, ideal consumado tras una puntillosa narración diaria en redes sociales”. Cada cual cree y vive como le parece correcto, sin hacer mal al prójimo como regla, es la clave para la sana convivencia entres los pueblos, naciones y la fe.
¿Dónde está el conflicto sobre cómo cada uno elige vivir y contar su sexualidad?
Finaliza su columna de manera ofensiva: “Que no parezca, esa es clave. O que parezca otra cosa”. De ninguna manera es aceptable esta frase, remite a una manipulación que no está presente, el evangelio es claro. En todo caso muchos deberán reconocer que los evangélicos están presentes en la cultura de una forma masiva, difusa debido justamente a que mucho de lo que decimos está en dialogo con el sentido común.
¿Alguien puede creer que la iglesia evangélica es una organización que secuestra benefactores?
Porque, como expresé al comienzo, el evangélico es una persona de paz y solidaria. El evangelio en un país deprimido trae buenas noticias. No hay lugar para el engaño.
SC