1. El 23 de Diciembre de 2001, Adolfo Rodríguez Saá, uno de los por entonces presidentes puestos de apuro en funciones de emergencia en medio de la crisis e insurrección popular desatada 72 horas antes, (la noche del 19 y todo el día 20 de Diciembre, conocida por su consigna “Que se Vayan Todos, QSVT”, que había ocasionado primero una feroz represión con muertos y heridos, y luego la renuncia y huida precipitada del presidente hasta entonces legalmente en funciones Fernando De la Rúa), protagonizó la siguiente escena en el pleno del congreso nacional (el archivo del video ilustra el episodio de un modo inalcanzable por cualquier descripción verbal):
Como se puede claramente observar, el Presidente legalmente en funciones, declara ante el Congreso que “...en primer lugar, anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa...”. Declaración que es recibida por una ovación intensa y prolongada del cuerpo legislativo, puesto de pie y al grito de “¡Argentina, Argentina...!”. En las afueras del Congreso, en las calles de la ciudad y de todo el país, la movilización popular y las asambleas de vecinas y vecinos reunidas en las plazas y esquinas de los barrios, hacían sentir una presión y aliento en la nuca de toda la “clase” política; festejaron la declaración de Rodríguez Saá y el Congreso como un segundo e inmenso triunfo de la insurrección (el primero había sido la renuncia y huida en helicóptero de De la Rúa, en una evocación del 25 de Mayo de1973, cuando los entonces comandantes en jefe de la junta militar de gobierno también tuvieron que huir en helicóptero de la Casa Rosada ante la multitud que acompañaba la asunción del Presidente Héctor Cámpora).
Próximo al 20 aniversario de aquellos acontecimientos, cuando el país enfrenta una crisis de proporciones gigantescas, con niveles de pobreza, incertidumbre y desesperación comparables; con la llamada “deuda externa”, sospechada y denunciada como gigantesca estafa por actores del propio gobierno, es inevitable hacerse la pregunta: ¿Si se pudo entonces (declarar la suspensión de pagos al FMI).... ¿Porqué razón no se podría ahora? ¿Era mejor, más patriota, el entonces presidente de apuro Rodríguez Saá, que el dúo del Presidente y Vice Fernández ahora en el gobierno? ¿Lo eran los congresistas de entonces, que aclamaron en sesión plenaria el anuncio de la suspensión de pagos de la “deuda externa”? Clara y tajantemente ¡no! Ni más patriotas, ni más audaces; quizás sí, más asustados por la indomable e indignada movilización popular en las calles. Presencia que también está creciendo en nuestros días (enormes manifestaciones en Plaza de Mayo y muchas ciudades del interior, tanto el día Viernes 10, convocadas por el gobierno y las organizaciones sociales y políticas afines o aún contenidas en el frente oficialista; como el Sábado 11, con protagonismo de las izquierdas sociales y también las partidarias). Enormes movilizaciones populares que tienen en común el imperativo del no pago de estafas ni de acuerdos a espaldas y a expensas de un pueblo exhausto, que aún difieren en sus esperanzas o desesperanzas respecto del gobierno del Frente de Todos; y que también, por el momento están contenidas en el marco de instituciones, organizaciones, partidos o movimientos con nombre y apellido, interlocutores identificables. No se trata aún (a diferencia del 19&20 del 2001) del pueblo derramado en insurrección autoconvocada; pero, ¿estamos acaso muy lejos de que ello ocurra? ¿Cuánta frustración, desengaño e indignación más cabe en la paciencia popular, antes de que “...haga tronar el escarmiento”?
Por otra parte, ante las profecías de desastre y caída al abismo que implicaría la suspensión del pago... ¿No tenemos aquilatada la experiencia, aún fresca, de que fue precisamente esa suspensión soberana de pagos (junto al posterior, casi inmediato y sostenido por varios años “viento de cola” del excepcional precio de las commodities exportadas por argentina) lo que permitió la recuperación económica, el crecimiento a “tasas chinas”, la consolidación institucional y gobernabilidad creciente y exitosa del primer período kirchnerista?
Entonces... ¿Qué estamos esperando?
2. El próximo Miércoles 22 de Diciembre vence un pago de U$S 1900 millones al FMI. En medio, por un lado,de las contradicciones y opacidad por parte del gobierno, con derroche de declaraciones soberanistas y negociaciones cargadas de secretismo, escasa credibilidad y creciente sospecha; las que se desenvuelven y exponen públicamente en sucesivos “actings” (que remedan con mal gusto al “dúo Pimpinela”); y por otro lado, la denuncia enérgica de los sectores del pueblo encuadrado y movilizado en el “no pago”, sostenidos en la dolorosa experiencia pasada y actual que fundan la sospecha de un gigantesco fraude a manos de una “asociación ilícita” de gobiernos, estados, instituciones, funcionarios e intereses locales e internacionales, pero que aún carece de los documentos, datos concretos y cifras suficientes, que permitan pasar de la denuncia genérica pero testimonial, a las acciones concretas de incidencia, este vencimiento de inmediata proximidad brinda a unos y otros la oportunidad de converger (formalmente o de hecho) en una acción colectiva de los sectores nacionales, populares, progresistas, de izquierdas múltiples y diversas: No pagar el vencimiento del 22 de diciembre; suspender el pago, en forma definitiva, o al menos temporal hasta que se pueda investigar, clarificar, informar y decidir democráticamente, en el congreso pero también en consulta popular, acerca de la legitimidad y legalidad de la llamada “deuda externa”. Esta acción concreta, permitirá cimentar lazos de diálogo, confianza y credibilidad de los que hoy el pueblo, en sus distintas expresiones, carece. Pasar de las declaraciones, muchas veces incomprobables; de las interpretaciones justas o sesgadas, a la producción colectiva de un hecho (como aquel de Rodríguez Saá el 23/12/2001), que resulta concreto y transparente. Que permite superar falsas grietas, y colocarla frontera donde corresponde y todes sentimos.
Esta es hoy nuestra propuesta inmediata.
PB