Agustín Romo, director de comunicación digital de LLA: “El chiste es hacerlos pisar el palito”

21 de agosto de 2023 00:02 h

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Agustín Romo nació el 18 de julio de 1996: “El año en que la inflación fue del 0,1%, la más baja de los últimos 40 años”. Nieto de un colectivero y una docente de escuela pública, su padre vendía artículos para el hogar en San Miguel. En los ‘90, con un tipo de cambio unificado y la posibilidad de importar, a su negocio le fue muy bien hasta diciembre de 2001. Su madre es ama de casa, hija de militante peronistas. “Peronistas de Menem”, dirá Romo que, además, es sobrino nieto de Ramón Palito Ortega. De ahí que su segundo apellido, que no usa, es Ortega. Romo revisa las ramas de su árbol genealógico en una entrevista con elDiarioAR, hecha unas semanas antes de la PASO que consagró a La Libertad Avanza como primera fuerza nacional. El va como candidato a diputado por la séptima sección, pero ostenta otro cargo: es director de Comunicación Digital del frente que lidera Javier Milei.

 El jueves posterior a la PASO, Agustín Romo atenderá a elDiarioAR por teléfono. El número está puesto: 30%, Javier Milei es el candidato más votado y La Libertad Avanza, la primera fuerza nacional. “No ganamos nada todavía, eh”, dice Romo aunque sea imposible disimular el júbilo en su voz. Él necesitaba el 16,6% de los votos para tener chances de entrar en la Cámara de Diputados. Obtuvo el 23,8%. ¿Seguirá al frente de la Comunicación Digital del frente de Milei? “Quizás no tanto como antes, pero sí seguiré supervisando. Porque me gusta y porque confían en mí. La línea va a ser la misma que maneja hasta ahora”, responderá Romo. 

¿Y cuál es la línea? Bueno, hubo un spot oficial. Javier Milei y su compañera de fórmula Victoria Villarruel, junto a Ramiro Marra, Diana Mondino, Carolina Píparo y los entonces precandidatos a diputados por la Provincia, Bertie Benegas Lynch y Marcela Pagano, hablaban a cámara. Dura 45 segundos. A su tiempo cada postulante repite la frase “una Argentina distinta”. Un clásico. Pero lo observable en términos de difusión de las ideas liberal-libertarias es que, salvo esa, no hubo una estrategia diseñada para la campaña digital. Un malón de usuarios de redes sociales hizo una campaña paralela: militantes que desde sus cuentas personales y con impronta personal llevaron el mensaje -y lo multiplicaron–. 

Romo es parte de ese malón. A un cuatrimestre de recibirse de abogado y con un pasado laboral que lo ubica haciendo consultoría, dice que a él la palabra “militante” lo llena de orgullo. Se define así: “Soy un nacionalista que no confunde el amor a la patria con el amor al Estado”. Aquí contará, entre otra cosas, que el día que un amigo lo sumó a un grupo de WhatsApp cambió todo.

Hay una escala, digamos, jerárquica. Romo a la cabeza, un equipo de apoyo y grupos de WhatsApp donde se bajan líneas y se imponen hashtags. Y a partir de ahí, anónimos que hacen lo suyo, desde un simple reposteo hasta un trabajo de edición que consiste en levantar declaraciones de la tele y armar cortes de quince segundos, ideales para stories en Instagram. Todo sirve para imponer al candidato o “matar” al adversario

No hay que invertir dinero. De hecho, el Informe de Transparencia de Publicidad Política de Google indica que La Libertad Avanza invirtió poco más de 3 millones de pesos en publicidad digital contra los 212 millones de Juntos por el Cambio y casi 70 millones que puso Unión por la Patria. Basta un celular y alguna aplicación de descarga gratuita. “Nosotros queremos que la gente que nos siga mantenga su impronta, que sea creativa. Ellos entienden perfectamente el mensaje. No hay que imponer nada”, dice Romo al teléfono. Ahí donde haya wifi llegará El León.

Soy una nacionalista que no confunde el amor a la patria con el amor al Estado

“Esto no es una cosa 'de redes'”

En la película dirigida por Santiago Oría, “Javier Milei. La Revolución liberal”, Agustín Romo aparece hacia el final. El director lo entrevista en Bull Market, la financiera del candidato a jefe de Gobierno porteño Ramiro Marra. Piso 8 del edificio Fortabat, en Retiro, el Río de la Plata se alza detrás de Romo, que es presentado como “militante digital”. Dice: “Es más barato que instales algo en Twitter y lo levante la tele de la tarde, que un periodista hable de lo que vos querés”.

En esa misma oficina será la entrevista con elDiarioAR. El telefono de Romo está en silencio y, sin embargo, arde. Tuvo varias cuentas en Twitter: “@ajustermo”, “@USDtin”, “@1Dolar1peso”. Logró en cada una 50 mil seguidores. Pero la plataforma las cerraba.  Él arremetía con usuarios nuevos y llegaba a esa cantidad en poco tiempo. ¿Cómo hacía? Explica Romo: “En estos años me hice muy amigo de todos los influencers de derecha en TikTok, YouTube, Twitter, Facebook e Instagram. Entonces, simplemente, creaba una cuenta nueva y la pasaba al WhatsApp. Y ellos ponían ‘Romo se hizo esta cuenta nueva’ y todos me volvían a seguir”.

Y ahora usás tu nombre. Quiero decir: saliste del anonimato.

Sí, me lo pidió el presidente de Twitter Latinoamérica (N. de la R.: se refiere a quien estaba antes de la gestión de Elon Musk). Le dije ‘che, qué onda, ¿no puedo tener nunca más una cuenta en Twitter? Cada vez que abro una me la cierran’. Me dijo que sí, pero que basta de seudónimos

¿Y por qué te cerraban las cuentas? 

–Porque hacíamos tendencia lo que queríamos. Nunca usamos un bot, tenemos un montón de gente que nos banca, que nos sigue, que la fidelizamos, que es nuestra. Si mil personas tuitean “lápiz rojo” en media hora lo hacemos tendencia.

No creo que tengas mil amigos y mucho menos 50 mil como para recuperar…

–No, no. Pará. Esto no es una cosa “de redes”. Esto se plasma en lo real. Habré organizado… cien asados, partidos de fútbol. Olvidate de mis cuentas. Yo traje a todos los canales de YouTube que generan contenido de Milei. Querían ayudar y nos preguntaban cómo. No les pagamos. Simplemente venían y decían ‘tengo un canal de YouTube con 300.000 suscriptores, ¿qué hago? Y a nosotros nos sirve que muevan este tipo de contenido creado por ellos y controlado por ellos. 

¿Pero cómo haces para controlar un movimiento que está disperso en Internet?

–Como Director de Comunicación entiendo que la campaña tiene que ir por el lado de tratar de controlar la conversación para el lado que no te conviene. Si no instalás un tema, el chiste es hacer que pisen el palito. Como pasó una vez, cuando respondí con un tuit de Alberto Fernández, ese que dice “Nena, no es algo que me inquiete lo que vos creas...”

¿Hay un diseño, algo pensado de antemano para comunicar?

–A nosotros nos daba que si nos poníamos a putear solamente al kirchnerismo, la gente que quería sacarlos entraba al cuarto oscuro y... ¿A quién elegía? A Juntos por el Cambio. Entonces putear al kirchnerismo solamente era hacer campaña para Juntos por el Cambio y nosotros no íbamos a sacar un solo voto. 

Eso funcionó en 2021.

–Y funciona ahora. 

La mayoría silenciosa

Insisto: ¿Podés proyectar a mediano plazo una campaña digital?

–No. No. Es día por día, es por semana, es la coyuntura y es estar atento. Es también un poco… No sé explicarlo porque no soy el único. Eso: somos un montón. Sin bots, sin “troll center”, sin escraches en redes. 

¿A quién le hablan ustedes?

–A la mayoría silenciosa. A esa persona que está comiendo tranquilo en un asado y alguien lo confronta y piensa: “¿Para qué voy a saltar yo? Me quedo callado”. Esa mayoría silenciosa es la que se sumó a los grupos de WhatsApp en 2017, 2018, 2019.

Años en los que se discutió el derecho a abortar.

–Tengo una teoría, una propia. En 2018 hubo un sobregiro de la izquierda en Argentina. Y cuando hablo de  izquierda no estoy hablando de Myriam Bregman, estoy hablando de algo más amplio en donde incluso entra gran parte del PRO. Hubo un sobregiro del feminismo para el que eras culpable solo por ser hombre que generó una reacción importante incluso en varones y mujeres no ideologizadas. O en mujeres que incluso se dieron cuenta de que se les había ido la mano. En ese momento un amigo me mete en un grupo de WhatsApp. Y el grupo era una trinchera. Vuelvo a lo de mayoría silenciosa, es gente que, aunque le griten, no los convencen.

¿Pueden prescindir de los medios de comunicación tradicionales?

–Me parece que la estructura del periodismo tradicional va quedando obsoleta. Y eventualmente va a quedar obsoleta. Siento que el cambio generacional va a obligarlos a modernizarse. El periodismo tiene una estructura cara que lo obliga a necesitar de la pauta oficial del Estado. Eso los hace hacer un periodismo muy chato, poco interesante. 

¿Y cómo se informa la mayoría silenciosa?

–Uy, es una muy buena pregunta. Es una muy buena pregunta. No sé si podría… No sé. Lo que sí es innegable que nosotros usamos los medios alternativos de comunicación. Y funciona.

Última: ¿Cómo se llama el grupo de WhatsApp? Digo, aquel en el que empezó todo esto.

Jeje, no voy a decírtelo. 

VDM/DTC