Análisis

Alberto Fernández, el presidente que no fue y todo lo que arrastró en su caída

Diego Marinelli

7 de agosto de 2024 06:46 h

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En pocos momentos de su presidencia, atravesada por una pandemia y un sinfín de crisis internas y externas, Alberto Fernández había vivido una jornada tan oscura como la de este martes, en la que su expareja y ex primera dama, Fabiola Yañez, lo denunció por violencia de género.

El designado por Cristina Fernández de Kirchner para arrebatarle el sillón de Rivadavia a Mauricio Macri pasó de índices récord de aprobación en el inicio de su gestión a un final “intervenido” en el que fue apenas algo más que un jarrón decorativo en un gobierno que nunca le perteneció.

El abandono de su propia tropa se fue pavimentando con la ausencia de decisiones y ejercicios del poder mientras arreciaban los problemas económicos y los enfrentamientos más o menos velados con Cristina, y acabó de cristalizarse este martes, cuando varios de los repudios más feroces que recibió provinieron de sectores del peronismo y el feminismo.

“De Alberto Fernández creo también que es un psicópata por haber usado durante años al feminismo y a sus militantes”, publicó en su cuenta de X, Ofelia Fernández, ex legisladora por la Ciudad y referente de la nueva generación del kirchnerismo. “Creo que corresponde hablarle a las miles de pibas a las que hace ya tiempo les pedí que me acompañaran a sumarse a esto que resultó una interminable decepción. Hacerme cargo de haber creído tanta basura”, se lamentó Ofelia, en un mensaje que reflejaba el estado de ánimo –conmoción, bronca y desazón– compartido por buena parte de aquellas y aquellos que se ilusionaron con la promesa de “volver mejores”.

Por su parte, la ex titular del hoy exterminado Ministerio de la Mujer, Elizabeth Gómez Alcorta, intentó flotar en la marejada desatada por la derecha contra la “hipocresía” de las feministas que apoyaron a Alberto Fernández. “Como militante feminista siempre estuve del lado de las mujeres y las niñas y siempre creí en sus palabras, sin importar si quien está en frente es Manzur, Alperovich o Alberto Fernández, ni si estoy ocupando un rol de funcionaria o no”, publicó en su cuenta de X.

La denuncia presentada por Fabiola Yañez ante el juez Julián Ercolini fue el disparador para que activa comunidad de la derecha digital se lanzara a linchar al “feminismo K” y a cuestionar la legitimidad de medidas tomadas durante el gobierno de Fernández, como la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), en cuyo acto de promulgación Alberto pronunció la frase: “Estoy muy feliz de estar poniéndole fin al patriarcado”. Una máxima –entre naive y grandilocuente– que hoy fue carne de un sinfín de memes elaborados en la factoría de la fachosfera.  

En su caída, Alberto Fernández arrastró a buena parte de la legitimidad moral de los numerosos avances que se produjeron durante su gobierno en relación a los derechos de las mujeres y las minorías sexuales, sirviéndole en bandeja a sus detractores la narrativa de que todo se trató de una “sobreactuación” progresista, cuando no un vehículo de la corrupción y la dilapidación de los recursos estatales.

Durante los cuatro años de la gestión del Frente de Todos, además de la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y la aprobación del IVE, se concretaron medidas que colocaron a la Argentina a la vanguardia de la agenda femninista y de género a nivel global, como la aprobación del cupo trans y travesti en el sector público y los Centros Territoriales de políticas de género y diversidad en diversos puntos del país, orientados a la prevención y asistencia, entre muchas otras.

Siempre con la dinamita en la mano para detonar la “batalla cultural”, el presidente Milei recogió el regalo de Alberto como si fuera un delantero centro que se encuentra con una pelota picando solita en la línea del arco adversario. “Como sostenemos hace años, la solución para la violencia que ejercen los psicópatas contra las mujeres no es crear un Ministerio de la Mujer, no es contratar miles de empleados públicos innecesarios, no son los cursos de género y definitivamente tampoco es adjudicarle a todos los hombres una responsabilidad solo por el hecho de ser hombres”, se despachó, gustoso, el libertario en su cuenta de X.

“(Los progresistas) utilizaron esta problemática no solo para hacer negocios, sino también para hacer política. Las causas nobles en las que se embanderan como la igualdad de género, son una excusa para justificar sus negocios”, azotó sin piedad Milei, mientras Alberto intentaba abstraerse de los titulares de los medios del mundo, en los que su nombre aparecía una y otra vez junto a “violencia de género”.

“Lo que es inadmisible es que algunos que despotrican contra las políticas de género, que niegan que hayamos bajado los femicidios por dos años consecutivos, que aplauden y festejan el cierre del ministerio de las mujeres pretendan que el rol que tenía era ser la celadora de los comportamientos violentos del presidente o de cualquier otro funcionario”, intentó argumentar Gómez Alcorta, en medio de la tempestad. “¿También somos culpables de la violencia de ellos?”.

No fue un día para que su pregunta obtuviera otra respuesta que mofas e insultos. 

DM