El Senado sancionó el jueves una modificación a la ley de Alquileres distinta de la que había aprobado Diputados un mes antes. La que aprobó el Senado fue votada por el Frente de Todos, con el rechazo de Juntos por el Cambio, y la que había sancionado Diputados, al revés, fue promovida por el cambiemismo y rechazada por el oficialismo. ¿Qué puede pasar, entonces, con esta ley cuyo limbo parlamentario mantiene en vilo a los inquilinos, a los propietarios y al mercado inmobiliario en general?
El Senado aprobó su texto por 37 votos a favor y 29 en contra. Como se trata de modificaciones al Código Civil, no se requerían las mayorías especiales que la Constitución sí exige cuando se trata de impuestos o de la ley electoral. Por lo tanto ese resultado del Senado significa mayoría simple.
Por ende, y de acuerdo con la Constitución, la Cámara de Diputados podría insistir con su propio texto también por mayoría simple. ¿Qué significa mayoría simple? Que el texto no necesita, para ser convalidado, el apoyo de al menos la mitad más uno de los miembros del cuerpo (en el Senado son 37 y en Diputados, 129) sino de quienes estén presentes en el recinto (siempre que haya quórum).
Un ejemplo es el mismo resultado de la votación de Alquileres en Diputados, del 23 de agosto último: 125 afirmativos, 112 negativos, 3 abstenciones. Es decir que si se repitiera ese resultado en Diputados, la oposición podría imponer su propia ley de Alquileres. La pregunta es si logrará juntar el número.
¿Qué dice la Constitución?
En su artículo 81, la Carta Magna dice que “si el proyecto fuere objeto de adiciones o correcciones por la Cámara revisora (en este caso, el Senado), deberá indicarse el resultado de la votación a fin de establecer si tales adiciones o correcciones fueron realizadas por mayoría absoluta de los presentes o por las dos terceras partes de los presentes”. Como en el Senado la votación salió 37 a 29, no se reunieron los dos tercios, se trata de mayoría simple.
Dice la Constitución que, entonces, “la Cámara de origen podrá por mayoría absoluta de los presentes (es decir mayoría simple) aprobar el proyecto con las adiciones o correcciones introducidas o insistir en la redacción originaria, a menos que las adiciones o correcciones las haya realizado la revisora por dos terceras partes de los presentes”, y que “en este último caso, el proyecto pasará al Poder Ejecutivo con las adiciones o correcciones de la Cámara revisora, salvo que la Cámara de origen insista en su redacción originaria con el voto de las dos terceras partes de los presentes”.
Según pudo saber elDiarioAR, el interbloque Juntos por el Cambio procurará que Diputados insista con su media sanción. “Obviamente, nosotros tenemos que insistir pero igual no estamos sobrados de número”, dijo a este medio un referente del espacio opositor.
Con Juntos por el Cambio votaron a favor de la media sanción de Diputados los diputados Graciela Camaño y Florencio Randazzo, de Identidad Bonaerense; Luis Di Giacomo y Agustín Domingo, de Juntos Somos Río Negro, Carlos Fernández, del Frente de la Concordia Misionero; Ignacio García Aresca y Carlos Gutiérrez, de Córdoba Federal; y Claudio Vidal, de Somos Energia Para Renovar (SER).
La propuesta, en cambio, fue rechazada por el Frente de Todos, por Javier Milei y sus diputadas; por la izquierda y por el diputado Alejandro “Topo” Rodríguez, que integra el mismo bloque con Camaño y Randazzo pero votó distinto. Lo mismo con Natalia De la Sota, que integra Córdoba Federal pero, a diferencia de sus compañeros de bloque, votó en contra.
En esa votación hubo 16 ausentes, de los cuales 13 pertenecen al Frente de Todos. Los otros tres son Diego Sartori, del Frente de la Concordia Misionero; Rolando Figueroa, del Movimiento Popular Neuquino, y Gerardo Cipolini, de la UCR.
La media sanción de Diputados de agosto reunió 125 votos afirmativos, de modo que si Juntos por el Cambio juntara el apoyo de cuatro diputados más cumpliría su objetivo, porque se trataría de la mitad más uno del cuerpo. ¿Podrán?
JJD