Joe Biden tendrá que conformarse con una cumbre que no será lo que pensó. La sangría del presidentes, entre los excluidos y los faltazos críticos, diezmaron la Cumbre de las Américas de Los Ángeles, encuentro que entre la post pandemia y los efectos tóxicos de la guerra de Ucrania, se desplegaban como una chance para que EEUU recupere, al menos como gestualidad, el rol de hermano mayor del continente.
Al final, en lo que en el mundo diplomático se atribuye a un movimiento pensado para el “mercado interno” electoral estadounidense, la decisión de la Casa Blanca de dejar fuera de la cumbre a Cuba, Nicaragua y Venezuela, alteró la agenda. “Tenían la oportunidad de contener, de mostrar que en la crisis no hay derechas ni izquierdas, y tener un rol de aglutinador, pero no”, apuntó a elDiarioAR un diplomático suramericano.
La deserción, con reproches por las exclusiones, de varios presidentes, entre ellos Andrés Manuel López Obrador (México) y Luis Arce (Bolivia,), deterioró una cumbre que se perfilaba para dejar atrás el fracaso de la edición del 2018, en Lima, la de menor concurrencia en su historia y la primera a la que no fue el presidente de EEUU, por entonces Donald Trump.
Documentos
El peso de los ausentes fue, entonces, doble: además de sacarle volumen a la cumbre forzaron a EEUU a ceder en las redacciones finales para evitar que, además de faltazos, haya disidencias en los documentos.
Por eso, en los textos que acordaron las delegaciones de cada país en los días previos, y que este miércoles se repasarán en el plenario de cancilleres, EEUU tuvo que aceptar que en el documento más discutido, el referido a la “gobernabilidad democrática”, no figuren como pretendía pautas específicas sobre misiones electorales, monitoreo y normas jurídicas y de calendarios de votación.
Es un efecto colateral de la crisis que se produjo en 2019 en Bolivia que terminó con la renuncia, forzada de Evo Morales a raíz de una denuncia que hizo la OEA sobre el escrutinio. El reproche de los gobiernos del continente es que la OEA, a cargo de Luis Almagro, nunca entregó una auditoria que especifique las irregularidades que se denunció en su momento.
La otra cumbre
Con una cumbre menguada, sin la contundencia que pretendía la administración Biden, Alberto Fernández intentará hacer pie como portavoz del continente, un oficio que ahora le permite su condición de titular de la CELAC pero que se abre más aun a partir de las ausencias, en particular de AMLO, en la cumbre. Con un Jair Bolsonaro golpeado afuera y, además, enfrascado en la obsesión de su reelección, y el chileno Gabriel Boric recién haciendo pie en la gestión, Fernández se recorta como un interlocutor válido.
El venezolano Nicolás Maduro, uno de los tres excluidos, pidió en declaraciones periodísticas una pronta organización de una cumbre de la CELAC. Pareció una reacción a la intentona, nunca del todo clara, de armar una reunión paralela en Los Ángeles, lo que a priori parecía sin destino porque varios presidentes no estarían en EEUU.
La hoja de ruta que Fernández conversó con su equipo, durante el viaje a Los Ángeles, fija como fecha para la cumbre de la CELAC la primera semana de diciembre y el lugar, Buenos Aires. En medio, Fernández tendrá su discurso en la Cumbre de las Américas, pautado para el jueves en la media tarde, donde prometió expresar –más como titular de la CELAC que como presidente argentino– la voz de los que no están presentes.
Fue algo que conversó con AMLO la semana pasada aunque el mexicano, este lunes, hizo su propio movimiento: anunció su ausencia en la cumbre con quejas a la decisión de EEUU de excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua. “Se cortó solo”, se quejó una fuente argentina que siguió el proceso.
El factor chino
La cuestión democrática no fue la única concesión que tuvo que hacer EEUU para lograr una firma uniforme. En el capítulo de transformación digital quedó abierto, “lavado”, lo referido a la transición hacia el 5G, un negocio en el que China tiene ventajas sobre los países occidentales y que está en las negociaciones con el continente americano.
Un informe reciente refleja cómo varió, en las últimas tres décadas, la influencia del comercio exterior de América Latina y el Caribe en relación a EEUU y China. En 1990, EEUU concentraba casi el 42% del comercio de la región mientras China no llegaba al 1%. En 2020, no llega a 38% mientras que China creció a 14,4%.
En paralelo, los documentos finales tendrán definiciones sobre gobernabilidad democrática, salud y resiliencia, la transición de energía limpia, nuestro futuro verde y transformación digital. “Los líderes y las partes interesadas de nuestra región pueden mejorar la vida de las personas de nuestro hemisferio de una manera demostrable y significativa”, según apuntó Brian Nichols, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental.
CC