Para entender la reacción de Cristina Kirchner en las horas posteriores al anuncio del acuerdo con el FMI más vale remitirse a lo que dijo después de las elecciones del año pasado. Pero además de revisar el mensaje posterior a las PASO, conviene releer el que publicó después de los comicios de noviembre, cuando la crisis interna del Frente de Todos había dejado atrás su peor momento.
En ese texto, titulado “Los silencios y las curiosidades”, la vicepresidenta respondió a un pedido de la oposición para que se expresara respecto de las negociaciones con el Fondo, todavía lejos de un cierre. Sin dar un respaldo explícito a las gestiones encabezadas por Martín Guzmán, Cristina se quejó por estar en el centro de las miradas y advirtió que el acuerdo, en cumplimiento de una ley sancionada hace casi un año, debería pasar por el Congreso. Para ella, es la oposición la que debe rendir cuentas por el regreso del FMI.
Alberto Fernández habló por última vez con Cristina el miércoles, dos días antes del anuncio y un día antes de que ella despotricara contra los organismos multilaterales de crédito, desde Tegucigalpa. Le anticipó lo que estaba a punto de firmarse. El ministro de Economía había hablado con la vicepresidenta el lunes de la semana pasada. “Hicimos lo mejor que se podía hacer en un escenario muy negativo. Quien no lo vea así está mirando otra película”, dicen en el sector presidencial de la Casa Rosada, para anticiparse a una eventual reacción negativa.
En la carta del 27 de noviembre, Cristina había advertido: “La definición que se adopte y se apruebe, puede llegar a constituir el más auténtico y verdadero cepo del que se tenga memoria para el desarrollo y el crecimiento con inclusión social de nuestro país”. Párrafo seguido, aclaró que no estaba haciendo un llamado a desconocer las deudas. Más arriba había destacado que la gestión dependía del Presidente.
El filtro legislativo que debe superar el entendimiento con el Fondo fue impulsado por la vicepresidenta. El silencio de las horas posteriores al anuncio de Alberto Fernández no implica que el kirchnerismo no vaya a votar a favor del acuerdo. No hay dirigente del Frente de Todos que alimente esa hipótesis. El presidente de la Comisión de Presupuesto de Diputados, Carlos Heller, anticipó su respaldo el viernes, aunque se cuidó de decir que “no hay nada para festejar”. Es la posición que parece sintetizar el ánimo general del kirchnerismo: votemos sin aplaudir.
Fuera de micrófono, cerca de la vicepresidenta mastican bronca: “Nos llevaron a un callejón sin salida”, soltó un dirigente cristinista, y advirtió que la política económica a la que se comprometió el Gobierno es la misma que condujo a la derrota del año pasado. Un gasto real pisado, con una pobreza superior al 40%, es, en la mirada de ese sector, una forma de “ajuste”, como dijo Cristina en la carta del 16 de septiembre.
Quizás sea por eso que el silencio de Cristina en las horas posteriores al anuncio se impuso como política comunicacional de toda esa ala del FdT: se plegaron Máximo Kirchner, Eduardo De Pedro y Oscar Parrilli, solo por dar tres nombres. Axel Kicillof optó por un tuit tibio: sostuvo que el acuerdo “evitará una catástrofe en lo inmediato”. Otros dirigentes cristinistas, que solo hablaron bajo reserva de identidad, optaron por restar dramatismo. “No hay nada que celebrar ni nada que reprochar”, dijo un habitante del Instituto Patria. Cristina ya no manejará la lapicera, pero sigue siendo dueña de sus silencios.
GS