El reloj corre y el gobierno argentino no logra que el Fondo Monetario Internacional flexibilice sus metas y saque el pie del acelerador. Primero Martin Guzmán, en el encuentro con los gobernadores en el Museo del Bicentenario, y después Alberto Fernández, en una entrevista en AM 750, dejaron en claro que el Fondo es, a la hora de las efectividades conducentes, el mismo de siempre y exige un ajuste más profundo del que el Frente de Todos se dice dispuesto a convalidar.
Sin embargo, lejos de revisar la estrategia de negociación -lo que sugirió Axel Kicillof la semana pasada en la reunión con Guzmán-, el Presidente y sus ministros siguen apostando al vínculo con Estados Unidos. Quedará confirmado una vez más la semana próxima cuando Santiago Cafiero vuele a Washington para reunirse con el secretario de Estado Antony Blinken.
El encuentro había sido previsto como una bilateral en la cumbre de la ONU sobre no proliferación de armas nucleares, que estaba prevista para el 4 de enero pasado y fue suspendida a causa del COVID. De todas maneras, el Gobierno lo entiende como un éxito. Blinken tiene una agenda bilateral fluida pero por lo general lo hace de manera virtual y en muy contadas ocasiones mantiene reuniones cara a cara. Para el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello, esa distinción es “un mensaje en sí mismo” y confirma el interés de la administración Biden por entenderse con el peronismo de gobierno.
Según lo que anuncia el protocolo, Cafiero estará en Washington durante 48 horas y entrará al departamento de Estado a las 13 horas del 18 de enero. Aunque desde la Cancillería se esfuerzan por aclarar que la agenda no tiene como eje la negociación con el Fondo, es inevitable que el tema aparezca en la conversación y por iniciativa argentina. En el Palacio San Martín afirman que existe demasiada expectativa en que el encuentro Cafiero-Blinken pueda destrabar el acuerdo con el Fondo y reiteran que la cuestión del acuerdo con el organismo se discute en otros carriles. El Presidente, el ministro de Economía y el director argentino ante el FMI por el cono sur, Sergio Chodos, son los encargados de lograr un entendimiento que, según repite el discurso oficial, no atente contra el crecimiento.
Fernández repite ante su entorno que existen dos líneas en la administración Biden y asegura que así lo admite incluso Jake Sullivan, el Consejero de Seguridad Nacional que almorzó en la residencia de Olivos en agosto pasado y es uno de los funcionarios de más estrecha confianza del presidente norteamericano. El objetivo del Presidente y sus colaboradores es lograr que la línea pro diálogo influya sobre el Tesoro norteamericano, el área que es dueña de un peso incomparable en el FMI, donde Estados Unidos cuenta con el 16,74% de las acciones.
Desde que asumió, el ala política de los demócratas es la que dio más señales de acercamiento con el Gobierno. No solo Sullivan visitó Buenos Aires. También lo hicieron en dos oportunidades el Director Principal del Consejo Nacional de Seguridad para el Hemisferio Occidental, Juan Sebastián González y la subsecretaria Interina para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Julie Chung. El desembarco incluyó el viaje del jefe del Comando Sur Craig Faller, quien dejó el cargo a finales de año, y el contacto telefónico del propio Blinken con el ex canciller Felipe Solá.
Sin embargo, la secretaria del Tesoro Janet Yellen se mantiene inflexible ante los distintos pedidos de Guzmán y el gobierno argentino para que Estados Unidos juegue en línea con las pretensiones del gobierno argentino, tal y como lo hizo cuando Donald Trump actuó de manera decisiva para concederle el préstamo de 57.000 millones de dólares a Mauricio Macri. Muy comentado por fuentes cercanas al Frente de Todos, el vínculo de Josep Stiglitz con el esposo de Yellen, el Premio Nobel de Economía George Akerlof no trascendió hasta el momento las formalidades protocolares. A Guzmán le costó lograr un mano a mano con Yellen -lo hizo en Venecia en julio pasado-, pero no consiguió lo que buscaba.
El problema es que el Tesoro tiene una influencia mucho mayor que el ala política en la negociación con el Fondo y es el más reacio a convalidar los pedidos de la administración Fernández. Un funcionario que sigue de cerca la relación con Estados Unidos se lo explicó a elDiarioAR en los siguientes términos: “Hay un elemento clave y es que Yellen llegó sola al Tesoro. Recién ahora está armando un equipo. El resto de los funcionarios más importantes del área participaron de la operación de préstamo de 2018 al gobierno anterior. Son hombres y mujeres que forman parte de lo que se conoce como la línea del Tesoro. Cuando se renuevan los funcionarios políticos, ellos permanecen”.
El Departamento del Tesoro goza de una independencia extraordinaria si se la compara con la autonomía que los ministros de Economía pueden tener en otros países. En ese universo, nadie parece dispuesto a autoincriminarse para salvar a un país del tercer mundo que debe 44.000 millones de dólares. De hecho, en lo que constituye un dato crucial, Estados Unidos acaba de votar en contra de la Evaluación Ex Post que hizo el FMI con críticas al gobierno de Macri.
Aunque nadie en el gobierno argentino quiere nombrarlo demasiado para no tensar por demás el lazo, nadie pesa en ese mundo como David Lipton, el número dos de Christine Lagarde que dio un salto olímpico y desembarcó junto con Biden como lugarteniente de Yellen en el Tesoro. Lipton acredita toda una vida de trabajo en Wall Street y representa como pocos el poder permanente que trasciende las diferencias entre demócratas y republicanos. Una lectura similar tiene Guzmán sobre el equilibrio de fuerzas dentro del Fondo, donde la búlgara Kristalina Georgieva aparece rodeada por una corriente de pensamiento ortodoxo, que le impide avanzar como quisiera con sus reformas. Sin embargo, en el caso del gobierno demócrata, fue la propia Yellen quien convocó a Lipton para el cargo.
Hace algunos días, Arguello recibió en Washington la visita de Ben Kelmanson, un británico que llegará en los próximos días para asumir como nuevo representante residente del Fondo en Buenos Aires. Kelmanson lleva 22 años como funcionario del organismo y trabajo junto a Lipton. Su designación coincide además con la asunción del brasileño-israelí Ilan Goldfjan como director gerente del FMI para el hemisferio occidental.
Pese a las críticas de la oposición que lo señala en la línea de Cuba, Venezuela y Nicaragua, el gobierno argentino defiende su política diplomática y afirma que practica el multilateralismo en medio de la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China. De diálogo frecuente con funcionarios de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, Argüello informó hace un año que Fernández tenía previsto hacer un viaje a Beijing, lo que finalmente se concretará el 4 de febrero próximo, con motivo del 50 aniversario de las relaciones entre los dos países.
En cuanto a la asunción del argentino como titular de la CELAC, cerca del Presidente remarcan que no generó ningún cortocircuito y hasta remarcan que la reunión con Blinken fue anunciada el mismo día en que Fernández fue electo al frente del organismo. El propio embajador en Washington escribió hace unos días en Perfil una columna titulada “Celac: oportunidad para Argentina y la región”. Allí, sostiene que el organismo no es contradictorio sino complementario con la OEA y reitera lo que, a esta altura, es una tesis central del gobierno en la relación con Estados Unidos: que Fernández, por su vínculo con diferentes presidentes y por el país que representa, puede cumplir un rol de articulador que facilite la convergencia. Una isla de estabilidad en una región convulsionada y polarizada. A eso se suman otras coincidencias que el sector que también integra el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz busca destacar: con Biden, Estados Unidos acaba de reingresar al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, de donde Trump lo había retirado. Este año, por primera vez en su historia, Argentina presidirá el Consejo a través del embajador Federico Villegas Beltrán.
Hasta el momento al menos, nada de todo eso alcanza. Faltan poco más de dos meses para que el gobierno del Frente de Todos tenga que comenzar a pagar el primero de los vencimientos de 2022, un año en el que vencen 19.000 millones de dólares entre capital e intereses. Falta poco para saber si los funcionarios de Fernández logran finalmente incidir en el Tesoro norteamericano a través de sus vínculos con lo que consideran la línea política de Biden. En la Cancillería argentina sostiene que a Estados Unidos no le sirve empujar al precipicio a la Argentina de los Fernández y apuestan a que Biden incline la balanza. Piensan que también el presidente norteamericano se enfrenta a una instancia decisiva para la relación de los demócratas con la región y debe ratificar su autoridad. Falta menos para saber si Biden está dispuesto a hacer por Fernández algo equiparable a lo que hizo Trump por Macri.
DG