La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo su primera aparición pública en el cierre del plenario de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) en Pilar, más de dos meses después del intento de asesinato en su contra. Hasta ahora, sus apariciones estuvieron acotadas a sus tareas legislativas o protocolares. En menos de dos semanas, anticiparon, será la única oradora en el acto por el Día de la Militancia en el Estadio Diego Maradona, en La Plata.
Pulseras de acceso, detectores de metales, encargados de seguridad que revisaron uno por uno cada uno de los bolsos que ingresó al Microestadio de Pilar y sobre todo la consigna “CFK 2023” marcaron el regreso de la Vicepresidenta a un escenario.
Cristina fue invitada por el secretario general de la UOM Abel Furlán, quien en marzo de este año desplazó a Antonio Caló en la conducción nacional del gremio. Furlán, a diferencia de su antecesor, se ubicó siempre en las filas del kirchnerismo duro, detrás de Máximo Kirchner y la exmandataria. Mantuvo al gremio en la CGT, pero representa su expresión más rebelde.
El recambio en el gremio se sintió: Sentado en la primera fila, Caló fue más abucheado que el ex presidente Mauricio Macri.
“Microestadio Municipal de Pilar, acceso por Avenida Néstor Kirchner”, anunciaba un cartel para el ingreso al predio. Colectivos escolares y particulares llenos de militantes, algunos desde los que se escuchaba el ritmo de la murga, recorrieron las calles de entrada al predio. En las rejas y los alambrados, La Cámpora colgó mensajes que recibieron a la Vicepresidenta: “Bienvenida Cristina a Pilar!”, “Siempre con CFK”. Pero sobre todo, estaba el “CFK 2023”, que anticipo el primer grito de la multitud ante su aparición: “¡Cristina Presidenta!”, corearon.
Poco después del portón principal, el gremio armó una parrilla rodeada de largas mesas, donde los militantes recibieron un choripán y una bebida. “No entren sin comer, muchachos”, ofrecían los que repartían. Una vez entregada la comida, firmaban con una fibra las pulseras para el acceso. De todos modos, fuera y dentro del predio se vendía comida y bebida, pero también remeras, bolsos, gorras y pines. Hay para todos los gustos: de Perón, Evita, el Che, Néstor, Cristina, el Indio Solari y Lula. El piluso con las letras “CFK” bien grandes vale 1000 pesos.
Los afiliados a la UOM fueron entrando al predio agrupados en sus distintas seccionales, cada una mostrando sus colores. Los amarillos son de La Matanza, los verdes de Quilmes, los blancos de Avellaneda, los rojos de Bragado y los verdes y naranjas de San Martín.
En el vallado de entrada se agolparon los afiliados que intentaban ingresar. La seguridad a cargo del secretariado nacional los dejaba pasar de a uno, siempre y cuando mostraran el interior de sus mochilas, sus instrumentos y se dejen escanear por detectores de metales. En otra de las puertas que llevan a las plateas, el ingreso se había organizado por seccional. “La Matanza y Avellaneda” gritan desde la organización, mientras que los de San Martín entorpecen el paso tocando su murga lo más fuerte que pueden.
Dentro del pequeño estadio, el aire es denso y el calor ahoga. Desde el gremio, reparten botellas con agua sin cargo, arrojándolas desde la planta baja a la platea. Las murgas hacen latir el lugar. Es difícil escuchar a los altoparlantes, tanto que desde la dirigencia piden guardar los bombos, los platillos y los vientos. Los afiliados no hacen caso y siguen cantando “queremos aumento, la puta que lo parió”. Las trompetas entonan “Beso a beso”, y la tribuna estalla en aplausos y silbidos.
Ayer jueves, el secretario general solicitó una recomposición salarial del 111% a las cámaras empresariales de la industria, en una demostración de fuerza. Las negociaciones, donde los metalúrgicos pretenden sumarse al grupo de gremios por encima del 100% de aumento, continuarán el martes 15. La expectativa es que la presencia de la Vicepresidenta hoy signifique una muestra de apoyo político a su pedido.
A las 17, la platea ya temblaba cuando el orador anunció la la llegada de la Vicepresidenta, al ritmo de “Cristina Presidenta”. Uno por uno, van saliendo los demás secretarios, quienes se sentaron a los costados del escenario. La voz del locutor no llegó a decir el nombre de Cristina, ya que la tribuna estalló en vitoreos y aplausos. Ella, vestida de blanco, salió y estuvo unos segundos respondiendo a los aplausos, saludando golpeándose el pecho y haciendo la “V” de la victoria. Se sentó en el centro del escritorio, el intendente de Pilar Federico Achaval a su derecha, Abel Furlán a su izquierda, y detrás de ella la consigna: “No hay solución gremial sin solución política”. Desde la platea, la miraban Andrés “Cuervo” Larroque, Axel Kicillof y Pablo Moyano, entre otros. Al sentarse, Cristina sacó un abanico para darse aire.
Después de la palabra del intendente y del secretario general -quien busco aclarar que no la invitó para pedirle ninguna candidatura sino para agradecerle-, habló Cristina. Todos los que estaban sentados, se pararon. “Es mi primera salida”, destacó cruzada de brazos y visiblemente emocionada.
Con la voz entrecortada, dijo: “No me di cuenta del arma que pretendía volarme la cabeza”.
Luego de hablar de la noche del 1ro de septiembre, acusó al macrismo y expresó su resignación con la Justicia, acompañada por los abucheos de los presentes. “Les sirvo de acusada, no de victima”, apuntó.
A partir de ese momento, el silencio que marcó los discursos anteriores se suelta. Por momentos se hizo difícil escuchar las palabras de la Vicepresidenta. “Cuando se habla de economía, hay que hablar con números, no con eslogans ni consignas”, dijo, mientras detrás pasaban gráficos. El murmullo masivo de la tribuna acompañó el resto del discurso, con aplausos en cada uno de sus remates y algunos pedían silencio.
“Es posible hacerlo, porque lo hemos hecho”, dijo casi llegando al final en referencia a la duplicación de la clase media que el kirchnerismo logró para el 2012. “Los recuerdo en ese 9 de diciembre de 2015, éramos un pueblo alegre”, terminó. Acto seguido, una foto grupal, una salida que no llegó a verse en medio de la multitud y el cierre con “Argentina” de Trueno y Nathy Peluso. Algunas murgas seguían alegres, y continuaron tocando.
LC/MG