Política exterior

Diana Mondino bajo presión: reajustes y tensiones en una Cancillería marcada por las intrigas

Hace tiempo que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Javier Milei es un hervidero de intrigas. Más allá de que los rumores acerca de un desplazamiento de Diana Mondino se aplacaron con el correr de los meses, la polémica acerca de los lineamientos en materia de política exterior trazados por el gobierno de La Libertad Avanza no deja de acrecentarse, incluso puertas adentro de Cancillería. La semana pasada, a través de una nota que llevó su firma, el Presidente le exigió a todos los representantes y funcionarios del cuerpo diplomático que se alineen o renuncien a sus cargos.

“Quienes no se encuentren en condiciones de asumir los desafíos que depara el rumbo adoptado en defensa de las ideas de la libertad, deberán dar un paso al costado”, reza el texto rubricado por Milei, en el que se pone énfasis en la “nueva doctrina” que la Casa Rosada anunció en el mes de marzo y que implica, por definición, “que ningún funcionario de esta administración ni quienes representan a la Argentina en el exterior deben acompañar ninguna iniciativa (que vaya en contra) de valores que son pilares de esta nueva administración”.

Este mensaje inédito del Presidente, con los nombres de más de 400 miembros de la Cancillería, llega después de que se removiera a Ricardo Lagorio de la representación argentina ante la ONU y a Leopoldo Sahores del cargo de vice de Mondino. “Diana está haciendo su mejor esfuerzo, pero la línea se resiste”, elogian a la ministra en el entorno presidencial. Un guiño que, sin embargo, no se condice con los desplantes que sufrió en los últimos tiempos por parte de la Casa Rosada. El último de ellos, el mes pasado, cuando en el marco de la cumbre de la ONU debió viajar a Nueva York en un vuelo comercial distinto al que llevó al Presidente y el resto de la comitiva.

Es evidente que Mondino fue perdiendo poder puertas adentro de su propia área. Un ejemplo es el traslado de la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones y Comercio Internacional, un órgano clave del comercio internacional, de la órbita de Cancillería a la de la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei. También se incluye en esa lista el desplazamiento del secretario de Culto, Francisco Sánchez, que fue reemplazado en su cargo por Nahuel Sotelo, un ferviente católico que pertenece al círculo de confianza del asesor presidencial Santiago Caputo.

Sin embargo, el gesto más fuerte fue otro: la creciente injerencia en Cancillería de la abogada de perfil conservador Úrsula Basset, una asesora que oficia de “guardiana” de la “valores” que Milei declama defender en su carta. Sin cargo formal alguno, Basset tuvo su bautismo de fuego en junio, durante la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando en nombre del “triángulo de hierro” vigiló cada coma del documento presentado por la embajadora ante ese organismo, Sonia Cavallo. La misión de Basset fue evitar cualquier posible desviamiento diplomático hacia alguna postura a favor de la Agenda 2030. En el informe, Cavallo objetó todos los proyectos de Resolución referidos a los derechos humanos, el fortalecimiento de la democracia y la promoción de la igualdad de género en la diplomacia global.

“Estamos separando los tipos que tienen voluntad de acompañar de los tipos que quieren obstruir”, repiten en Casa Rosada, donde el dicurso de Milei ante la Asamblea General de la ONU fue leído como un punto de inflexión. Frente al atril del recinto principal de la ONU, en Nueva York, el Presidente dejó en claro cuáles son los principales puntos de esa “nueva doctrina” en materia de política exterior que el libertario declama llevar adelante desde el comienzo de su gestión, basada principalmente en un alineamiento casi teológico con Israel y los Estados Unidos.

En su reciente nota, Milei cita un fragmento de esa exposición, donde ratifica que la Argentina no se sumará al Pacto del Futuro “Agenda 2045”, el mismo que ya fue firmado por una abrumadora mayoría de los 193 países que integran la ONU. “No es otra cosa que un programa de gobierno supranacional de corte socialista que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados-nación, y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”, sentencia, contundente, en un llamado de atención a sus funcionarios.

Sin embargo, más allá de las demarcaciones ideológicas, en el mundo diplomático continúa el malestar por el impuesto a las Ganancias, pese a que la Justicia ya falló en contra de la decisión del Gobierno que pretende gravar el adicional que perciben en Cancillería por prestar servicio en el exterior. A ese conflicto en los últimos días también se le sumó otro, incipiente: el que puede comenzar a partir del recorte que planea Milei del gastos de traslado de los diplomáticos, algo que afectaría directamente a quienes se demepeñan en embajadas.

Son todos frentes abiertos con los que debe lidiar Mondino, que este miércoles se vio envuelta en otra polémica: se difundió un comunicado sobre una actividad oficial en la que participó, donde se alude a las Islas Malvinas como “Falklands”, que es la denominación británica. La publicación la realizó la oficina de Coordinación de Veteranos de la Guerra de Malvinas, dependiente del Ministerio de Defensa. “Estamos identificando al responsable para despedirlo”, escribió luego Mondino en X. Es que en Cancillería aseguran que fue la cartera que conduce Luis Petri la que modificó “maliciosamente” el texto. No hay paz.

PL/JJD