“Elegant”, dijo Cristina Kirchner, cauta, como midiendo si su pronunciación era exacta. Hablaba de L-gante, un cantante de cumbia argentino que -según contó- empezó a componer y a grabar con una notebook del programa Conectar Igualdad con el que, hasta el 2015, se repartieron más de 5 millones de computadoras.
La referencia de la vicepresidente se bifurca, como suele ocurrir, en varios planos. Un autoelogio por aquel programa de su gobierno, vía ANSeS, que Mauricio Macri interrumpió y un halago, con el tráfico abierto de una simpatía política en la previa electoral, hacia Martín Insaurralde que lanzó un mini Conectar Igualdad en su distrito, Lomas de Zamora. Metamensaje: tampoco la gestión de Alberto Fernández revivió aquel programa.
Mostró, en paralelo, a Cristina en formato campaña y con un foco en un segmento que se volvió esquivo para el gobierno: los jóvenes. La mención a L-gante, al margen de la relación con Conectar Igualdad, la combinó con la referencia a otros dos músicos, Wos y Trueno, raperos y freestylers. Habitan universos musicales conectados pero distintos: L-gante, en la órbita de la cumbia; Wos y Trueno -que grabaron juntos- del rap urbano, más convencional.
“Hay que escucharlos. Nosotros somos de otra generación, yo de Fito Paez, el presidente de Litto Nebbia”, dijo Cristina. Casi innecesario lo de Nebbia, amigo de Alberto Fernández, visitante habitual a Olivos, la figura que quedó atada al equívoco de los barcos y los indios que fue una bomba sucia en el oficialismo y que, a 20 días del episodio, todavía hace correr sudor frío a los funcionarios cuando habla el presidente. “Un día más sin errores”, grafica un funcionario.
Inquieta
Cristina, además de tener a Axel Kicillof como gurú económico, ha compartido sus últimas apariciones con el gobernador. La última, antes de la de este jueves en Lomas, fue en La Plata. Es un rasgo que se repite y refleja, cuentan en el FdT, inquietud sobre lo que pueda ocurrir en las elecciones de este año en la provincia de Buenos Aires, territorio que más allá de lo simbólico, tiene alto impacto sobre la composición de la Cámara de Diputados en el segundo tramo de la gestión de los Fernández.
Predice, a la vez, un modus operandi de campaña: apariciones quirúrgicas, en general sorpresivas, y con mensajes puntuales. Los que pronuncia y los que calla: sus últimas dos intervenciones, por caso, la novedad fue la mención a Alberto Fernández, que se traduce en el FdT como un gesto de buena convivencia. No está claro, sin embargo, si habrá actividades compartidas ni, tampoco, si lo de Cristina será sistemático o episódico. “Como en el 2019: Alberto y Cristina por separado y con mensajes distintos”, plantea un operador que, sin embargo, deja abierto un margen para eventuales cambios.
Pero, además la empatía explícita con Kicillof, la vicepresidente mostró este jueves otra carta: estuvo en Lomas con Insaurralde, un intendente del PJ clásico, socio de Máximo Kirchner, a quien alguna vez -allá por el 2013- bendijo como candidato a diputado para enfrentar a Sergio Massa, por entonces un díscolo que encabezó un cisma en el Frente para la Victoria (FpV), enfrentó y derrotó al oficialismo.
“Parece un gesto para instalar a Martín entre los nombres de posibles candidatos”, confió un alcalde que estuvo en Lomas, despliegue de territorialidad que Insaurralde tejió mano a mano con cada intendente que invitó al acto. Se lee como parte de un debate que, tal como se contó en elDiarioAR, cruza el corazón del oficialismo: ir a la elección con candidatos de peso, ministros, diputados o hasta intendentes, o apostar a figuras más livianas, algo así como el “candidato es el proyecto” y que la campaña la hagan Fernández y Kicillof.
Montado a esa teoría, en la ruleta aparecieron los nombres de Sergio Massa, el del jefe de Gabinete Santiago Cafiero y de los ministros Gabriel Katopodis y Eduardo “Wado” De Pedro. El criterio de jugar cartas fuertes, identificadas con el gobierno, “con volumen”. El lado B: que ser candidato implicaría dejar sus cargos en el Gobierno aunque, según susurran otros, podrían ser candidatos y no asumir sus bancas.
En una tanda de mediciones solicitada el fin de semana se incluyó a Insaurralde que, como indica el manual del candidato que quiere ser, hace un mes cuando lo sondeó un referente afirmó en voz alta y fuerte que no tenían ningún interés en encabezar la boleta. La presencia de Cristina, lo ponen en una maratón todavía incierta. En el ejercicio de traducir a la vice, otro párrafo aportó pistas: la mención a “Nico”, el viceministro de Salud bonaerense Nicolás Kreplak, fue interpretado como un indicio de que podría convertirse en candidato en la provincia. Lo otro, en el mismo tema, fue la metralla sobre Juan Manzur.
Sobre Insaurralde hubo, como en un movimiento de nado sincronizado, otro renglón. “No venimos al gobierno para ajustar”, dijo el intendente anfitrión y arrancó el aplauso de Cristina que a su turno abrazó, otra vez, el tema del Fondo Monetario, una negociación que zigzaguea a pesar que Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán consideran imprescindible pero que la vice condiciona con objeciones sobre futuras intromisiones del organismo y la letanía, recurrente, del préstamo político a Mauricio Macri.
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