En 2007 hacía campaña en favor de Mauricio Macri por los pasillos de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Previsiblemente, no tuvo éxito. Su invitación a combatir el populismo no generaba demasiados adeptos entre los alumnos de “Ramos”. Así se le dice a la sede de la Universidad de Buenos Aires ubicada en la calle Ramos Mejía 847, a metros del Parque Centenario. Darío Nieto estudiaba la carrera de Ciencia Política. Si bien lo militaba con desparpajo, ni soñaba con la posibilidad de que Macri llegara a la presidencia. Y mucho menos con la perspectiva de convertirse en la sombra de Mauricio en el poder, y después también en el despoder.
Un excompañero de Nieto en Sociales recuerda que una vez lo corrieron de una asamblea. Y asegura que el actual asistente del jefe del PRO se enfurecía cuando los cuadernillos que vendía el centro de apuntes incluían la leyenda “fuera Macri”. Bicho raro en la universidad pública, lo volvió a ser cuando entró al team comunicacional del PRO. Era uno de los pocos que había estudiado en la UBA y no en una privada.
Su arribo al mundo Macri se dio desde la periferia al centro: empezó en 2008 en el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, un organismo descentralizado del gobierno porteño. Hasta que conoció a Francisco Quintana, exlegislador y actual integrante del Consejo de la Magistratura de la Capital. Quintana es un dirigente cercano a Daniel “El Tano” Angelici. De trabajar para Quintana, Nieto pasó a la escudería de Marcos Peña en 2013. Ese año coordinó la campaña para diputado nacional por La Pampa de Carlos Mac Allister. En Córdoba colaboró con Oscar Aguad. Y ya en 2015 se encargó de la comunicación de Gabriela Michetti, quien resultaría electa vice de Macri.
En diciembre de 2015, fue designado secretario privado de Macri en La Rosada. En 2017, ascendió a subsecretario de Asuntos Presidenciales. Le organizaba la agenda, planificando detalles de sus viejas nacionales e internacionales. A partir de 2017, tuvo a su cargo la Dirección de logística, la de ceremonial, la de audiencias y la unidad médica presidencial. Desde la administración de helicópteros y aviones para el traslado presidencial, hasta la catalogación de las cartas que le llegaban a Macri figuraban bajo su organigrama. Llegó a tener 125 personas a cargo. Acompañó a Macri a giras y cumbres por Alemania, Japón, Chile, Brasil, China y Estados Unidos.
Tras la caída electoral cambiemita, Nieto mantuvo a su empleador. Sigue siendo el secretario de Macri. Haber sido señalado como un articulador entre el expresidente y el submundo del espionaje ilegal de la AFI no lo perjudicó. Al contrario, esa acusación le subió las acciones ante los ojos de Macri.
Ahora, tras haber quedado enredado en la investigación por el espionaje ilegal amarillo (causa en la que le dictaron falta de mérito), está a punto de salir definitivamente de las bambalinas de la política. Nieto está decidido a levantar el perfil. A institucionalizarse. Con un discurso antipopulista calcado al que el expresidente predica en sus redes, en los foros de líderes conservadores a los que asiste y en las entrevistas que dosifica, Nieto tiene enormes chances de ser candidato a legislador porteño del PRO. Para entrar en esa boleta, este politólogo de 36 años y anteojos de aumento generoso cuenta con la venia del expresidente. Al igual que Patricia Bullrich en la Capital y Gustavo Santos en Córdoba, Nieto es uno de las apadrinados por Macri para ser candidato en las próximas legislativas. Cerca de Horacio Rodríguez Larreta ya dan por hecho, con el entusiasmo en punto neutro, que Nieto ocupará un lugar expectante en la boleta capitalina.
El 6 de abril pasado, Nieto escribió una nota de opinión en el diario La Nación. Pronosticaba que el gobierno de Alberto Fernández marchaba hacia una “autocracia -concentración del poder en una sola persona que se encuentra por encima de las leyes- o una democradura, definida como un régimen político que combina las apariencias democráticas con un ejercicio autoritario del poder y elimina la posibilidad de alternancia en el gobierno por las vías del voto popular”. En el artículo establecía uno de los paralelos favoritos del fundador del PRO: el de la política con el deporte. El básquet, en esta oportunidad. Nieto apelaba a The Last Dance, la serie que relata la historia del último anillo de campeón de los Chicago Bulls de la NBA, para sugerir que que el de Fernández será el último ciclo “populista”.
Nieto tiene una oficina propia, pegada a la de Macri, en un tercer piso con vista a la avenida Libertador. Ahí, en un edificio ubicado a tres cuadras de la quinta de Olivos, Macri montó una base operativa desde la que bendice candidatos y mantiene reuniones con empresarios, aliados potenciales y exfuncionarios. Es su Instituto Patria al revés. Nieto le maneja la agenda y lo acompaña en sus giras político-literarias. En esos tours por el interior del país, como la reciente visita que ambos realizaron a Córdoba, Macri aprovecha para presentar su (algo alicaído en ventas) libro Primer Tiempo.
“Macri jamás mandó a espiar a nadie”, aseguró ante LN+. Pese al pedido de los querellantes de la causa sobre espionaje, Nieto no está procesado. Los exjefes de la Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, en cambio, sí lo están junto a los exdirectivos del Servicio Penitenciario Federal. “Decían que una banda de espías me pasaban cosas a mí y yo se las pasaba a Mauricio Macri. Es falso”, juró Nieto sobre la denuncia en su contra.
Si bien la investigación se inició en el juzgado de Lomas de Zamora, a cargo de Juan Pablo Augé, en abril pasado el expediente fue mudado a Comodoro Py. Así lo ordenó la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, con los votos de Mariano Borinsky y Javier Carbajo. Ahora la causa está en manos de la jueza federal María Eugenia Capuchetti, la última en arribar a los tribunales de Retiro.
Cerca de Nieto presumen que ya se acabó la sombra de duda sobre su performance y sus contactos con la inteligencia para-estatal que efectivamente existió durante la gestión de Arribas y Majdalani. Se trata de un alivio para el politólogo de la UBA e inminente candidato a legislador porteño. También lo es para Macri, quien está molesto por la jugada de Fabián Pepín Rodríguez Simón de autoexiliarse en Uruguay.
AF