No existe una mirada unificada en la oposición sobre el principal problema de la Argentina. Tampoco, un referente validado por las distintas tribus de Juntos por el Cambio. Ni siquiera al interior del PRO. Pero sí ya hay voces que se imponen al interior de cada grupo. Dentro del larretismo, el economista que pica en punta es Hernán Lacunza. El exministro de Economía de María Eugenia Vidal está preparando junto a su equipo una suerte de plan tentativo para el 2023. El programa encierra una serie de hipótesis por demás optimistas. Las principales son dos: que efectivamente Horacio Rodríguez Larreta se consagre presidente y que el ajuste, que considera entre necesario e inevitable, lo realice el gobierno de Alberto Fernández en los próximos dos años.
“El 2023 depende mucho de condiciones que hoy no están claras, con una dinámica muy errática del programa actual”, se atajan cerca de Lacunza. Pero lo cierto es que el actual director de la consultora privada Empiria se reúne cada dos semanas con el alcalde porteño y le organiza encuentros con otros economistas, con empresarios y potenciales inversores. El establishment argentino todavía tiene bajo estudio a Larreta. Lo mira con una mezcla de ilusión y desconfianza, tras la experiencia fallida de Mauricio Macri. El alcalde está obligado a un juego de contrastes doble: con el kirchnerismo, pero también con el macrismo. Tiene que probar que su aventura sería distinta a la de su exjefe.
El miércoles pasado, el candidato a diputado Diego Santilli rindió examen ante los empresarios decepcionados con Macri. El embajador larreteano en la Provincia almorzó en el hotel Alvear, invitado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp). Los escuchó atentamente la élite económica de la Argentina: Alejandro Bulgheroni, accionista de Pan American Energy (PAE); los presidentes de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), Mario Grinman, de la Unión Industrial Argentina (UIA) y del Cicyp, Daniel Funes de Rioja, y de la Bolsa de Comercio, Adelmo Gabbi, entre otros.
Ahí, el exvice de Rodríguez Larreta prometió bajar impuestos, reducir el Estado a tres funciones esenciales y cambiar la legislación laboral. Cuando le preguntaron si apoyará un acuerdo entre el gobierno y el FMI (en su futuro papel de diputado le tocará votar ese arreglo), respondió afirmativamente. Argumentó de forma algo somera que será lo que le “sirva a la Argentina”.
“No acordar no es una opción”, coincide Lacunza. En ese punto hay un consenso genérico entre los dirigentes que piensan el panorama económico en Juntos por el Cambio. ¿Quiénes? El senador Martín Lousteau y el candidato a diputado por la Capital Martín Tetaz, ambos militantes del bando radical. También, los mauricistas: el exministro de Hacienda Nicolás Dujovne, el diputado y expresidente de la Comisión de Presupuesto Luciano Laspina y el ex presidente del Banco Central, Guido Sandleris. Los tres, más Lacunza comparten un grupo de whatsapp. Ahí pingponenan sobre la agenda de la política económica, con muchos acuerdos pero a su vez con disidencias.
Nico, el socio macrista del silencio
Dujovne es el único de los cuatro que mantiene un perfil bajo. Los consejos a su amigo Macri son el hilo que une al excolumnista televisivo de Carlos Pagni con la política. Con Rodríguez Larreta no tiene trato alguno. Dujovne quedó muy asociado al derrumbe final de Macri, y el alcalde lo sabe perfectamente. Por fuera de esa línea de diálogo permanente con el expresidente, el exministro está retirado y dedicado exclusivamente a sus negocios. Es socio del exsecretario de Hacienda y Crédito Público de México, José Antonio González Anaya, en un fondo de inversión que se especializa en los mercados emergentes. En concreto, administran el dinero de distintas personas (millonarias) y compañías.
El exministro de Macri conoció a su actual socio en julio de 2018. Fue durante uno de los encuentros previos a la cumbre central del G-20 realizada en Buenos Aires. El gobierno de Cambiemos ya había pedido el auxilio desesperado del FMI, en lo que sería el principio del fin.
Días atrás fue retratado, en una foto de celular al paso, junto a Macri en Miami. Cenaban en el restaurante Cipriani, de la Florida. “Coincidieron en Miami y arreglaron para verse. Son muy amigos”, explican cerca de Dujovne. Si bien vive en el barrio de Belgrano, el inversor a su vez alterna entre Nueva York y Punta del Este.
Hace dos semanas hizo un alto en su hermetismo público. Aceptó darle una entrevista a Clarín. “No es cierto que haga falta un acuerdo nacional para un acuerdo con el FMI. El Fondo quiere sólo reaseguros políticos, que el país vaya en una dirección compatible con un programa sólido y no qué piensa la oposición”, opinó Dujovne. El asesor en finanzas además aseguró que el programa acordado a las apuradas con el FMI “sí funcionó”.
“El dilema es qué tipo y calidad de acuerdo vas a tener”, plantea Lacunza. En Radio La Red el principal consiglieri económico de Larreta y María Eugenia Vidal pronosticó que tanto “el deudor como el acreedor están tratando de estirar los plazos. Va a ser un acuerdo liviano, donde se posterguen vencimientos. El Fondo no gatillará la crisis y el gobierno no querrá hacer el ajuste. El mérito será no caer en una crisis durante el verano, pero no tendrá la virtud del largo plazo. Vamos a estirar la agonía”.
Lacunza y su plan para Larreta 2023
Autor intelectual del cepo a la compra de dólares sobre el final del ciclo macrista (asumió una semana después de la de derrota de las PASO en agosto de 2019), Lacunza no trabaja solo en el plan que proyecta para el 2023. Lo acompañan otros economistas. La única mujer es su exjefa de Gabinete y candidata a legisladora Milagros Gismondi. También el hermano de Milagros, Francisco Gismondi, socio de Lacunza en Empiria.
Semanas atrás, Francisco Gismondi publicó un artículo en la revista digital Seúl. El socio de Lacunza lo tituló “Bajar la inflación llevará (muchos) años”. Ahí, en contraste pleno con el voluntarismo que exhibía Macri en 2015, expuso que “si el actual gobierno, el que venga después o el que finalmente se decida a bajar la cree que se puede hacer rápido o fácil, va a tener problemas, como los tuvo el gobierno de Cambiemos”. Se trata de un abordaje gradualista al problema crónico de la inflación.
A mitad de camino entre la praxis política y la reflexión economía se ubica Luciano Laspina. El diputado santafesino es otro de los economistas que está preparando un equipo para el 2023. Según su revisión histórica, desde la vuelta de la democracia sólo hubo dos planes económicos integrales: el Austral alfonsinista y la Convertibilidad de Carlos Menem. El objetivo de Laspina es ser el autor intelectual del tercero, aunque con desenlaces menos traumáticos que los dos de los anteriores.
Si bien anticipa su voto afirmativo a un cierre de la negociación con el FMI, Laspina quiere analizar la letra chica del pacto. Pretende que el acuerdo implique un cambio radical en la política fiscal, tarifaria, monetaria y de equilibrio externo. Sin demasiadas ilusiones, espera que Alberto Fernández encare un ajuste después de las legislativas del 14 de noviembre y rumbo al 2023. Pese a reconocer el liderazgo de Macri, el diputado y economista es un interlocutor ecuménico de larretistas y radicales.
Las cuatro voces radicales
En la UCR existen al menos cuatro voceros sobre la situación económica. Hubo dos que se sumaron en los últimos meses y por la vía electoral: los candidatos a diputados por la Capital Martín Tetaz y el exministro aliancista Ricardo López Murphy. Si bien por ahora están enfocados en los debates de campaña, por momentos más chicaneros que conceptuales, después de las elecciones se aplicarán a las mesas de análisis sobre el rumbo general. El tercer radical es un líbero que coqueteó con ser candidato en Tucumán: Alfonso Prat-Gay, el primer ministro de Hacienda y Finanzas de Macri, antecesor de Dujovne y de Lacunza.
“Está todo un poco anárquico, pero escuchamos a Alfonso, también a Carlos Melconián y a Lacunza”, reconoce un dirigente radical. Melconián es un free rider consultado por casi toda la oposición. Pero no participa de ningún espacio orgánico. “Es mejor negocio sonar como candidato a ministro que efectivamente serlo”, le dedica un macrista con malicia. Melconián todavía está resentido por su salida del gobierno en 2017. “No renuncié al Banco Nación, me rajaron”, se quejó mientras cenaba con Juanita Viale.
Con perfil y ambiciones más políticas que técnicas, Martín Lousteau es otro referente del cambiemismo. Con Rodríguez Larreta almuerza una vez por semana en la sede de gobierno de Uspallata. Cambian figuritas sobre la coyuntura, pero también sobre la macro. Si antes de las PASO el senador planteaba la necesidad de incluir a la económica entre los ejes de campaña, ahora el exministro de Cristina Kirchner insiste con más énfasis. “El lunes siguiente a las elecciones tenemos que afinar un programa que reconozca equivocaciones, trace un diagnóstico claro y señale un camino de salida. Y se lo tenemos que mostrar a la sociedad”, revelan cerca de Lousteau.
Anotado para suceder a Larreta en la Ciudad, el senador cuenta con una troupe de economistas. El más conocido del grupo es Guido Lorenzo, director de la consultora LCG, fundada por Lousteau. “Es en la cuestión económica que se encuentra la contradicción más evidente, la que aún parece no poder resolver Cristina Fernández: no se puede aumentar el déficit y al mismo tiempo reducir la deuda y bajar la inflación”, desgrana un informe reciente de LCG.
Pesimistas de trazo grueso respecto a lo que se viene, la familia de economistas está a la espera del escenario post-electoral. Pretenden que el Frente de Todos zanje su interna abierta respecto al rumbo macro. Pero no son neutrales ante esa pulseada. Los cambiemitas hinchan sin disimulo para que se imponga la línea de la austeridad y el ajuste antes de 2023.
AF