"Presideeente / Patricia Presideeente". El gritó del público y los dirigentes cambiemitas que coparon el salón Ombú de Parque Norte sonó más como desahogo que festejo. Fue un fogonazo de catarsis repentina que duró segundos, cuando Patricia Bullrich dijo en un canal de televisión que Horacio Rodríguez Larreta la había llamado para felicitarla: la verdadera sensación en la noche de Juntos por el Cambio era la preocupación interna por el batacazo de Javier Milei, que cuando se conocieron los primeros datos oficiales confirmaron que incluso fue el más votado por sobre los dos postulantes opositores en par.
“Ya me llamó Horacio”, reconoció Bullrich cuando entraba al predio del sindicato de Empleados de Comercio, que conduce históricamente Armando Cavalieri, y la sorpresa del título se notaba en la cara de los larretistas que estaban en el búnker. Alrededor del alcalde porteño hasta entonces se habían resistido a admitir un resultado en contra; aducían que faltaban mesas testigos en provincia de Buenos Aires para emparejar la cancha inclinada que mostraba el interior de país.
La tendencia marcaba una diferencia de aproximadamente un millón de votos en favor de la exministra de Seguridad de Mauricio Macri. Con los primeros resultados puestos, y la provincia más populosa escrutada en menos de 40 por ciento, en JxC prendían velas para que el segundo puesto del sello no se convirtiera en un tercer lugar: entre la oposición y el oficialista Unión por la Patria era de apenas dos puntos porcentuales.
Aún sin Larreta en Parque Norte, pasadas las 23, Bullrich festejó en el comando abrazándose al mismísimo Macri. Una postal que ilustró el aporte que hizo el exmandatario al armado de su entonces funcionaria. Los abrazos y gritos internos también buscaron tapar una performance que fue menor a la esperada.
“El tema Milei nos complicó”, sentenció una influyente voz en el armado electoral de Larreta. “Estamos sorprendidos”, abundó la fuente consultada por elDiarioAR sobre un escenario que fue compartido en ambos bandos de la interna opositora, más allá de quién ganó la interna descarnada que protagonizaron Bullrich y Larreta. El gran resultado del libertario se detectó temprano en JxC a partir de las mesas testigos que las dos tribus tenían.
Ahora se vienen horas de intensa discusión interna sobre cómo encarar el segundo tramo de la campaña hacia las generales de octubre, sobre todo porque la oposición creía ganada de antemano las PASO frente a un Gobierno en crisis. En un análisis rápido, una legisladora opositora entendió que los resultados se podrían deber a la cruenta interna que vivieron los dos presidenciables del PRO y a los sucesos de violencia de la última semana.
La tensión entre Larreta y Bullrich estuvo latente en el búnker en la previa. “Fue tremendo lo de Patricia. No lo podíamos creer”, comentó un miembro del equipo de Larreta por la demorada votación que protagonizó Bullrich al querer emitir su voto electrónico en la ciudad de Buenos Aires. “Nos inundó la agenda”, completó, sin evitar una mueca de disgusto. Detrás suyo, el búnker de JxC comenzaba a llenarse de a poco, con una enorme pantalla en el escenario principal transmitiendo en loop el logo del frente opositor.
Ya estaban dispuestas una serie de salas separadas donde Bullrich como Larreta se iban a ubicar cuando arribaran a Parque Norte. Antes que ellos entró también el exmandatario Macri. Durante la tarde-noche, cada precandidato se recluyó en su propio comando: la exministra en su oficina frente a Plaza de Mayo; el jefe de Gobierno, sobre la calle Olazábal.
La jornada de elecciones comenzó más temprano para Larreta que para Bullrich. Fiel a su cábala, pasó por el notable Café Tortoni, en el microcentro porteño, antes de mostrarse a las 9 con Diego Santilli, su precandidato bonaerense, en Tigre. “Es un día para expresar lo que queremos”, dijo allí, con esa formalidad de declaraciones a las que obliga la veda electoral.
Larreta votó luego en la Facultad de Derecho de la UBA, donde pasó un mal trago: fue insultado por un grupo de militantes de izquierda tras la muerte de Facundo Molares, el jueves, luego de que la Policía porteña reprimiera una manifestación contra las elecciones en la explanada del Obelisco. “¡Asesino!”, le gritaron militantes de Rebelión Popular que lo corrieron a la salida de votar por la avenida Libertador.
Pasado el mediodía, el foco se trasladó a Bullrich, cuando fue a votar en el predio de la Sociedad Rural de Palermo. Siete veces intentó sin suerte porque falló la máquina. La suya fue una de las 85 que tuvieron que reemplazarse en toda la Ciudad, según datos oficiales del Instituto de Gestión Electoral. En total hubo algún tipo de inconvenientes en 251 máquinas, de las cuales 166 se repararon. “La votación en CABA fue un desastre”, se quejó entonces Bullrich, aprovechando para cuestionar por elevación a su rival en la interna. Las urnas dieron esta noche el veredicto de quién de los dos competirá en las generales de octubre por JxC.
MC/DTC