Patricia Bullrich repasó este martes junto a su equipo el debate del domingo pasado. En el análisis “en frío” con su mesa chica, la candidata quedó conforme con su performance en Santiago del Estero, pese a dos factores en contra: la tuvo a mal traer un estado gripal que arrastraba desde el fin de semana previo y trastabilló en varias oportunidades de sus intervenciones. Mostró su talón de Aquiles en economía y, salvo algunos fogonazos, no supo golpear con contundencia a sus dos contrincantes principales, Javier Milei y Sergio Massa.
“Viéndolo de nuevo, más en frío, Patricia estuvo muy bien. Ella es una estratega. La faringitis que tenía la perjudicó, pero a pesar de eso hizo un gran papel, y Massa/Milei no lograron invisibilizarla”, explicó ante elDiarioAR un confidente suyo que está detrás de su estrategia en esta etapa de debates.
Pese al saldo positivo que se consensuó puertas adentro, Bullrich enfrenta un ruido interno para dar vuelta la página y mejorar en el segundo round del domingo que viene en la Facultad de Derecho de la UBA. Tiene en agenda ensayar el viernes en el estudio de televisión que le prestaron en el barrio de Belgrano. A su alrededor es palpable cierta ansiedad por meterse en el balotaje; sin decirlo, son conscientes de que están corriendo detrás del libertario y del ministro-candidato.
Entre los colaboradores de Bullrich se abrió una cuña sobre cómo encarar el próximo debate. Por un lado están los que le exigen que explote su verborragia más auténtica, fiel a su perfil de política curtida; y por otro, quienes opinan que debería estar más apegada a una narrativa pensada de antemano. “La demanda que tiene Patricia es que sea más ella misma, que le afloje al coaching”, afirmó a este medio una segunda fuente que orbita en el círculo más cercano a la candidata. En ese punto el reparo es contra el consultor Derek Hampton.
elDiarioAR ya contó que en las pocas prácticas que tuvo previas al debate, Bullrich tuvo a mano sus mensajes escritos, pero que siempre prefirió transmitirlos a su propio modo. “La verdad es que no estaba coacheada. La gente quiere verla con más fuerza, pero había una limitación de salud y el formato es muy institucional”, dijo el primer colaborador bullrichista consultado, que también la acompañó a Santiago del Estero. Un dato, sin embargo, revela el ánimo interno: a Bullrich ya le recomendaron que, en caso de acceder al balotaje, se tome unos días de descanso.
El post-debate también generó algunas críticas por lo bajo en el resto de la oposición, aunque en la superficie la candidata logró abroquelar rápidamente a todos los dirigentes cambiemitas detrás suyo: el lunes recibió un respaldo del Consejo Nacional del PRO, aunque este medio supo que no asistió allí Hampton –que estaba en la agenda– y que “no fue invitado” Hernán Lombardi, uno de los cerebros estéticos de la campaña de JxC.
Para dar otra muestra de cierta unión interna, este martes Bullrich grabó un video con todos los gobernadores o candidatos a gobernadores de JxC. “El 22 de octubre estamos frente a la oportunidad histórica de lograr transformaciones duraderas con poder político propio, con gobernadores, más de 500 intendentes y con mayorías en el Congreso. Esa es la fuerza de JxC”, dijo en su cuenta en X, ponderando el músculo político e institucional de la oposición.
“Patricia era la que más tenía que aprovechar el debate y le fue como el o…”, sentenció un operador que está en las filas de Horacio Rodríguez Larreta y trabajó codo a codo en su campaña hacia las PASO. “En economía sigue haciendo agua y en la campaña hay desorientación e incertidumbre”, agregó el larretista a este medio. El jefe de Gobierno le aportó a Bullrich equipos técnicos para analizar encuestas y tener más herramientas de comunicación, pero poco en lo político: apenas se mostraron juntos una vez en las últimas semanas.
Bullrich confía en que puede salir mejor parada el domingo porque uno de los ejes del debate es Seguridad, su área de expertise. Sin embargo ya dio otro paso en falso: en una entrevista con Alejandro Fantino propuso una modificación del Código Penal para “grabar” las conversaciones de los presos con sus defensas, iniciativa que iría en contra acordadas de la Corte Suprema que resguarda el debido proceso y que está amparado por la Constitución.
La candidata además ensayó una redirección de su campaña: fue al choque frontal con Milei, pese a que hasta ahora se había enfocado solo en cuestionar al kirchnerismo. Ayer anunció que va a denunciar penalmente al postulante de La Libertad Avanza por haber afirmado que fue “una montonera tira bombas” y que “ha puesto bombas en jardines de infantes”. Bullrich tiene una necesidad de pescar votos en la pecera del libertaria –muchos cambiemitas se fueron con él–, pero principalmente cree que debe atraer a los que no fueron a votar en las PASO. En agosto votó el 69% del electorado, la participación más baja en una primaria presidencial: fueron a votar 1,4 millones de electores menos que en 2019. Muchos de los ausentes o indecisos podrían definirse a partir de los debates entre los candidatos.
“El secreto son los ausentes. Hay 10 puntos que no sabemos para dónde van a ir. Es una Caja de Pandora”, reflexionó un armador de Bullrich, que si bien apuesta a que la candidata llegará a la segunda vuelta, admitió no tener certeza: “La moneda está en el aire”.
Bullrich calcula que necesita una remontada de por lo menos 2 millones de votos para meterse en el balotaje. Se lanzó a la ruta con su caravana en la “Patoneta”, y ya recorrió medio país, pero en el PRO hay voces encontradas sobre su efectividad. “No está generando volumen”, recogió este medio. Ahora está en análisis hacer una movilización callejera, buscando emular la campaña del “Sí se puede” que hizo Macri en el 2019, que comenzó con una concentración multitudinaria en Plaza de Mayo.
Mientras tanto, esta noche de martes Bullrich iba a “pasar la gorra” con una cena de recaudación en el Movistar Arena. El ágape, en un lugar muy distinto al Yacht Club –donde fue el anterior–, pretendía una concurrencia de inversiones más austera, pero más masiva.
MC/JJD