Una propuesta para la “formación de una convergencia plural e independiente de políticos, periodistas, líderes sociales y religiosos, intelectuales y académicos que pueda llevar adelante una campaña pública de defensa de los valores democráticos y los derechos humanos, específicamente dirigida a contrarrestar los ataques y la desvalorización que vienen sufriendo a manos de los candidatos libertarios” fue dada a conocer en las últimas horas, firmada por personalidades como Graciela Fernández Meijide, Roberto Gargarella, Roy Hora, Hinde Pomeraniec, Hilda Sabato, Beatriz Sarlo, Maristella Svampa y Pablo Alabarces, entre otros y otras.
Bajo el título “Compromiso electoral: ante las amenazas a la democracia”, y como análisis posterior del triunfo de Javier Milei como candidato más votado en las PASO presidenciales del pasado 13 de agosto, el grupo de intelectuales advierte que se trata de “la primera vez en 40 años de democracia que candidatos con discursos que promueven la violencia social y política, el desconocimiento de toda idea de equidad y, muy especialmente, la reivindicación de la dictadura militar, llegan con grandes posibilidades de triunfo a una elección presidencial”.
Los firmantes aseguran en la carta tener “serias dudas de que los dos bloques corresponsables de haber producido esta crisis (”los gobiernos kirchneristas“ y ”su oposición macrista“) tengan la capacidad de sacarnos de ella –al punto de que algunos de nosotros, si la opción electoral se redujera a esas alternativas, votaríamos en blanco”.
La carta completa y las firmas
“Las sociedades democráticas se ponen a prueba en los momentos de crisis terminal. El triunfo en las PASO del movimiento libertario que lidera Javier Milei es uno de esos momentos, una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983 porque, más allá de las múltiples razones que explican la decisión de un sin duda heterogéneo electorado, es la primera vez en 40 años de democracia que candidatos con discursos que promueven la violencia social y política, el desconocimiento de toda idea de equidad y, muy especialmente, la reivindicación de la dictadura militar, llegan con grandes posibilidades de triunfo a una elección presidencial.
Por supuesto, el alcance actual de estos discursos es en sí mismo un diagnóstico implacable sobre el curso de estos 40 años: si los resultados económicos, sociales y ambientales ya habían mostrado sus dramáticas limitaciones, los consensos ganados en el terreno de los derechos humanos y la conquista de nuevos derechos civiles parecían garantizar una plataforma sólida, uno de los contados aspectos de nuestra realidad que podíamos considerar definitivamente implantados en la sociedad y las instituciones.
Pero la fatal combinación del uso político por los gobiernos kirchneristas (con la erosión resultante de la credibilidad del movimiento de derechos humanos) y la falta de interés y el menoscabo del tema por su oposición macrista no pasaron en vano, abriendo las puertas para este nuevo paso, impensable hace apenas unos meses: que la negación abierta de todo lo logrado en ese campo fuera ratificada por un amplio respaldo electoral.
Tenemos serias dudas de que los dos bloques corresponsables de haber producido esta crisis tengan la capacidad de sacarnos de ella –al punto de que algunos de nosotros, si la opción electoral se redujera a esas alternativas, votaríamos en blanco. Pero al mismo tiempo sabemos que los dos tienen en su interior sectores democráticos, recursos sociales y memoria de los derechos que les impedirían –sea cual fuere la política que llevasen adelante– caer en la barbarie con la que nos amenaza la fuerza que ha surgido. Esa es la nueva frontera que ha trazado en nuestra ya muy grave situación política la emergencia del movimiento libertario.
Se trata sin duda del agotamiento de la política de la grieta. En un doble sentido: el movimiento libertario crece, entre otras cosas, porque acoge en su interior a cantidad de sectores sociales que ya no se ven representados en ella, pero al mismo tiempo, porque una parte todavía mayoritaria de la política y la sociedad ha quedado allí estancada, de modo que le resulta imposible hacer valer esa mayoría en un acuerdo democrático para frenar la amenaza que este crecimiento implica. Por todo ello, sabemos que no es realista convocar a un frente democrático que, más allá de la polarización que ha imperado, sea capaz de enfrentar a Milei en la primera vuelta. Así y todo, esta declaración parte de la creencia de que es posible hacer algo, que una situación tan grave requiere también de medidas extremas.
En este caso, proponemos tres cosas. En un plano preelectoral, la formación de una convergencia plural e independiente de políticos, periodistas, líderes sociales y religiosos, intelectuales y académicos que pueda llevar adelante una campaña pública de defensa de los valores democráticos y los derechos humanos, específicamente dirigida a contrarrestar los ataques y la desvalorización que vienen sufriendo a manos de los candidatos libertarios. En segundo lugar, ya en el plano electoral, que toda la ciudadanía democrática concurra a votar a sus diferentes opciones políticas en la primera vuelta: cada voto que no vaya al bloque libertario va a dificultar su triunfo directo. Especialmente si se consigue que disminuya la abstención que caracterizó las PASO: la emergencia demanda una presencia masiva en las urnas. Finalmente, la necesidad de un compromiso explícito de Unión por la Patria, Juntos por el Cambio, el Frente de Izquierda y Hacemos por Nuestro País, asegurando que en la segunda vuelta, en caso de ser Milei uno de los candidatos finalistas, llamarán a votar a quien lo enfrente, quienquiera que sea.
La experiencia brasileña, tan cercana, demuestra que la división de los sectores democráticos de la sociedad (su propia grieta) fue lo que hizo posible la aparición y el triunfo del bolsonarismo, que durante cuatro años le infligió un retroceso costosísimo, y que sólo pudo ser derrotado con la unión de aquellos que parecían enfrentados de forma irreversible. Lo que estamos proponiendo no es una solución para todos los gravísimos problemas que tiene el país; es simplemente el intento de ahorrarnos cuatro años en los que dichos problemas no harán más que agravarse, y lo harán en una dirección inédita y de impensables consecuencias para la frágil democracia y la dolorida sociedad argentinas.
Conscientes de la gravedad de lo que está en juego en las próximas elecciones, convocamos a firmar esta declaración como un primer paso de un movimiento plural que lleve adelante pronunciamentos e iniciativas públicas para enfrentar un resultado que pone en riesgo aspectos muy básicos de nuestra vida democrática.
Septiembre 2023 Carlos Altamirano, Pablo Alabarces, Sergio Bufano, José Emilio Burucúa, Oscar Cetrángolo, Rubén Chababo, Graciela Fernández Meijide, Roberto Gargarella, Adrián Gorelik, Claudia Hilb, Roy Hora, Alejandro Katz, Federico Lorenz, Mariano Llinás, Lucas Martin, Federico Merke, Mario Pecheny, Camila Perochena, Martín Plot, Hinde Pomeraniec, Hilda Sabato, Beatriz Sarlo, Maristella Svampa, Patricia Tappatá, Hugo Vezzetti, Natalia Volosin“.
Para adherir seguir este link: https://docs.google.com/forms/d/1qvyAaVHjkM6kKH9_xp1yNNpQLiS1FR2ABvW2GE_PwvE/edi
IG