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LA PELEA CORTE-GOBIERNO

La sorpresa de Cristina sobre Rosatti y el último puente sin dinamitar: Sergio Massa

Horacio Rosatti con Malena Galmarini y Marcela Durrieu

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Cristina Kirchner creía que no iba a ocurrir, que en el instante final, Horacio Rosatti, ese santafesino que ella propuso como ministro de su esposo, no llegaría tan lejos. Por eso, no ocultó su sorpresa el día que la Corte hizo un doble movimiento brutal: anuló una ley del Congreso sobre la composición del Consejo de la Magistratura y repuso, a sola firma, una norma derogada que como efecto adicional instalaba al primer cortesano, Rosatti, como presidente de aquel cuerpo. Algo así como la suma de los poderes del Poder Judicial.

La vice confesó, por entonces, que estaba segura de que Rosatti no se animaría a cruzar esa línea roja que, más que institucional, era política: no tanto por el derrotero de que la Corte anule una ley, imponga plazos al Congreso y anticipe que resucitaría una norma muerta, sino por la decisión política de tomar el control del organismo que incide sobre la designación y remoción de los jueces. No convenció a Cristina el argumento que el cortesano le hizo trasmitir respecto a que su voluntad era activar el Consejo que estaba, en ese momento, paralizado.

Aquella tesis tuvo como portavoz a Pablo Tonelli, consejero del PRO, que aunque se había opuesto a que el supremo presida también el organismo, entendió que la fractura entre los consejeros jueces solo la podía ordenar Rosatti, lo que -como decía el supremo- permitiría que vuelva la actividad al Consejo. No ocurrió. Porque no pudo, no supo o no quiso, pero el organismo entró en una modorra densa y larga.

Lo que vino después fue in crescendo y funcionó, de algún modo, como pelea irreversible. La decisión de rechazar las objeciones de la vice en el juicio vialidad y la decisión de no reconocer los consejeros enviados por el Senado, en particular Martín Doñate, se sumaron a esa saga de resoluciones que Cristina entendió como un castigo personalísimo contra su figura. Hubo, en medio, otro hecho determinante: el fallo que otorgó fondos a CABA y que se convirtió, luego, en el disparador para el juicio político cuyas derivaciones explican en gran medida la furia de los cortesanos con el Gobierno.

Peronismos

Más allá de lo jurídico, y la presunción bastante generalizada de que ni Sergio Uñac ni Juan Manzur están en regla para ser candidatos, el fallo de la Corte disparó en el oficialismo la lectura de que, en términos generales, apunta a frenar la potencial victoria de dos gobiernos peronistas -eso se suponía- y le saca al super domingo electoral del 14-M una foto potente: triunfos en cinco provincias de listas del PJ y de aliados del FdT como Melella en Tierra del Fuego y Gustavo Saenz en Salta.

Sin embargo, hay una interpretación anexa que sugiere que el doble fallo de la Corte abriría la puerta para que se genere un diálogo, hoy por hoy, con la cima del gobierno. “Lo más extraño de todo esto es que hace meses que no hay nexo ni diálogo”, apunta un dirigente que conoce el detalle de esas relaciones. Alguna vez, hace mucho, el interlocutor era Eduardo “Wado” De Pedro pero el tribunal entendió, siempre, que no era un delegado del gobierno sino de Cristina.

Un operador judicial suele decir, como metáfora política, que a Alberto Fernández lo votaron cuatro de los cinco integrantes que tenía la Corte en 2019. Es decir que salvo Carlos Rosenkrantz, tanto Rosatti, como Juan Carlos Maqueda, Ricardo Lorenzetti y Elena Highton de Nolasco, tenían expectativa sobre el nuevo gobierno. Pero que eso se fue deteriorando, en esencia porque nunca hubo diálogo ni consultas cruzadas. “Lo único que se pidió es que si iba a avanzar con una reforma, la Corte quería opinar. Nunca se los consultó”, se afirmó. Para Rosatti hubo otro hecho particularmente ofensivo: está seguro de que el gobierno, vía De Pedro, apostó a desplazarlo de la presidencia de la Corte para reponer en ese lugar a Lorenzetti.

Apareció, luego, en escena Sergio Massa, el funcionario que hoy aparece como el único puente no dinamitado con la Corte Suprema y que, se afirma, tiene un canal abierto con Rosatti. Hay datos que muestran que el ministro evita chocar con el tribunal. Cuando salió el fallo de CABA, montó una coreografía en la que la decisión no dependía de él sino de la AFIP, Interior y el Banco Nación. Luego construyó la variable de depositar bonos con vencimiento en el 30 a modo de gestualidad y para no aparecer como que se desoía el pago de la sentencia. Massa fue, en el gabinete, una voz que consideró un error la desobediencia.

El segundo movimiento tuvo que ver con el juicio político y tocó el máximo punto cuando se especuló que los diputados massistas que integran la comisión podrían pedir licencia. Eso no se produjo pero el protagonismo de los legisladores del FR ha sido, hasta acá, de perfil bajísimo. El dato adicional sobre el juicio político es que en la Corte no le daban entidad, decían que se licuaría en unos días y no tendría ningún efecto: al menos en lo referido a conversación pública, en casos como el exadminsitrador Marchi, no fue así.

En tribunales recuerdan una reunión que Rosatti mantuvo con Malena Galmarini y su madre Marcela Durrieu en 2021. Fue una agenda vinculada a derechos y a feminismo, sin matriz política y que ahora solo tiene ese registro. Pero suele invocarse, al pasar, como señal de que existió voluntad de conversación entre ambos actores.

El elemento que está, ahora, sobre la mesa es más delicado: de la trinchera judicial parten advertencias respecto a que las intervenciones en San Juan y Tucumán son el punto de inicio de una serie de medidas que afectarán al gobierno y, además, al peronismo. En ese menú hay uno que especialmente preocupa a Massa y tiene que ver con fallos de naturaleza económica. Desde la Corte se mandó a explicar, por caso, que el tratamiento en cuenta gotas de demandas previsionales ha sido un modo de ayudar al Estado.

El planteo recurrente de Massa es que a la economía no le conviene el ruido político. Dice, por eso, que no tiene que entrar en las polémicas públicas y pide, de hecho, frenar las internas del FDT. Tuvo, en el caso CABA, “permiso” de los Fernández, Alberto y Cristina, para no tener que zambullirse en ese barro. Hasta acá, aquel escenario se está repitiendo.

Es la explicación oficiosa que parte de Economía y que justifica la decisión de Massa de no opinar sobre el conflicto que generaron los fallos cortesanos que suspendieron las elecciones en Jujuy y Tucumán. La opinión de Rosatti en AmCham sobre la emisión disparó los alertas. “La Constitución manda a defender el valor de la moneda, lo cual tiene que llamarnos la atención respecto de la expansión incontrolada de la emisión monetaria”, apuntó el supremo y en Economía todos temblaron.

PI

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