Que el bosque nacional no tape el árbol porteño. Este domingo se define quiénes gobiernan no solo el país sino ciertas gobernaciones, como la capital argentina. Una ciudad en la que se pone en juego la continuidad de la hegemonía del PRO, con una inédita apuesta del kirchnerismo y un candidato oficialista dispuesto a plantear rupturas con el Gobierno porteño actual, al menos desde lo discursivo.
Desde que entró en vigencia la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, ningún candidato obtuvo el triunfo en primera vuelta, salvo en 2019, cuando Horacio Rodríguez Larreta sí logró su reelección sacando más de la mitad de los votos. En estas elecciones se espera que ningún postulante supere el 50% de votos necesario. El posible balotaje tendría lugar el domingo 19 de noviembre, el mismo día que la eventual segunda vuelta nacional.
La grieta y el corte
Aunque Jorge Macri (Juntos por el Cambio) lidera cómodo tanto las primarias como las encuestas, Leandro Santoro (Unión por la Patria) sigue decidido a pelear un lugar en el balotaje. Lejos de resignarse al rol de mero acompañante del armado nacional como se hizo en otras elecciones, el diputado redobla la apuesta con San Toro, un toro superhéroe que rescata a los ciudadanos de situaciones injustas, como el cobro de alquileres en dólares o la falta de vacantes en escuelas públicas. El marco son sus spots de campaña, y su Metrópolis o Ciudad Gótica, una urbe en emergencia habitacional, que demanda un parque público de viviendas para alquiler y un nuevo Código Urbanístico (CUr).
El kirchnerismo busca así hacerse de un territorio que hace años venía dando por perdido. Del otro lado hay un candidato que, aún viniendo del oficialismo, busca hacer algunos cortes en materia de movilidad y desarrollo urbano. Es cierto: Macri Primo completa la fórmula con una actual ministra de Larreta —Clara Muzzio— y aseguró en el debate que su desafío es, “sobre los hombros de Mauricio y Horacio, llegar más lejos”. Pero también promete “repensar” el CUr y limitar la construcción de desarrollos inmobiliarios a las avenidas, tras reclamos de vecinos del norte porteño.
El candidato de JxC también se desmarca de su entorno cercano cuando sostiene que no hay que poner límites a la atención sanitaria de quienes lleguen del otro lado de la General Paz. Pero aclara que, para descomprimir hospitales, no hay que construir más sino crear un sistema de atención fuera de ellos, con nuevos centros de diagnóstico de mediana y de alta complejidad.
Quietos, por favor
La inseguridad urbana copó la campaña electoral porteña al punto de que ni siquiera la candidata de izquierda, Vanina Biasi (Partido Obrero-Frente de Izquierda-Unidad), pudo ignorarla. Del mismo modo, Santoro incorporó algunas ideas de Martín Lousteau en esa dirección, como sumar a las calles otros 1.800 policías y monitorear toda la Ciudad con cámaras de seguridad, en busca del voto “huérfano” del ex precandidato.
Como era esperable, Ramiro Marra (La Libertad Avanza) y Jorge Macri hicieron de la inseguridad el centro de su campaña, mientras que la movilidad, la vivienda social y los espacios verdes brillan por su ausencia en ambas plataformas. De hecho, la única vez que el candidato de JxC menciona el subte en sus propuestas es para prometer videovigilancia en todos sus coches.
El foco en este tema se alimenta no sólo de crímenes recientes y de los tumultos en la cartera de Justicia y Seguridad —que bajo la administración de Larreta ya va por su cuarto ministro— sino también de un corrimiento de la discusión política hacia discursos más conservadores, presente incluso en dichos de campaña desligados de la inseguridad, como la promesa de Macri Primo de “terminar con el adoctrinamiento en las aulas” o su entusiasmo por el hecho de que en Buenos Aires “se puede conmemorar el Día del Orgullo Gay y también el día de las dos vidas o del niño por nacer”.
Poco lugar quedó, no ya siquiera para una visión de ciudad global y progresista sino al menos para otros temas urgentes, como el transporte público. Problemas técnicos, lockouts, paros y recortes de frecuencias asedian a los usuarios, que cada vez más se pasan al auto particular.
La única propuesta de movilidad de Jorge Macri es elevar el Ferrocarril Sarmiento, aunque los trenes sean de órbita nacional. Sin anuncios de mejora del transporte público ni de promoción de modos activos, siembra un manto de duda sobre el plan porteño de Movilidad Sustentable de su propio partido y se mete incluso con uno de sus estandartes: las ciclovías, que promete “revisar” y “evaluar”. En Vicente López, la infraestructura ciclista se limita a bicisendas en el vial costero y a carriles con prioridad en la Avenida del Libertador de ese lado de la General Paz.
Para Marra, en tanto, la movilidad gira en torno de cuatro ruedas, a tono con visiones de hace 70 años revividas por conservadores como el primer ministro británico Rishi Sunak. Con la libertad entendida como circulación sin restricciones, el legislador apunta sus cañones contra los “innecesarios cortes de calle” (punto en común con JxC), “la persecución a los automovilistas” y la presencia de “bicisendas (sic) por todos lados”.
Santoro es el único que hace propuestas concretas sobre transporte público, aunque su cumplimiento demandaría dos mandatos o más: completar la línea H y construir las F, G e I. Para financiar la obra, planea ampliar el “Fondo Subte” con los ingresos de patente y estacionamientos, pese a oponerse a la llegada del sistema medido a más barrios. También quiere que el subte funcione las 24 horas (punto en común con Marra) pero queda poco claro cómo hará.
Mientras tanto, ningún candidato sabe ni contesta sobre la Agencia de Transporte Metropolitano, aquel organismo consultivo aprobado en 2012 para que Nación, CABA y la provincia de Buenos Aires planifiquen en conjunto en materia de transporte y su infraestructura y que, a la luz de los problemas presentes, resulta vital.
A diestra y siniestra
En este panorama conservador, Marra marca la diferencia con un tono más cercano al de vecino indignado que al de político en campaña. Formado en mercado de capitales y director de una broker de Bolsa, podría basar sus planes en saberes técnicos, pero en cambio apuesta a lo simbólico: meter presos a los líderes piqueteros, cerrar el canal Paka Paka, sacarles la licencia de conducir a los motochorros o vender el edificio de la TV Pública para hacer una torre.
Formado en mercado de capitales y director de una broker, Marra podría basar sus planes en saberes técnicos pero apuesta a lo simbólico: meter presos a piqueteros, cerrar Paka Paka, sacarles la licencia a los motochorros o vender la sede de la TV Pública
Golpes de efecto que delatan su pasado y presente como youtuber de finanzas. El mismo perfil que, además de darle fama, le valió una multa de 2 millones de pesos cuando sugirió a su audiencia comprar acciones de empresas sin haber estado habilitado por la Comisión Nacional de Valores (CNV).
Del otro lado del arco ideológico está Biasi, delegada gremial y cara visible de la defensa del aborto legal. La única mujer que disputa la gobernación de la Ciudad hace foco en el acceso a la vivienda, la salud y la educación. Por un lado, plantea crear un impuesto a los inmuebles deshabitados, ponerle tope al monto de los alquileres y regular fuertemente el mercado de temporarios. Por el otro, apunta a derogar el CUr.
Biasi también reclama mayor presupuesto para salud y educación, tras criticar la escasez de jardines maternales públicos y la falta de pago a los trabajadores de salud bajo el régimen de concurrencia. Y propone conformar una nueva policía, “reclutada con organismos de derechos humanos”.
Pero la mayor parte de su plataforma no enumera propuestas sino críticas a la política actual, vertidas desde un sujeto de enunciación colectivo (“la izquierda”), que desdibuja su rol de candidata con vocación de poder.
Lo urgente y lo importante
Los porteños deberán elegir entonces entre una propuesta oficialista conservadora presentada como “profundizadora” del camino actual, otra que se erige como “alternativa” sin por eso ser rupturista, una salida por izquierda —colectiva— y otra por derecha —individual y antiestatal—.
En disputa hay distintos modelos de ciudad pero un solo denominador común: una visión fragmentada, limitada a ciertas urgencias y con poca ambición de un futuro dirigido al bien común.
KN/JJD