Escándalo $LIBRA: los gobernadores no quieren soltarles la mano a los hermanos Milei
La Cámara de Diputados sesionará el próximo miércoles 12 para tratar una batería de proyectos vinculados al criptogate. La oposición espera conseguir número para el quórum, pero dependerá del apoyo de los mandatarios provinciales. Martín Llaryora, en la mira.
Javier Milei, en octubre de 2024, con los gobernadores que fueron elegidos por el ahora exánime frente Juntos por el Cambio. Gobierno
El peronismo y sus aliados suspiran, reniegan, hacen cuentas, pero no hay forma: cualquier matemática legislativa se termina reduciendo, siempre, al mismo factor: la voluntad de los gobernadores. “Dependemos de que no se den vuelta” se convirtió en una frase recurrente en los pasillos del Congreso. Hasta tal punto se convirtió en un lugar común que muchos de los armadores de la oposición, cuando se ponen a porotear una sesión como la del próximo miércoles, cuando buscarán profundizar la investigación sobre el caso $LIBRA, directamente omiten a los legisladores que responden a los mandatarios.
Dentro de cinco días la oposición buscará realizar la primera de las sesiones ordinarias ya inauguradas por Javier Milei el sábado pasado, con una sesión temática del criptoescándalo. El radicalismo díscolo de Facundo Manes, que ganó protagonismo luego de la amenaza de Santiago Caputo en la Asamblea Legislativa, fue el principal impulsor de la iniciativa. Un ajuste de cuentas desesperado tras el boicot radical en el Senado a la comisión investigadora que, sus aliados, le reprocharon por el apuro.
“Teníamos que salir a diferenciarnos de la cagada que se mandó [Eduardo] Vischi”, se justificó una diputada de Democracia Para Siempre, en alusión al jefe del bloque de senadores de la UCR, que responde al gobernador correntino, Gustavo Valdés, y cuyo pronunciamiento fue clave para que la creación de esa comisión investigadora, impulsada por el líder de los díscolos de esa cámara y presidente del partido, Martín Lousteau, no obtuviera los votos suficientes.
Públicamente, sin embargo, los radicales y pichettistas de Encuentro Federal que diagramaron la convocatoria en la Cámara baja ensayan otro argumento. Los radicales díscolos, enemistados con la línea más mileísta, explican que la única manera de no ahuyentar aliados potenciales era si se depuraba la convocatoria de “kirchnerismo”. Fue por esto, por ejemplo, que se definió dejar afuera el pedido de juicio político que fomenta Unión por la Patria, pese a que es el bloque más grande de la Cámara de Diputados y cuyos votos resultan imprescindibles para conseguir el quórum.
Es un juego de pinzas que tiene como destinatarios a los gobernadores. “Si íbamos con juicio político era una bomba que los espantaba. Yo no veo a los gobernadores con ganas de pagar el costo político de Karina Milei”, reflexiona un armador del pichettismo que dialoga semanalmente con los gobernadores que funcionan como el fiel de la balanza en cada sesión. Estos son: el santafesino Maximiliano Pullaro, el entrerriano Rogelio Frigerio, el cordobés Martín Llaryora y el santacruceño Claudio Vidal.
Las cuentas que hacen los gobernadores
Los motivos para acompañar o dejar de acompañar al Gobierno difieren de provincia a provincia. Pullaro está preocupado porque Patricia Bullrich le saque las fuerzas federales de la provincia y que se desate una nueva ola de crímenes narco que le haga perder popularidad entre sus votantes de cara a las elecciones para constituyentes. El mendocino Alfredo Cornejo, mientras tanto, quiere retener el control político de la provincia y sofocar cualquier alternativa —como Luis Petri— que lo pueda dejar fuera de competencia.
Valdés y el chaqueño Leandro Zdero, mientras tanto, necesitan del apoyo del Gobierno nacional para cerrar las cuentas de la provincia. No por nada fueron sus representantes en el Senado los primeros en salir a exponerse públicamente a rechazar la comisión investigadora de $LIBRA, pese a que habían firmado el proyecto. Como los radicales “con peluca”, como Martín Arjol o Mariano Campero, los radicales chaqueños y correntinos funcionan en tándem con los deseos de Casa Rosada.
Milei junto al gobernador de Córdoba, Martín Llaryora.
Hay algunas excepciones, sin embargo. El caso de Llaryora es paradigmático, ya que, en Diputados, suele funcionar de árbitro que desempata las votaciones (por lo general, en favor del Gobierno). El mandatario cordobés negocia siempre hasta último momento. Casi como una danza coreografiada, cuando faltan horas para que comience una sesión opositora o una comisión en la que el oficialismo busca firmas para dictaminar una ley, el teléfono de Llaryora empieza a sonar. Por lo general es Guillermo Francos, pidiéndole que baje —o suba— a algunos de los cuatros diputados que, directa o indirectamente, le responden. Estos son Ignacio García Aresca, Carlos Gutiérrez, Alejandra Torres y Juan Brügge.
A los cordobeses llaryoristas, por lo general, les siguen otros cordobeses. Oscar Agost Carreño, rosquero todoterreno de Encuentro Federal (EF), busca, por ejemplo, no diferenciarse mucho de sus compañeros de bloque, aunque las últimas sesiones ha adoptado un perfil mucho más crítico con el Gobierno. La radical Gabriela Brouwer, a su vez, suele mirar con atención lo que hacen sus coterráneos, y en más de una ocasión se ha volcado a acompañar al Gobierno cuando observa que el resto de los cordobeses hacen lo mismo. Una situación similar vive Rodrigo de Loredo, que desea ser candidato de LLA en Córdoba y está alineado 100% con Milei, pero debe hacer malabares para posicionarse en tanto presidente del bloque radical.
De cara a la sesión del miércoles, el cordobesismo comprometió su acompañamiento para el quórum. “Esperemos que no se den vuelta”, mascullan en la oposición amigable, donde tienen fresca la experiencia de la sesión para voltear el DNU de canje de deuda que terminó fracasando por el boicot de los gobernadores.
Dada la presencia de los cordobeses en EF, uno de los bloques que había impulsado la sesión, su accionar impacta de lleno en la matemática opositora que siempre parte de la misma base para hacerle frente al Gobierno: UxP (98), FIT (5) y, luego, la marisma de la que puedan sonsacar votos de EF (15, luego de la salida de Ricardo López Murphy del bloque pichettista para volver a formar un monobloque), el radicalismo díscolo de DPS (12) y la Coalición Cívica (6).
Germán Martínez, titular del bancada de UxP, tiene una frase que repite cuando le preguntan por el quórum: “Yo tengo 103 seguros, el resto hay que trabajarlo”. Ese “resto”, que antes incluía a una parte más amplia del radicalismo y algunas fuerzas provinciales, hoy se ve reducido. ¿Por qué? Por el accionar de los gobernadores de todos los colores, incluidos los peronistas.
En las últimas semanas, ni UxP, el único bloque que había logrado sostener la unidad de criterio, se salvó de la rebelión de las provincias. A los díscolos que responden a Raúl Jalil (Catamarca) se les sumaron los que responden a Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y, ahora, ninguna bancada puede asegurar que todos sus diputados estarán presentes en el caso de encabezar una avanzada opositora. Una situación que el kirchnerismo vivencia con claridad en el Senado, en donde la mayoría de los senadores del Norte no quieren soltarle la mano a Ariel Lijo y rechazar su pliego.
El futuro de la sesión del miércoles, en la que la oposición buscará emplazar las comisiones para que traten los distintos proyectos que circulan —como la citación a Karina Milei o la creación de una comisión investigadora— dependerá así al cien por cien de la voluntad de los gobernadores. Una vez más. Hay algunos, como los misioneros, los salteños y el rionegrino de Innovación Federal, que bajaron la persiana y ni viajarán a Capital para la sesión. “No es bueno embaderarse con estos temas, solo el kirchnerismo gana y te ganás la enemistad de los hermanos Milei. Es más negocio mantenerse neutral”, confiesa un dirigente que integra la bancada.
En la oposición se muestran optimistas, pero dudan. Nunca se sabe si los gobernadores, que hoy cuentan adentro del poroteo, terminarán cambiando de opinión y se alinearán con la conclusión de Innovación Federal. Es decir: es más negocio mantenerse neutral.
MC/JJD
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