El presidente Alberto Fernández se reunirá en la tarde del miércoles en la Casa Blanca con el presidente de los Estados Unidos Joe Biden, en lo que representa el principal acontecimiento de la agenda internacional de su mandato.
Fernández busca renovar el apoyo de EEUU en el directorio de FMI, que revisa las metas acordadas con la Argentina en un escenario de inestabilidad económica afectado por el impacto de la sequía. La foto en el Salón Oval podría representar además un espaldarazo para el Presidente en el difícil tramo final de su gestión. Para Biden, nada hay más importante en la reunión que la discutir la creciente influencia de China en la Argentina y la región.
El encuentro llega después de largos meses de postergaciones -fue originalmente programado para el 26 de julio del año pasado- durante los que el deterioro financiero de la Argentina no ha hecho otra cosa que agudizarse.
Si en aquellos días la ansiedad que devoraba al país pasaba por la furtiva salida del ministro de Economía Martín Guzmán tras la pérdida de apoyo político del kirchnerismo, hoy se concentra en la dramática situación fiscal y virtual extinción de las reservas del Banco Central, en medio de la peor sequía de la historia.
El BCRA volvió a desprenderse este martes de reservas -US$74 millones- y acumula pérdidas por unos US$1.600 millones en marzo y por más de US$ 2600 millones en lo que va del año.
Fernández llega a Washington con esa carga en los hombros, en el último tramo de un gobierno casi sin expectativas, atravesado por la relación sin retorno con Cristina Kirchner y las internas del Frente de Todos por las candidaturas.
La visita coincide con la reunión, este viernes, del board del Fondo Monetario Internacional, que analizará la aprobación del acuerdo con el Gobierno que flexibilizó las metas de acumulación de reservas ante el impacto de la sequía en las exportaciones argentinas. De ser aprobado, la Argentina podrá acceder a un desembolso de unos US$ 5.300 millones de dólares.
El acuerdo con el Fondo no incluyó en cambio las metas de reducción de déficit fiscal a un 1,9% de PBI. Flexibilizar ese compromiso es uno de los objetivos que se han trazado Fernández y su ministro de Economía Sergio Massa, quien llegó este martes a Washington para sumarse a la delegación.
Massa ya entró en actividad: se reunió con el titular del BID, Ian Goldfjan, ex presidente del Banco Central de Brasil y quien ocupó hasta hace poco el Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo, encargado de administrar el programa de la Argentina. Massa apunta a acelerar los desembolsos de la primera parte de año y nuevos créditos adicionales; la expectativa es generar un anuncio aquí en estas horas.
FMI
El encuentro del presidente Fernández con Biden es crucial para hacer frente a todos estos desafíos. La Argentina necesita el apoyo de los Estados Unidos en el directorio del FMI -es su principal accionista- y su decisión también pesa en el resto de los organismos multilaterales.
“Biden ha sido generoso con la Argentina”, acaba de recordar en privado Fernández. Aludía a la revisión de la meta de reservas, anunciada semanas atrás por el FMI. Allí hay otros accionistas que tradicionalmente no tienen la misma generosidad con la Argentina, considerada un deudor crónico. Las demandas, con todo, son esta vez no sólo atribuibles a la inclinación del país por el incumplimiento sino también a la catástrofe de la sequía. La cuestión climática es uno de los puntos a ser tratados.
La Casa Blanca difundió días atrás un temario de la reunión de los presidentes. El comunicado dice que Biden recibirá a Fernández de Argentina en el marco de los 200 años de relaciones bilaterales. Y se informa que los presidentes discutirán “áreas de interés mutuo” entre las que menciona “los minerales críticos, el cambio climático, el espacio y la tecnología”. “Discutirán cómo ambos países pueden seguir asociándose para abordar los desafíos globales. También discutirán la cooperación económica, así como sus valores compartidos de inclusión, democracia y protección de los derechos humanos”, dice el texto.
La mención a los “desafíos globales” abre el capítulo sobre el impacto global de la guerra en Ucrania y lo que más interesa en Washington: la presencia china en América latina, y en el caso, la Argentina.
Sindrome de China
El incremento de las tensiones en materia comercial entre los EEUU y China aceleró la disputa entre las dos potencias globales por la hegemonía global, un proceso que es interpretado en el campo de las relaciones internacionales como una clásica transición de poder entre una potencia hegemónica y una potencia emergente. Washington se resiste a ese otro tipo de destino manifiesto.
Un informe de la Casa Blanca de octubre pasado considera a China como el principal desafío a para estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos. “La República Popular China es el único competidor con la intención de reformar el orden internacional y, cada vez más, tiene el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo. Beijing tiene ambiciones de convertirse en el primera potencia mundial (...) y utiliza con frecuencia su poder económico para coaccionar a los países”, dice el informe.
China y la Argentina firmaron en 2014, bajo el gobierno de Cristina Kirchner, un acuerdo de asociación estratégica integral: es el undécimo escalón de los catorce con los que clasifica Beijing a sus socios internacionales. Ambos países elevaron el nivel de sus relaciones, que pasaron de la complementariedad de sus economías y su política exterior a sumar una asociación más amplia que alcanza el ámbito cultural, científico y tecnológico, y un punto sensible militar. El acuerdo fue ratificado por el Congreso y reconocido por el gobierno de Mauricio Macri, quien en alguna ocasión, siendo candidato, amagó con revisarlo.
La presencia china en la Argentina se ha incrementado desde entonces y hoy aparece entre los posibles proveedores de aviones caza de última generación para la Fuerza Aérea, operación para la que se ha asignado una partida multimillonaria en el último Presupuesto. Estados Unidos está también interesado en participar de ese negocio.
Argentina y China también han firmado, en febrero de 2022, un contrato para la construcción de una cuarta central nucleoeléctrica en Lima, provincia de Buenos Aires. Es una inversión de 8.000 millones de dólares.
Pero una de las contribuciones más importantes de China hay que buscarla en el terreno de las finanzas, algo que está atormentando al Gobierno y que acaso defina su suerte. Los dos países firmaron en 2009 y acuerdo de intercambio de monedas (swap) que ha tenido distintas renovaciones hasta alcanzar en agosto pasado, los US$ 19.200 millones de dólares. Este acuerdo le ha permitido a la Argentina aumentar el nivel de sus reservas: la semana pasada se activaron otros US$1.000 millones de un acuerdo de US$ 5.000 de libre disponibilidad firmado en enero que aumentó los niveles de liquidez del BCRA para intervenir en el mercado.
Fernández sabe cuál es el compromiso que espera Biden. “Que no se les abran las puertas a China”, dijo este lunes en una charla reservada. No abrir las puertas a China, admite Fernández, es no adoptar su tecnología 5G de conectividad móvil, no recibir inversiones, reducir la intensidad de esa relación. Una apuesta difícil.
El formato
El Presidente es esperado a las 14.40 en la Casa Blanca. La reunión está prevista para las 15.30 (las 16.30 en la Argentina) Biden y Fernández se reunirán primero a solas, ocasión en la que se tomarán la tradicional foto de los presidentes en el Salón Oval. Sólo un puñado de argentinos la han conseguido: Frondizi, Menem, De la Rúa, Kirchner y Macri. Se trate o no de un gesto de cortesía a un presidente débil, que recorre sus últimos meses en el poder, Fernández ingresa hoy a ese club selecto.
Más tarde el encuentro se ampliará a parte de sus gabinetes en la Sala de Gabinete de la Casa Blanca.
Por el gobierno anfitrión estarán Janet Yellen, secretaria del Tesoro y pieza clave para la Argentina; Antony Blinken, secretario de Estado; Brian Nichlos, asistente del secretario de Estado para el Hemsiferio Occidental; Jack Sullivan, consejero principal de Seguridad Nacional; Juan González, consejero de Seguridad Nacional para América Latina; Lorenzo Harris, encargado del Cono Sur; Nichols y Marc Stanley, embajador de Estados Unidos en Argentina.
Por la Argentina se sumarán el canciller Santiago Cafiero; el ministro de Economía, Sergio Massa; el ministro de Seguridad Aníbal Fernández; la vocera presidencial Gabriela Cerruti; el secretario General de la Presidencia Julio Vitobello; Leonardo Madcur, jefe de Gabinete de Economía y el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüelo.
“La verdad es que son los funcionarios más importantes del Gobierno de EEUU así que estamos muy conformes. Pusieron todo”, dijo anoche una fuente de la delegación, cuando todo estaba finalmente cerrado.
WC