Cuando parecía enfriarse en la UCR la crisis interna por los diputados que apoyaron hace diez días el veto de Javier Milei al aumento de las jubilaciones, el radicalismo volvió a tensionarse ante el boicot que logró ayer el oficialismo y la CGT al proyecto de reforma sindical que impulsa Martín Tetaz. Ese revés se discutió puertas adentro anoche en una reunión en la que el bloque le exigió al Gobierno “que sea coherente con su discurso”. Pero a ese cónclave no asistieron los legisladores que están referenciados con Facundo Manes, acusando de infiltrados a los diputados que fueron funcionales al oficialismo contra el aumento previsional –puntualmente el tucumano Mariano Campero– porque siguen dentro de la bancada. “No me esperen a la reunión de bloque. Quieren que vayamos a discutir estrategia parlamentaria con la agrupación libertaria ‘la Lilian Lemoine’. ¿Son o se hacen? Ya avisaron que son tropa oficialista. Nuestra postura las daremos en las comisiones”, los acusó Fernando Carbajal para justificar su faltazo ante la convocatoria de Rodrigo de Loredo.
En ese tormentoso contexto, uno de los apoyos políticos del grupo del neurólogo es el de su hermano Gastón Manes, que conduce la Convención Nacional Radical, el máximo órgano partidario que sancionó a los diputados filo-oficialistas. “Hay dirigentes radicales a los que les gusta estar más cerca del poder que de una ideología determinada. Ahora están con Milei o apoyan al Gobierno”, señala a elDiarioAR en este diálogo sobre la problemática realidad del centenario partido.
Manes admite la dificultad de la UCR para lograr la unidad interna ante un Gobierno que le quitó parte del electorado, da pistas sobre la jugada futura de su hermano médico –que el año que viene termina su mandato como legislador– y vaticina sobre la gravedad de la crisis que está generando el Presidente: “Milei es ese personaje que viene a una obra de teatro y prende fuego todo. No está construyendo algo nuevo”.
–El grupo de diputados referenciado en su hermano pidió en vano la expulsión del bloque de los que votaron con Milei. No se fueron y el espacio quedó resentido. ¿Qué puede pasar a futuro?
–La Carta Orgánica de la UCR dice expresamente en el artículo 29 que si un legislador es sancionado el presidente del bloque lo tiene que excluir. Lo dice la Carta Orgánica. Ahora, si De Loredo decide hacer una interpretación laxa de eso, bueno, es un tema suyo. Yo no me voy a meter a opinar sobre su trabajo.
–Hubo una sanción a nivel partidario, se los suspendió preventivamente, aunque tampoco de allí fueron expulsados.
–El Tribunal de Ética del partido es el que tiene que definir su expulsión. Ese proceso va a llevar varios meses, se expedirá recién el año que viene. Yo soy muy respetuoso de las instituciones, por eso me llama la atención que muchos dirigentes se llenan la boca hablando de las instituciones, pero cuando no les favorecen, las cuestionan. El diputado Campero salió de manera grosera a insultar a los miembros de la Convención, a decirnos que somos kirchneristas y cosas así, cuando cualquiera que me conoce sabe que yo estoy más lejos del kirchnerismo que él.
–¿El cambio de voto se puede repetir si Milei veta la ley de universidades?
–Espero que eso no suceda. Porque ahí sí ya sería que están directamente en contra de todos los valores y posturas del partido.
–Después de que se dividiera el bloque por el tema jubilaciones, ayer el Gobierno se alió con la CGT para boicotear su proyecto de reforma sindical. El espacio tiene otro dilema en el Senado con Ariel Lijo. ¿Qué tiene que hacer el bloque sobre los candidatos a la Corte?
–En la Corte Suprema tiene que haber diversidad de género y tienen que ser figuras que cuenten con una reputación, no solo en lo jurídico, sino también en lo ético. La cantidad de impugnaciones que han recibido los postulantes que presentó el Gobierno lo obliga a revisar esa postulación.
–¿Cómo se puede reinventar la UCR frente a un Milei que le quitó parte de su electorado?
–Hay votantes radicales que están comprometidos. La UCR es el partido que representa históricamente a la clase media, que osciló en algunos momentos hacia el kirchnerismo cuando Cristina ganó por ejemplo con el 54%. La gente no necesariamente es mileísta, sino que entre lo nuevo y lo viejo optó por lo nuevo. Pero a veces el problema de la política es cuando tenés que optar entre lo malo y lo menos malo. Y encima a futuro, con lo cual tampoco sabés qué va a ser más malo y qué va a ser más bueno.
–¿Cuál es el desafío de la UCR como partido tradicional en una coyuntura tan cambiante?
–El partido tiene una doctrina y busca ofrecer a la sociedad una alternativa de poder. Pero es verdad que el radicalismo está padeciendo un problema que tiene que ver con el diseño institucional del país, porque al ser federal, tiene 24 provincias que son gobernadas de manera autónoma. Y cada gobierno tiene un color político. Entonces, a un partido nacional como la UCR a veces le cuesta tener una unidad de criterio porque en las provincias hay distintas posturas e intereses políticos. La unidad a nivel nacional es cada día más costosa en términos de esfuerzo político por parte de un organismo como la Convención.
–La UCR gobierna Mendoza, Santa Fe, San Juan, Chaco y Corrientes. Todos distritos relativamente alineados al Gobierno.
–El radicalismo gobierna cinco provincias que por una cuestión natural de gestión necesitan tener una buena relación con el Gobierno. Y este Gobierno tiene una postura de choque violento contra el que piensa diferente. Hay que hacer mucho malabarismo para poder gestionar y paralelamente poder ser opositor. Eso genera una dificultad. Ahora, lo que yo tengo que decir como bonaerense es que si el partido no tiene fuerza en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal, no va a ser nunca un partido nacional. Va a ser solo un partido de provincias.
–¿Ese es el dilema de fondo que saltó con la crisis actual? ¿La disputa que a nivel macro puede haber entre las posturas de Alfredo Cornejo y Rodrigo de Loredo contra Martín Lousteau y Facundo Manes?
–Cuando nosotros hicimos la sanción a los diputados escuché cualquier barbaridad de cosas como que era “el interior contra la capital”, que era “la vieja política contra la nueva política”. Yo soy mucho más nuevo que la mayoría de los diputados que sancionamos con lo cual la vieja política es una falacia. No tienen argumentos por haber dado vuelta el voto. El proyecto de las jubilaciones lo había presentado el radicalismo y todos los diputados estaban de acuerdo y lo votaron. El mismo Campero fue muy enfático en votar a favor 80 días antes.
–¿Hay una disputa a futuro? El caso puntual de Facundo Manes es que termina su mandato como diputado el año que viene.
–Facundo está pensando en una reconfiguración de la oposición y que el radicalismo salga de esa inercia que viene teniendo los últimos años, en los cuales decidió acompañar a otros partidos, como fue que se acompañó del PRO desde 2015 en adelante. Con Facundo en el 2021 en Buenos Aires fue uno de los pocos distritos donde el radicalismo presentó lista en las PASO y enfrentó al PRO. Mostró de alguna manera la importancia que tiene el radicalismo dentro de la coalición. Facundo ayudó a ampliar la coalición.
–¿Qué sería reconfigurar la oposición?
–Lo que motivó a Juntos por el Cambio o Cambiemos fue el intento hegemónico del kirchnerismo. Ese intento hegemónico hoy no es una amenaza. Uno puede compartir cosas vinculadas con el eslogan que tiene Milei de la libertad y que no haya déficit, pero Milei no habla de educación, no habla de salud, no habla de ciencia. Todo eso hace que nosotros no tengamos nada que ver con eso. Tenemos que tener una posición que esté basada en eso, que es lo que nos va a sacar de la pobreza.
–Pareciera que Milei busca hegemonizar la agenda y luego de cooptar al PRO, confrontar con el kirchnerismo. ¿Cómo romperían eso desde el medio?
–La última elección fue de tres tercios. La avenida del medio es una frase muy trillada. Hay una atomización de la postura opositora porque Milei se ocupa de dividirla y hay gente que se siente más cómoda al calor del poder, sin tener en cuenta que esta política que está llevando adelante el Milei son propias de un líder mesiánico que quiere dividir a la sociedad y no unir. La Argentina va a salir adelante si nos unimos, no si nos dividimos.
–¿Con quién se imaginan esa construcción, Larreta, algún peronista no kirchnerista, Pichetto, Carrió…?
–Más que dirigentes lo importante es el votante. Que el votante pierda el miedo y deje de votar “en contra de”, porque si no vamos a seguir hundiéndonos cada vez más. Antes votamos en contra del kirchnerismo, ahora en contra de Milei. Hay que votar por una mirada virtuosa del país. Nadie sabe cómo se va a definir la elección próxima. Puede haber tres tercios, cuatro cuartos... Milei es para mí el último acto de lo viejo, no es lo nuevo. Milei es ese personaje que aparece en el ultimo acto de una obra de teatro a una obra de teatro y prende fuego todo. No está construyendo algo nuevo. Yo creo que no vimos lo peor de Milei.
–¿Qué va a ser lo peor de Milei?
–Lo peor va a ser la poca tolerancia a la frustración y a las diferencias. Recordá el primer Milei, cuando arrancó como panelista en televisión e insultaba a todo el mundo. Luego entendió que necesitaba los votos. Entonces bajó un poco el los decibeles de su discurso. Pero qué va a hacer cuando haya frustración vinculada a que las cosas no le salgan, porque la política económica que está llevando adelante no tiene plan económico. Si el Gobierno no cambia el clima social va a ser cada vez más dificultoso. No conozco ningún país que no haya aplicado las políticas que aplica Milei en el cual no haya habido conflictos sociales.
MC/MG