diciembre 2001 - 20 años

De Gennaro: “Desde la de 2001 hasta la de hoy, la deuda es fraudulenta”

19 de diciembre de 2021 00:02 h

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¿Qué recuerdos tiene de esos días?

En esos días previos estábamos terminando de convocar y realizar un gran plebiscito de cuatro días. Era una propuesta alternativa frente a la crisis del poder, cuando algunos planteaban la dolarización, como Cavallo, mientras el duhaldismo y la CGT de Moyano la devaluación. Nosotros después de años trabajando planteamos la distribución del ingreso, el salario universal, la jubilación digna. Una gobernabilidad distinta, diferente. El 14, 15, 16 y 17 de diciembre iba a ser la elección. El 13 hubo un paro nacional. El Frenapo un año antes había empezado con una marcha de Rosario a Buenos Aires. La CTA estaba juntando firmas. Frente a la inoperancia del Ejecutivo y el Congreso, pese a haber juntado 1,2 millones de firmas, cuando se necesitaban 700 mil firmas para que hubiera un referéndum vinculante, como dice la Constitución, ni el presidente ni el Congreso decidieron convocar a votar.

Entonces lo convocaron ustedes

Decidimos organizarlo nosotros. Los sectores populares, diputados, empresarios, universitarios, la Federación Agraria. Unos 3,1 millones de votos ratificaron la propuesta.

¿Cuándo notó que la situación social estaba por desbordar?

El 18 de diciembre al mediodía hicimos una conferencia de prensa. Y a las 2 de la mañana del 19 me despertó Mariano West. Me dijo que Moreno era un pandemonio y que marchaban a la Plaza desde el Concejo Deliberante. Todo el día siguió así, ya no era sólo Moreno. En todo el país existían situaciones de rebelión, de “basta a la política de Cavallo”, en la antesala del estado de sitio. Después lo hizo De la Rúa a la tardecita. 

¿Qué postura tenía entonces la CTA?

De la Rúa anunciaba un mensaje al país y sabíamos que se manejaba el estado de sitio. Ante eso hubo una reunión en CTA. El estado de sitio tenía que ser ratificado en el Congreso. Por eso convocamos un paro con la CCC contra el estado de sitio. Marchábamos a las 12 del mediodía del 20, porque ahí se tenía que ratificar. Nos quedamos a la noche en la CTA. Y pasó lo impredecible, no digo espontáneo porque el pueblo venía luchando. Pero sí impredecible. Apenas terminó el discurso de De la Rúa, la gente salió a la calle, esta vez no contra los militares, contra el estado de sitio. Ahí entendí que se había terminado la etapa de la dictadura genocida. Cuando en el '83 recuperamos la democracia pensé que había sido así. Pero no tanto. Después con las leyes de impunidad, los indultos y Cavallo continuando el plan económico algo siguió. Pero ese día terminó. Renunció Cavallo. Al otro día los diputados no se reunieron. Nosotros marchamos. A la tarde del 20 renunció De la rúa, con represión en el Congreso.

¿Por qué desde la CTA no fueron a la Plaza de mayo en la noche del 20? 

Fuimos reprimidos en el Congreso. Y cuando se cayó sesión y el estado de sitio, dimos por sentado que la renuncia de De la Rúa era inminente. Hicimos una asamblea. Tomamos la decisión de que habíamos triunfado, no se había aprobado estado de sitio.

Vista a la distancia ¿la presidencia de Duhalde y después la de Kirchner le pareció la mejor forma de encauzar la crisis? 

Fue una salida institucional. Tras la asamblea parlamentaria, asumió Rodríguez Saá. Después renuncia y vienen dos presidentes hasta Duhalde, estableciendo esa devaluación. A partir de Lavagna hubo un gran ajuste que nos llevó a enfrentarlo. El año de mayor movilización, en el recuerdo de mucha gente, fue el 2001. Pero no, fue 2002. Había marchas todos los viernes para barrer a la Corte Suprema. Estábamos en un avance importante, hasta el asesinato de Kosteki y Santillán. Cuando estábamos yendo al Congreso a repudiar el asesinato, Duhalde llamó a elecciones, planteó nueva realidad. Y los sectores populares no supimos o pudimos construir un proyecto colectivo, veníamos de la resistencia y el “que se vayan todos”. Igual los primeros años de Néstor Kirchner marcaron un punto de inflexión con las políticas previas

El 2001 también parió a las organizaciones sociales como actor político y los trabajadores informales organizados.

Los movimientos sociales son algo amplio que ya existía. En los '90 se fundó la CCC, que está en la UTEP. También se fundó Federación de Tierra y Vivienda. Había movimientos piqueteros. Cambió la concepción de clase, que también era trabajador el despedido, el precarizado, el que quería trabajar. La UTEP sí es un movimiento nuevo. Hay una nueva realidad, el movimiento de economía popular. Es un desafío muy alto para la clase trabajadora que sigue existiendo. La CTA debate cuál es su futuro. El 2022 será un año de movimiento popular. Va a existir discusión de clase, estamos en contra del sindicalismo empresarial. Hay sindicalistas que se volvieron empresarios. Marchamos a una nueva centralidad de clase trabajadora. 

¿Hay perspectivas de que se unifiquen las CTA?

Estuvimos juntos con Lula. La unidad de clase de los trabajadores es imprescindible, pero no se hace entre cuatro dirigentes en una pieza. Así no se armó la CTA. Estoy seguro de que el año que viene alumbrará unidades más grandes.

Hace una lectura positiva de lo que significó diciembre de 2001. 20 años después, ¿qué balance hace?

El balance es positivo en la lucha popular, pero no en las respuestas que faltan. En enero de 2001 nos dimos cita en Porto Alegre miles de resistentes en el mundo. Lula, Olivio Dutra, los que habíamos peleado contra el fin de la historia, el capitalismo para siempre. Terminamos diciendo que otro mundo es posible. Frente a lo que era Davos. Se abrió un ciclo de gobiernos progresistas. El triunfo de Lula en 2002, Kirchner en 2003, Tabaré en 2005, Evo, Chávez, terminamos echando a Bush desde la unidad latinoamericana, que creció. Lamentablemente la experiencia que tuvimos terminó en la vuelta al gobierno de los sectores de poder que expresaba Cavallo, la Argentina de Macri en 2015, Trump, Bolsonaro. Si bien hoy están en retroceso, hay una pulseada por distintas posibilidades de gobernabilidad. La diferencia es que antes había una disputa en el poder entre sectores dominantes, dolarización o devaluación, Cavallo vs Duhalde y Moyano con la CGT y la UIA. Hoy los sectores del poder ganan con las dos alternativas. Fuga de capitales e inflación son herramientas para ganar. La alternativa es la distribución, la alternativa que sigue viva. En 2019 echamos a Macri con un aluvión de votos. Pero el voto reciente dice que hay que avanzar con resolver problemas de la gente, la inmoralidad del hambre y la pobreza.

En un contexto regional inestable y oscilante, ¿percibe una oportunidad para el regreso de una ola progresista? ¿O pensar eso es pura nostalgia?

Se abrió por la situación internacional una oportunidad. El acto en la plaza de mayo con Lula lo demostró. Esperamos que sea una oportunidad para pueblos que tienen ganas, que olfatean una transformación posible. 

¿Qué indicadores percibe?

La alianza de Fernández y López Obrador. El golpe en Bolivia duró apenas un año. Una presidente de la Constituyente mapuche en Chile. Castillo en Perú. Vemos que los pueblos olfatean que hay un cambio. Una década de cambio se viene. 

¿En qué fallaron los gobiernos progresistas?

La autocrítica es la falta de unidad. La falta de espacios institucionales. A partir del 2017 se organiza la resistencia, a partir del cambio previsional. La necesidad de unidad no sólo debe ser “en contra de”. Eso se pudo expresar para expulsar a Macri. Por eso en el FdT cada uno aportó lo suyo. Pero falta la unidad de proyecto alternativo. Eso es abrir puertas de democratización en todos los sectores, en el sindical, por la falta de apertura en las PASO y las proscripciones indirectas, la falta de boleta única o falta de convocatoria a plebiscito. Tienen miedo de la decisión del pueblo.

García Linera plantea que ahora muchos gobiernos progresistas están solo a la defensiva. ¿Coincide?

A la defensiva se estuvo en la etapa anterior. Por algo los pueblos decidieron cambiar. Por haber estado a la defensiva se terminaron consolidando la gobernabilidad de grupos económicos grandes. No se cambió la estructura del poder judicial, de empresas extractivistas. No cambiaron la estructura de democracia formal por algo participativo con el pueblo protagonista. Los pueblos quieren avanzar. Hay un cambio paradigma en el mundo, revolución tecnológica, cambia el centro del imperio, EEUU con su poder militar está herido y cayendo. Tiene poder para pegar manotazos como el golpe en Bolivia, pero es una década que se traslada el centro del poder mundial a Asia: China, India, Japón. Los grandes se pelean y ahí los pueblos sabemos que se puede soñar, independizarse. La pelea de Francia- España permitió independencias, la Primera Guerra Mundial habilitó a Yrigoyen; la Segunda Guerra, la aparición del peronismo. Hoy se abre una instancia igual. Los pueblos quieren avanzar. Si hay funcionarios que están a la defensiva es mejor que se vayan. Los cargos se ocupan para abrir protagonismo al pueblo, no para decir no se puede, para eso están los poderosos. Eso pasaba en el 2001. En los 90 decían que la historia se había acabado, la ideología y la lucha también. En 2001 se abrió una discusión superior. Ahora pasa algo parecido, es posible.

Algunas voces del oficialismo, sin embargo, plantean que la correlación de fuerzas no da para transformaciones ambiciosas. 

Por eso volvieron ellos. Yo aprendí a confiar en nuestros pueblos. Evo dijo se acabaron 500 años de resistencia, el día anterior a asumir. Se vienen 500 años de gobierno. Planteaba algo esencial. Estamos para gobernar, nadie te regala el gobierno. No se puede ser rebelde con permiso. Eso es el posibilismo. Por eso esta vuelta tiene que ser de la mano de apertura.

¿Se opone al acuerdo con el FMI?

Nuestra posición es pública, que se investigue. Porque la deuda es fraudulenta, desde la del 2001 hasta la de hoy. Ésta encima se hizo violando estatutos del FMI. Más de 100 compañeros decimos: investiguemos a fondo.

AF/WC