De Virrey del Pino a la Casa Rosada

La historia detrás del cartel de cartón que fascina a los libertarios: “Es un escudo para proteger a Milei”

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Flavio Arenales le pega duro con la masa a la pared sin revoque. Está parado en un tacho de plástico dado vuelta para trabajar en altura más cómodo. Da un golpe seco tras otro hasta terminar de romper el marco de la puerta principal de su casa, que va a cambiar por una nueva.

Los cascotes vuelan por todos lados. Se mezclan en el caos de bolsas de arena, pedazos de madera, baldes de albañilería con plantas, un tacho con agua que parece podrida. En el techo, con la losa aún al desnudo, se ven dos pallets de ladrillos huecos. Varios perros dan vueltas por ahí.

Desde la calle de entrada, que es de tierra, se escuchan nítidamente a los pájaros en esta zona de quintas del fondo de La Matanza. Acá no hay tránsito. Estamos a la altura del kilómetro 40 de la Ruta 3, los confines del conurbano bonaerense. En esta casa, el día previo al balotaje Massa-Milei del año pasado, Flavio escribió con un fibrón negro sobre un cartón cuadrado “FUERZA DEL CIELO VIRREY DEL PINO”.

El cartel fue un símbolo libertario desde que el propio mandatario lo levantó junto a su hermana en el último acto de Parque Lezama. Pero el cartón está en el círculo del Presidente desde el minuto cero: la noche del 18 de noviembre de 2023, en la puerta del Libertador Hotel, a diez cuadras del Obelisco, a dos horas y media de viaje en transporte público desde Virrey del Pino, tras su discurso ya como presidente electo, Javier Milei lo alzó por primera vez.

Desde entonces, con su camisa leñadora que también se volvió un símbolo, Flavio lleva el cartel adonde sea: a Córdoba para el acto del frustrado Pacto de Mayo, a las rejas de la Casa Rosada para saludarlo por su cumpleaños en octubre, a Santa Fe para acompañar a Karina Milei y –hace apenas quince días– al lanzamiento de la agrupación Las Fuerzas del Cielo en el que el tuitero oficialista Gordo Dan habló del “brazo armado de Milei”. 

Pero la conexión de Flavio con Milei parece ir más allá del fanático que sigue a su líder político. Está convencido que su cartel de cartón tiene una misión extraterrenal y jura haber hecho un aporte clave para que el libertario gane la segunda vuelta de las elecciones: “El cartel es un escudo para proteger a Milei. En el balotaje yo de alguna manera tenía que cuidarlo porque sino iba a perder. Ahí nació La Fuerza del Cielo”.

Flavio tiene 50 años y hace menos de diez que vive en la zona rural de Virrey del Pino, con su pareja y un hijastro, aunque también tiene hijos de un matrimonio anterior. Es el casero de un predio de varios terrenos, cuyo patrón le dio el espacio en el que está construyendo su casa. No cursó la secundaria. Hace trabajos de albañilería y changas varias, como cortes de pasto, poda y desmalezamiento. Llegó a La Matanza después de alquilar en varios lugares del conurbano –como Avellaneda o Boulogne–, luego de que lo desalojaron de un departamento en el que vivía en Arenales y Libertad, en Capital Federal. Viene de una familia porteña que –dice– “amasó una fortuna” que se perdió con las crisis cíclicas del país.

“Mi bisabuelo fue el primero que puso colectivos y taxis acá en Buenos Aires a circular en los años 40, pero se borró todo de un plumazo con el Rodrigazo, en el ‘76. Lo poco que nos quedó a mi papá se lo arrebató la hiperinflación de Alfonsín. Pasamos de tener una casa-quinta de fin de semana en Torcuato, de vivir una vida re linda de chico, a una casilla de madera”, recuerda Flavio, parado en una habitación de su casa que hoy no tiene un uso específico. 

Comparten el espacio una cocina donde calienta para el mate el agua que compra –aún no tiene red de agua corriente y potable– y una mezcladora de cemento, junto al icónico cartón y un mueble con varias remeras mileístas, una estampada con la foto de Milei, Karina y su cartel.

De un clavo en la pared cuelgan folletos de una agrupación libertaria que ofrece capacitaciones en oficios. Convencido del momento de fama oficialista que atraviesa –más de 17 mil seguidores en X, por ejemplo–, Flavio parece tener una aspiración acorde a los tiempos que corren: “Voy a terminar de revocar acá y quiero hacer un estudio, hacer un streaming. No para hacer política, sino para mostrar las cosas malas de la política”. 

“Yo soy anti-Estado. Odio a los políticos porque destruyeron mi familia”, suena tajante Flavio, que dice que encontró en Milei un representante de sus propias ideas: “La salida de la pobreza es con las ideas que planteó Milei. Acá hay mucha gente pobre y que no vive de los planes, como yo. Yo ni siquiera cobré los IFE en la pandemia. Para mí la única manera hoy en día para darle dignidad a la gente es sacarle toda esa ayuda, todos los planes, la AUH, la Alimentar. Si yo te doy todo, vos te sentís un inúti. Hay que darle laburo”.

Votó a Néstor Kirchner en 2003, pero no a Cristina: “Nunca la quise; yo solamente con mirarla me doy cuenta que es una cínica”, señala. A Mauricio Macri sí lo apoyó, pero rápido nomás se justifica: “Confíe en él, pero bueno, qué le vamos a hacer… Nos defraudó. Para mí Macri, viste, fue de tibio a frío”.

Hasta que conoció a Milei a través de la pantalla de Intratables y Alejandro Fantino, antes de su candidatura a diputado nacional: “Era el loquito que gritaba, pero un día me pongo a escucharlo con atención y fue un shock. Ahí dije: este es el tipo que necesitamos, el patriota con las ideas de la libertad”.

La campaña presidencial de Milei convenció a Flavio de hacer una micromilitancia casi al borde de la exageración: “Yo he ido a lugares cuando en casa nos estábamos muriendo de hambre, porque la estábamos pasando mal. A veces teníamos dos mil o tres mil pesos y yo me gastaba mil para viajar. Me iba con una botella de agua, un pedazo de pan, un paquete de galletitas, lo que había, y ahí me la pasaba todo el día. A mí no me importaba, porque para mí era necesario ir”. 

Su cartel de cartón inicial fue contra las supuestas denuncias de fraude nunca corroboradas por la Justicia en la primera vuelta de octubre, que terminó ganando Massa. El miércoles previo al balotaje hizo otro con una pala para escrachar al candidato de Unión por la Patria en la puerta del Palacio de Hacienda: “SR MINISTRO ACA LE TRAJE LA PALA PONGASE A TRABAJAR”.

Ahí tuvo un punto de inflexión, según su relato: quiso tomarse el subte para emprender la vuelta a La Matanza, pero finalmente desistió para no cruzarse con un grupo de “marihuaneros” que estaban en Plaza de Mayo. Caminó entonces hasta el Obelisco, donde se encontró en la plazoleta con un supuesto grupo de umbandistas brasileños que formaban parte del equipo de asesores que Lula da Silva le mandó a Massa para su campaña. 

“En las redes de información se decía que había umbandistas. Obviamente decían que no, que era una locura, que era mentira, pero me los crucé. Era verdad. Estaban con la vestimenta y los tambores. Me di cuenta porque yo soy pai umbanda, soy médium, aunque desde la pandemia me aparté de todo”, dice Flavio, que evita dar detalles sobre ese pasado suyo y su relato pasa a la acción: “Me di cuenta que estaban haciendo un trabajo y yo, que soy un ser de luz, digamos, pedí que me ayuden a ver qué podía hacer al respecto. Ese momento se puso todo negro el cielo, y se levantó una tormenta que levantó todo a la mierda”.

El encuentro con los umbandistas movilizó a Flavio al punto de que al volver a Virrey del Pino se sintió con “una misión”: “Yo vine acá. Yo me conozco. No te lo puedo contar. Pero todo eso negativo que traían para que Milei pierda en el balotaje, que era una traba que le iban a poner, las trabajé y las transformé en energías positivas. Yo tenía que plasmar de alguna manera cómo hacer un escudo para Milei esa noche. Y ahí nació la Fuerza del Cielo, que es mi fuerza”, asegura. Flavio desafía a los incrédulos: “Yo lo que te estoy contando es lo que pasó. Si vos lo querés creer, creé. Acá no hay hechizos. Yo no maté ningún animal acá en mi casa. No. Yo no hago esas cosas. Es todo amor y fe y convicción. Mucha convicción. Lo que hice no fue en vano”.

Solo con su cartel y su camisa leñadora, Flavio pasó la noche previa al balotaje de vigilia frente al Libertador Hotel. Durmió en una parada del metrobús sobre la 9 de Julio y se apostó tra vez contra las vallas del búnker a las 8.30. Ahí hizo guardia como doce horas. Le gritó a Milei cuando salió para ir a votar –y el candidato le devolvió el saludo–. Por la tarde –asegura– “salvó” por segunda vez al libertario cuando tres personas empezaron a los gritos reclamando que Karina les pague $5 mil por haber fiscalizado. Y al caer la noche tuvo su momento de gloria.

Milei dio un primer discurso como ganador en una tarima acompañado de su hermana, Victoria Villarruel y su pareja Fátima Florez y cuando bajó lo señaló con su índice derecho mientras fruncía el ceño y se mordía el labio. Tomó el cartel de Virrey del Pino, lo alzó y sacudió al público. Cuando Milei se lo devolvió, Flavio lo dobló y lo besó. Su noche terminó muy tarde en Plaza Once, pero ya se había cortado el servicio de colectivos para volver a Virrey del Pino. Pasó otra noche en la calle y recién el lunes volvió a su casa.

El cartel de Flavio en realidad son varios carteles pegados y ahora está decorado con una bandera argentina. Detrás de la famosa inscripción están pegados otros que usa para manifestaciones puntuales, lo que le sirve para darle más firmeza al cartón original: la última consigna fue en favor de los venezolanos. Hace muy poco consiguió el autógrafo de Karina, cuando viajó a un acto de La Libertad Avanza en Santa Fe. Su deseo es que el Presidente también lo firme. Recién entonces lo va a encuadrar para atesorar.

Flavio viaja con el cartel a la par de un grupo de libertarios que suele sumarse a todas las movidas oficialistas en distintas provincias. Está en un grupo de WhatsApp donde agendan recorridas y él se suma –dice– por su propia cuenta o porque lo invitan los propios militantes. El fin de semana pasado viajó a Córdoba en un auto que estaba “destartalado” y regresó en colectivo. “A mí nunca jamás nadie me puso un solo centavo. Ni Karina, ni Milei, ni nadie. ¿Me entendés? Yo puedo estar sentado al lado de Milei, pero eso no implica que yo le pida un favor o que me tire plata o nada por el estilo. Al contrario, si a mí me llegan a venir con esas, me tomo el palo”. 

Figura conocida entre los mileístas, Flavio fue entrevistado dos veces por el Gordo Dan en el streaming La Misa del canal Carajo! luego de haberse hecho viral un video suyo en el que desafiaba a debatir al referente del Polo Obrero Eduardo Belliboni. C5N le dedicó un crítico informe en el programa Argenzuela: el graph lo presentó como el “rompemarchas” y el periodista Diego Brancatelli se burló de él por usar siempre la misma camisa leñadora. En desagravio, los mileístas hicieron una colecta en su favor y con lo que juntó se compró una moto, materiales de construcción, la mezcladora de cemento, un termotanque y una cocina.

Sus vínculos con el círculo más cercano a Milei son innegables, pero él se desentiende: su cartel en el escenario de Parque Lezama lo ubicó Agustín Romo, presidente del bloque de los diputados bonaerenses de LLA y alfil en el conurbano del asesor estrella Santiago Caputo, a quien asegura que no conoce. Flavio estuvo sentado muy cerca del Presidente en el Foro de Madrid que se hizo en el ex CCK y fue invitado a un palco del Congreso cuando Milei presentó el presupuesto el domingo 15 de septiembre.

Hace dos semanas habló en el lanzamiento de Las Fuerzas del Cielo en San Miguel, que tanto ruido causó. Jura que el público libertario le pidió que suba: “No tengo contacto con nadie del Gobierno. Somos un grupo de chicos que nos juntamos, vemos que hay un evento y tratamos de alquilar un micro para viajar. Punto. Yo nomás llevo las fuerzas del cielo. Doy la batalla cultural y voy camino a la libertad”.

El “camino a la libertad” para Flavio es la reelección del libertario. Confía que en un segundo mandato el Presidente “abrirá” la Constitución para achicar el Estado al punto que solo sirva para gestionar la seguridad, la salud y la educación, y para que los mandatos vuelvan a ser de seis años. “Milei se queda hasta el 2031 y se tiene que apartar. No la va a reformar para él quedar eterno”, se ataja a la pregunta por la re-re. “Milei no hace populismo”, apunta Flavio, que ahora camina hasta la habitación de al lado, ahora llenas de escombros por el marco que volteó a mazazos.

Entre sus herramientas levanta la motosierra con la que hace podas y muestra el cartel que le pegó con la consigna “Milei 2027”. “Esta es la motosierra que usamos para triturar gente, como dicen”, se ríe. ¿Qué haría si Milei lo visita en Virrey del Pino para hacerse una foto con su motosierra, su leñadora y su famoso cartel de cartón?, es la pregunta. Flavio primero frunce el sueño, pero luego habla serio, dejando entrever que para él no sería una locura: “No creo, ya sería demasiado, pero nada es imposible. Un día lo pensé. Por ahí hago algo o pasa algo que toma mucha trascendencia y quizás me venga a visitar”.

DM/MC