Piso 11 del hotel Hyatt Park. El Presidente viste de fin de semana, zapatillas negras, pantalón caqui, camisa celeste. Recuperado de su afección lumbar, ha bajado de peso notablemente desde el episodio gástrico de Indonesia, cuando debió ser atendido de urgencia en un hospital en Bali. Alberto Fernández disfruta de algunas horas relajadas en Nueva York. Acaba de tener un zoom con Luis Caffarelli, el argentino ganador del Premio Abel 2023, el “Nobel” de las matemáticas, hoy una celebridad. “Es muy nuestro”, le dice a uno de sus colaboradores. La frase recuerda el estilo de Néstor Kirchner.
Fernández compartió con parte del equipo que lo acompaña en EEUU algunas ideas sobre la visita de este miércoles a la Casa Blanca y lo que será la reunión con Joe Biden. elDiarioAR reconstruyó pasajes de esa charla. A Fernández lo esperaba el almuerzo y una charla con un grupo de unos 20 académicos argentinos radicados en este país, en el consulado argentino. Nueva York se esfuerza por dejar atrás el invierno y es una mañana luminosa aquí. Casi no hace frío.
Santiago Cafiero propone llevar a Cafarelli a la Argentina y condecorarlo con la orden del general San Martín. Que el matemático vaya preparando el traje: es una idea que interesa al Presidente. Cafarelli le explicó a Fernández cómo puede preverse cuándo se descongelará un glaciar, uno de los hallazgos de este investigador. Genios. Gente de gran humildad y sencillez. Ejemplos verdaderos.
Volviendo a Biden: si hay que decir la verdad, el Gobierno había dado por caído el encuentro. Había sido pautado para julio de 2022 y el norteamericano contrajo Covid. Volvió a postergarse con una fecha tentativa en la última parte del año y parecía ya no haber regreso. “No le golpeamos la puerta”, dice Fernández, pero el embajador Jorge Argüello podría desmentir esa definición. El diplomático trabajó paciente y en silencio para que esa puerta se abriera. Se le adjudica algo de mérito también a Cafiero, que empatizó con Anthony Blinken, el secretario de Estado, en el reciente encuentro de cancilleres del G20 en Nueva Delhi.
Argentina le debe ese lugar a Carlos Menem. Esto no será reconocido mientras gobierne el peronismo “progresista”, digamos, que representan Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Una relación sin regreso.
La reunión con Biden representa una oportunidad para la Argentina y la tragedia muda que está atravesando. Separemos la sequía más importante en más de un siglo de la persistente autodestrucción a la que se entrega este país, con su clase dirigente en la primera línea de responsabilidad. Lo dijo el Papa Francisco hace poco: “La pobreza está en un 52%, ¿qué pasó?, mala administración, malas políticas”. Que alguien tire la primera piedra.
La bendición del clima esta vez le ha dado la espalda a la Argentina y la profecía de la nación sin reservas está a nada de cumplirse. Fernández aspira a que Biden respalde las negociaciones ante el Fondo Monetario Internacional para revisar las metas del acuerdo de facilidades extendidas negociado por Martín Guzmán, hijo del stand by de Mauricio Macri.
Hay optimismo en el Presidente, que se siente cercano a Biden en materia de pensamiento y de sensibilidad. “Biden ha sido generoso con la Argentina”, recuerda Fernández. Alude a la primera revisión de la meta de reservas, anunciada semanas atrás por el Fondo. Este viernes, el board revisará el acuerdo. La aspiración del Presidente es que esta vez se flexibilicen las metas fiscales. Es -podría decirse- el principal pedido que llevará al Salón Oval. El último presidente en estar allí fue Macri, quien fue recibido por Donald Trump.
Lo que pide EEUU
¿Qué se espera en respuesta? “Que no se les abran las puertas a China”, dice el Presidente. Es la máxima preocupación en Washington, la preocupación permanente si se contempla el escenario catastrófico que ha abierto Putin en Europa y el mundo con la guerra en Ucrania. No abrir las puertas a China, admite Fernández, es no adoptar su tecnología 5G de conectividad móvil, no recibir inversiones, reducir la intensidad de esa relación. Es una apuesta difícil en el escenario de nueva bipolaridad a la que se dirige el planeta.
El triángulo Argentina-EEUU-China presenta nuevos desafíos en la pospandemia, como suele decir el experto Juan Gabriel Tokatlian. La política no ha discutido sobre eso en profundidad y Fernández lo sabe. “Los chinos no te piden nada. EEUU promete una inversión a tasa X. Vienen los chinos y te dicen yo te hago la obra a una tasa tres veces menor y la empezás a pagar a 5 años…”
La cuestión rusa encuentra algunos puntos de contacto entre el presidente argentino y el estadounidense. Pero hay matices. Fernández se muestra convencido de que la decisión de Vladimir Putin de invadir Ucrania ha sido un error estratégico del autócrata ruso. Pero advierte sobre la urgencia de establecer una mesa de negociaciones. “Hay que sentar a Putin con Zelenski”, dice, aunque advierte qué lejos están las cosas de eso. “Occidente quiere que Putin devuelva el Donbás. No está en condiciones de hacerlo. ¿Cómo justificaría esta guerra?”.
Fernández cuenta que habló por última vez con Putin después de la reunión del G7 en Alemania de junio pasado, a la que fue invitado en representación de la Celac. “Le expliqué los riesgos que implicaba el escenario en Ucrania. Me dijo con toda frialdad y de manera lapidaria: ‘Que manden todos las tropas que quieran. Van a morir todos en Rusia’”. Para Fernández, el escenario en Ucrania es incierto. “Un soldado occidental que muera allí desemboca en una nueva guerra mundial”.
El Presidente les recuerda a sus colaboradores lo mismo que suele señalar en público. “La Argentina en este momento ocupa un lugar importante en el mundo”. No sólo como proveedor de energía y alimentos. “(El español Pedro) Sánchez me pidió que hablara con Putin. También (el canciller alemán) Olaf Scholz. Quieren que América latina se involucre en una salida negociada”. Es Lula da Silva quien tiene un plan en esa dirección; se propone articularlo con China, donde tenía previsto viajar esta semana. El virus de la influenza se lo impidió.
“Menem en 2003”
El tema “mundo” llevó de regreso a Fernández a la política local. “Estamos aislados del mundo”, había dicho Macri en el spot con el que anunció su renuncia a competir por un nuevo mandato. “Es el equivalente a Menem bajándose del balotaje en 2003. Macri puede ganar las primarias, pero pierde en el balotaje. Lo mismo que Cristina”, se le escuchó decir.
El Presidente da por cierto el anuncio de su vicepresidenta de diciembre pasado de que no será candidata. Sobrevuela aún una duda: esas palabras fueron dichas tras el anuncio de su condena en la causa de la obra pública en Santa Cruz, en un momento en que estaba encendida. Un arrebato. Veremos si lo sostiene.
Un escenario de renuncias masivas ¿favorece o perjudica el proyecto de reelección del Presidente? Fernández reitera que ni él ni Cristina Kirchner están obligados a imitar a Macri, pero desliza una novedad: “Yo siempre dije que hay que construir un candidato que sea competitivo y llevarlo a una interna para hacerlo y ganar. Para eso hay que estar unidos. Yo tengo que mantener mi proyecto de reelección hasta el final por una cuestión de gobernabilidad. Pero otros cuatro años en este lugar… Es un desafío muy duro. No he reflexionado todavía sobre eso”.
¿Quién quiere ser presidente?, podría titularse esta nota.
Fernández apuesta a abrir el proceso de lo que llama “la tercera renovación del peronismo”. “Cafiero (no lo menciona a Menem), Néstor (CFK es parte de esa etapa) y ahora”.
“Tuvimos la guerra con el campo. La crisis del 2009. Después se nos murió Néstor. A Cristina se le fugaron US$30.000. Nos ganó Macri. La gente asocia al kirchnerismo con todo eso. ¿Cómo podemos ofrecer futuro con propuestas ancladas en 2015?”
Para el Presidente, el ciclo que se abrió en 2003 con el ascenso de Néstor Kirchner está próximo a su final. Acaso se irá con él, uno de sus fundadores. “Tuvimos la guerra con el campo. La crisis del 2009 de Lehman Brothers. Después se nos murió Néstor. A Cristina se le fugaron 30.000 millones de dólares. Nos ganó Macri. La gente asocia al kirchnerismo con todo eso. ¿Cómo podemos ofrecer futuro con propuestas ancladas en 2015?”.
Fernández defiende ante su gente su idea de una primaria abierta, con varios candidatos, competitiva. “Si Cristina tiene su candidato, que lo ponga. Yo pongo el mío. Un candidato se construye en 20 minutos. Yo en 2019 no medía en las encuestas. Aparecían Cristina, el Chivo Rossi, Taiana. Después del anuncio pasé a medir 40 puntos. Cualquier candidato del peronismo tiene asegurado un 30%. Aunque sea Drácula. Lo que lo convertirá en un candidato competitivo es que consiga estirar ese porcentaje a los 40. Ese es el objetivo”.
¿Quiere el Presidente ser reelecto? En su entorno no hay dudas de que sí.
Como ya se ha dicho en estas notas, la desaparición de los extremos que representan Macri y CFK en las dos grandes coaliciones, para Fernández favorece las posiciones de “centro” del espectro ideológico, que él mismo encarna. “La renovación del peronismo será por la vía de la moderación”, asegura. Moderación: esa palabra que subleva a su vicepresidenta y mentora.
WC