Cuando Mauro Haddad nació hace 29 años, la Unión Soviética y el socialismo real ya no existían. Se cumplía el pronóstico etéreo de Francis Fukuyama del Fin de la Historia. Tan lejos del Moscú gorbachoviano como del politólogo neoliberal, el líder de los jóvenes comunistas argentinos sentencia sobre su pertenencia al Frente de Todos y el futuro electoral en nuestro país: “No tenemos los aliados deseados, los que queremos; tenemos los que existen. Pero del otro lado está el fascismo. Y hay que frenarlo, como en Chile, como en Brasil”.
Entre el jueves 19 de enero y el martes 23, cerca de 400 jóvenes de 11 provincias argentinas, además de delegados de Uruguay, Brasil, Chile y Panamá, participaron en las sierras de Córdoba del 10° Campamento Nacional de la Federación Juvenil Comunista (FJC), la juventud del Partido Comunista de la Argentina, el partido marxista-leninista más importante del Frente de Todos.
Haddad, porteño, de oficio jardinero, ex empleado de comercio y “trabajador en blanco” de la cultura; desde 2020 es el nuevo secretario general de “La Fede”, como se conoce a la FJC, por donde pasaron históricos como el fallecido líder comunista Patricio Echegaray; el cofundador del Frente Grande y ex funcionario de la Alianza y el primer kirchnerismo, Eduardo Sigal; o la periodista y militante ecofeminista Claudia Korol.
Durante la cuarentena, no se realizaron estos campamentos juveniles, pero La Fede realizó trabajos voluntarios en la provincia de Santa Fe, donde en octubre de 2020 fue asesinada la militante comunista María Florencia Gómez Pouillastrou: “En enero y febrero de 2021 decidimos volver a San Jorge, donde Flor militaba. Ella era una referente comunista y ecofeminista, tenía mucho trabajo territorial y era una referente social. Hicimos unas brigadas de trabajo voluntario en San Jorge, con atención médica primaria, ollas populares y la construcción de huertas comunitarias. Y este año, decidimos poner en marcha nuevamente los campamentos de La Fede”, cuenta el secretario general de la FJC.
Mientras despide a algunos de los camaradas que participaron del campamento en Villa Ciudad Parque, un pueblito serrano de 3.000 habitantes ubicado a nueve kilómetros de Villa General Belgrano, en el valle de Calamuchita y a 90 kilómetros al sur de esta Capital; Mauro Haddad habló con elDiarioAR sobre la utopía comunista del siglo 21: “Hoy tenemos que luchar por ser felices. Cuando me incorporé a La Fede, me sumé a la aventura de cambiar la historia. Los de mi edad somos hijos del neoliberalismo, yo en particular soy hijo del menemismo; y las chicas y chicos de mi edad o más chicos, son hijos del neoliberalismo. A nosotros nos cabe la tarea de desaprender el individualismo, esa cultura del ‘sálvese quien pueda’, que nos impusieron y luchar por ser felices. En los últimos 30 años cambió el trabajo, cambió el modo de producción y las relaciones laborales. Cambió el barrio, cambió la sociedad, los chicos no juegan más a la pelota en la plaza, no van más a buscar a sus amiguitos para jugar en la plaza, eso cambió. No podemos ver la realidad del siglo 21 solo con el Manifiesto Comunista de (Karl) Marx o de (Vladimir Illich) Lenin. Nuestra visión del mundo, fundada en el marxismo-leninismo; sigue siendo la lucha por una nueva sociedad más equitativa, más solidaria; donde la fraternidad propia de esta tarea militante nos lleva, en la diaria, en la cosa cotidiana, a construir un futuro mejor”.
Los abuelos de Mauro Haddad eran fieles de la Acción Católica, mientras que su mamá militó en el trotskista Movimiento Al Socialismo (MAS) que en los ’80 dirigía Luis Zamora, la prehistoria del actual Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT-U) donde milita la diputada Myriam Bregman: “Ya desde chico me sentí de izquierda, mi mamá nos enseñó eso, pero en la vida diaria. Ella era empleada en un vivero, hacía changas de jardinería por su cuenta y trabajó de mesera. Mi mamá nos inculcó con su ejemplo, la necesidad de cambiar el mundo, hacerlo más justo. Yo no viví la etapa de la Unión Soviética, ni la caída del Muro de Berlín. Sumarme a La Fede fue la mejor decisión que pude haber tomado. Nosotros, los jóvenes, no tenemos el peso de hacernos cargo de los errores del socialismo real. Nuestra mirada de izquierda, como jóvenes comunistas latinoamericanos, más tiene que ver con lo que decía (José Carlos) Mariátegui ‘ni calco, ni copia’ de los modelos como pudo haber sido la Unión Soviética para las generaciones de nuestros padres y abuelos; nosotros estamos inmersos en un proceso continental con una base política, pero haciéndolo a nuestra manera”.
-Para gran parte de la izquierda dura, la izquierda roja, la utopía socialista se derrumbó con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS. Mientras que para la derecha, los procesos progresistas en América latina son rehenes de La Habana…
-Está Cuba, sí. Pero no es lo que fue la Unión Soviética para los procesos revolucionarios de los países del Tercer Mundo desde la Segunda Guerra Mundial. El simbolismo de la Revolución Cubana es enorme; pero no es el único faro. Podemos decir que está China, que avanza al socialismo, saca a 700 millones de chinos de la pobreza y gobierna el Partido Comunista. Pero los chinos son una cultura milenaria de 5.000 años, es otro faro. Aprendimos a construir desde distintos lugares, partimos de un colectivo que nos nutrimos del marxismo-leninismo, pero buscamos nuestras propias herramientas y nuestro propio camino. A nosotros no nos pesan las derrotas de la caída de los países del campo socialista, ya nacimos sin ese mundo bipolar Este-Oeste. Y entre 2010 y 2015 se volvió a hablar a nivel mundial de socialismo, de la necesidad de reconstruir un mundo más equitativo. En Latinoamérica tuvimos una serie de gobiernos de centroizquierda de los que nos nutrimos, el caso de Pepe (Mujica) en Uruguay; Lula en Brasil; o el caso de Bolivia y el socialismo comunitario con un sujeto como los pueblos originarios jugando muy fuerte en la construcción de otro paradigma. En Chile, el gobierno de Gabriel Boric está desandando 30 años de neoliberalismo en democracia y 17 años de neoliberalismo bajo la dictadura de Pinochet; este año se cumple medio siglo del golpe de Estado que terminó con Salvador Allende muriendo en La Moneda defendiendo la democracia. Quizá los chilenos quisieran cambios más rápidos; pero a veces las sociedades van más lento. Acá en Argentina, la Ley del Aborto tardó años en aprobarse. Los procesos políticos y sociales no son puros, los procesos no son limpios, los procesos no son perfectos.
-Hablando de procesos, el Partido Comunista integra el Frente de Todos ¿Es una contradicción integrar una coalición de gobierno cuyo candidato para competir en las presidenciales de este año que suena con más fuerza sea el ministro de Economía Sergio Massa?
-Es cierto, integramos el Frente de Todos, y a diferencia de los procesos como en Uruguay, Brasil o Chile, acá no tenemos ningún Ministerio. No está dicho, no está confirmado que Massa sea el candidato del Frente de Todos. No vamos a caer en el posibilismo de Massa candidato, queremos una candidatura con un programa popular. Pero como decía (Antonio) Gramsci, ‘el único modo de predecir el futuro es organizarse y hacer que eso que quieres, ocurra’. Para nosotros Massa es la Embajada (de EE.UU.), como también lo fue Alberto. Pero reitero, del otro lado está el neofascismo, hay una derecha que ya no oculta su neofascismo. (Horacio Rodríguez) Larreta es Macri y (Patricia) Bullrich es Macri; que es el negacionismo del genocidio de la dictadura, entre otras cosas. Macri fue el primer gobierno en reconocer a (Michel) Temer tras la destitución de Dilma en Brasil; y envió armamento a la golpista (Jeanine) Añez en Bolivia para reprimir las protestas en defensa de la democracia y el gobierno constitucional y democrático de Evo Morales. El macrismo apoya a la dictadura de Dina Boluarte en Perú que en un mes ya causó 50 asesinatos. Y a la derecha de esta derecha fascista, está la ultraderecha de (Javier) Milei; que expresa lo mismo que (Jair) Bolsonaro en Brasil, al pinochetismo de (José Antonio) Kast en Chile, o los franquistas de Vox en España y acá es socio de Ricardo Bussi, hijo del genocida tucumano Antonio Domingo Bussi. Nosotros no estamos por la unidad porque sí, no nos sirve como pueblo que la agenda la marque la derecha. Parte de nuestro frente son Alberto, Cristina, Massa, la CGT y la burocracia sindical; pero también, nuestros aliados en el Frente de Todos son los sectores populares con los que trabajamos juntos en los movimientos sociales, la CTA de Daniel Catalano y sectores del kirchnerismo o cristinismo. Ojalá Massa no fuera el candidato del Frente de Todos, pero tenemos que trabajar para poner en marcha un proyecto y un candidato capaz de ganar la elección y de llevar adelante ese programa de Gobierno, porque del otro lado, reitero, está el fascismo. Hoy el posibilismo nos dice que el candidato debe ser Sergio Massa y nosotros y amplios sectores del Frente de Todos planteamos que hay que seguir dando el debate. Y el cambio está en lo cotidiano, hay que cambiar en las pequeñas cosas, hay que intervenir, y como dicen los pibes, ‘mandarse’, con un programa.
-Con Cristina Fernández de Kirchner autoexcluida o proscripta, según quién lo lea, ¿quién es candidato o candidata que según el Partido Comunista le puede ganar a Juntos por el Cambio?
-Cristina ya lo dijo, ella está proscripta. No hay que olvidarse que hace apenas cuatro meses intentaron asesinarla. Una banda de lúmpenes financiada por la derecha montó un atentado, un magnicidio, que afortunadamente falló. Y eso no pasó hace 20 años, ocurrió hace sólo cuatro meses. Es grave que el intento de magnicidio de Cristina, la principal dirigente política del país y la mayor referencia política del movimiento popular, no sea un tema de la agenda política nacional. Más allá de eso, nos parece importante que Cristina juegue activamente en el proceso electoral y tome un rol más preponderante. Hoy el Partido Comunista y La Fede no estamos trabajando en candidaturas, estamos trabajando en la construcción de un armado que represente la agenda de los sectores populares, pero también estamos trabajando en los territorios, llevando desde el llano, soluciones a los problemas de la gente, con acciones solidarias mínimas como asistencia médica, construcción de huertas comunitarias u ollas populares para los sectores más vulnerables.