El diputado nacional y presidente de la Coalición Cívica, Maximiliano Ferraro (48), aseguró que promoverá la interpelación del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Mariano Cúneo Libarona, por la “brutalidad y crueldad” de las afirmaciones vertidas el pasado martes en su exposición ante la comisión de Mujeres y Diversidad, las que además revelan “un desconocimiento” de las leyes que “no puede dejársele pasar a quien es la máxima autoridad” en la materia. Públicamente gay y comprometido con la agenda de la diversidad sexual desde el inicio de su extensa carrera legislativa, Ferraro fue uno de los primeros en salir al cruce de Cúneo Libarona, después de escucharle decir frente a frente y sin empacho que “nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología” porque “son inventos subjetivos”.
“Se lo digo de corazón y con sinceridad, usted ha dicho una barbaridad. Una barbaridad que desconoce las leyes que han ampliado y reconocido derechos en los últimos 15 años, que no pertenecen a un sector político, sino que nacieron de la lucha de organizaciones de mujeres y LGBT en Argentina”, le recriminó quien fue ocho años legislador porteño (2011-2019) y va por su segundo mandato como diputado nacional por la CABA en representación de la Coalición Cívica-ARI.
En las últimas horas, un grupo de legisladores de la oposición presentó un proyecto de pedido de juicio político contra el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, mientras que en simultáneo —y a contrapelo de la línea expresada por el ministro— el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) Nº2 de La Plata produjo una sentencia histórica, la que reconoció como transhomicidio o crimen de odio a la identidad de género la desaparición y asesinato del joven trans Tehuel De la Torre. Sobre éstos y otros temas, dialogó con elDiarioAR.
—¿Lo sorprendieron los dichos del ministro Cúneo Libarona, teniendo en cuenta sobre todo el contexto en que fueron pronunciados?
—Lo sorpresivo fue que no se refiriera a una sola política pública vinculada al área de su incumbencia —que es a lo que había ido a la Comisión de Mujeres y Diversidad—, pero no lo que dijo. Creo que el ministro se proponía cumplir cuatro objetivos. El primero, por supuesto, generar una provocación; el segundo, seguir construyendo lo que ellos denominan “batalla cultural y civilizatoria”; el tercero, evitar dar precisiones del trabajo de su ministerio; y el cuarto, provocar otra cortina de humo para tapar los temas más urgentes que están en la conversación pública y que se deben debatir en el Parlamento, como que el 27% del ajuste total del gasto público lo estén pagando los jubilados, el otorgamiento de 100.000 millones de pesos para gastos reservados de la SIDE, o una recesión económica similar a la de 2001. Los dichos del ministro son preocupantes por su crueldad, por su brutalidad y por su desconocimiento tanto de las leyes como de la Constitución y los tratados internacionales que rigen en nuestro país. Y eso no puede dejársele pasar a quien es la máxima autoridad en materia de justicia y derechos humanos en la Argentina.
—Porque además, no es un hecho aislado en este Gobierno…
—No, por supuesto, porque la semana pasada fue el ministro Cúneo Libarona, pero antes estuvo el tema de que “los gays somos piojosos” o el asco que les da ver besarse a dos hombres o dos mujeres. Lo que más preocupa es que, si lo dice quien ejerce la máxima magistratura o quien tiene la máxima responsabilidad de Justicia, ¿qué queda para el ciudadano común? ¿Por qué no podría sentirse libre de hacer cualquier barbaridad en ese sentido, si lo habilitan desde las más altas esferas?
—¿A quién le habla Cúneo Libarona cuando pronuncia este discurso en el Congreso?
—La barbaridad que dijo creo que fue para rendir pleitesía al presidente Javier Milei y a quienes llevan adelante esta narrativa o “batalla cultural civilizatoria”, como Santiago Caputo, el Gordo Dan, Agustín Laje o Nicolás Márquez. Y esto aprovechando que hay un sector de la sociedad —y esto también lo digo a modo de autocrítica— que estaba un poco agotado de cómo se habían manejado hasta ahora tanto las políticas de derechos humanos como las políticas de género y de diversidades. Lo cual no quiere decir —y resalto esto— que la Argentina retroceda en materia de reconocimiento y de ampliación de derechos, porque esos logros no le pertenecen ni al kirchnerismo ni a La Libertad Avanza, sino que son un proceso que ha construido la sociedad argentina toda, con sus aciertos y sus errores, en estos 40 años de democracia. En la conquista de muchas de esas leyes estuvieron presentes el movimiento de mujeres, de las diversidades, las organizaciones de la sociedad civil… pero también reflejaron los tiempos de la Argentina al momento de sancionarse normas como la patria potestad, el divorcio vincular, el matrimonio igualitario y todas las leyes que intentan romper las asimetrías en el trato entre hombres y mujeres.
—Pero hoy pareciera que estas conquistas no eran tan sólidas como se pensaba…
—Yo creo que esa solidez sigue estando porque, afortunadamente, LLA no tiene la mayoría necesaria ni en el Senado ni en la Cámara de Diputados para que esos retrocesos se den.
—La Federación LGBT+ pidió que Cúneo Libarona “se retracte o renuncie”, mientras que Orgullo y Lucha pidió su interpelación y juicio político, ¿qué opina?
—Yo creo que, si le queda algo de vergüenza, debería renunciar, pero estamos evaluando recurrir a la herramienta de la interpelación, como manda la Constitución y nuestros reglamentos. Sé que hay otras iniciativas que no he acompañado, no porque las rechace, sino porque creo que la interpelación es lo que corresponde en términos institucionales, para después evaluar otras herramientas.
—¿Qué pasó en estos años en Argentina para que pasemos de liderar la sanción de leyes de vanguardia en materia de derechos LGBTIQ+, a un ministro del área que no tiene prurito en acudir al Palacio Legislativo con un discurso abiertamente transfóbico, homofóbico y biologicista?
—Hay que entender que la Argentina no está exenta de procesos que están viviendo en la región y en el mundo. Entonces la primera cuestión es correrse de una mirada ombliguista en términos de “¿qué nos está pasando en la Argentina o a los argentinos?”. Inserto en un contexto, resulta que lo que vemos aquí no es distinto a las discusiones que están teniendo otros países. Dicho esto, creo que hay un mal aprovechamiento (por parte de este gobierno) de cierto hastío en la sociedad de la apropiación política partidaria que hizo el kirchnerismo de estas causas, que llegó a plantear que “nuestro sector político es el único que puede garantizar los derechos en materia de diversidades y de mujeres”, una visión con la que yo estoy totalmente en desacuerdo. De hecho, he acompañado todas las leyes de reconocimiento de ampliación de derechos que me tocó votar tanto en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires como en el Congreso de la Nación.
—¿Qué valor tiene, en este contexto, el fallo de hoy en el juicio por el caso Tehuel, el primero por transhomicidio?
—Da tranquilidad que algunos jueces interpreten las cosas como tienen que ser interpretadas. La preocupación es que esto se empiece a desvirtuar si, desde lo más alto de las esferas del poder, empiezan con la deslegitimación de las leyes o lo que manda la Constitución Nacional…
—¿Se considera un militante de la diversidad sexual, además de militante político?
—Yo tengo vocación por lo público, y esto me llevó —más allá de mi orientación sexual— a abrazar determinadas agendas y temas que están ligados a la diversidad sexual, pero también a la educación, el desarrollo sostenible, la lucha contra el cambio climático, la integridad y la transparencia en el ejercicio de la función. Por eso, más que nada, me considero un servidor público de estas agendas.
—El otro diputado abiertamente gay de la actual Cámara es el histórico activista Esteban Paulón…
—A Esteban lo conozco de hace muchos años, y si bien él está en el Partido Socialista y yo en la Coalición Cívica, es una de esas personas con las cuales uno considera que construye una amistad política. Con él hemos coincidido en la militancia de la ley de matrimonio igualitario, de identidad de género, de respuesta integral al VIH… Y ahora, la verdad que para mí es una alegría muy grande que haya podido ser electo diputado de la Nación, ejerciendo el rol que cumple en la Cámara.
—¿Cómo talló su orientación sexual en su carrera política? ¿Alguna vez alguien le sugirió no asumir públicamente su homosexualidad?
—Viví un proceso de salida del clóset difícil, pero no tuve que pasar por grandes situaciones de discriminación, más allá de tener que soportar algún que otro comentario socarrón o por lo bajo. Pero eso no me impidió hacer una carrera política, y yo estoy recontra agradecido con la Coalición Cívica por la libertad y el acompañamiento que me dieron, en particular la propia Lilita Carrió. Imagínate que, si hubiera sido objeto de algún tipo de reproche o discriminación, no hubiera sido dos veces legislador de la Ciudad de Buenos Aires, presidente de la Comisión de Educación, presidente del partido —como lo fui todo este tiempo—, haber integrado la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio y ser dos veces diputado de la Nación. Y no es que yo fui abajo en las listas, sino que las encabecé en diferentes oportunidades. Por supuesto, no te voy a negar que a mí me costó salir del closet porque, además, son distintas salidas: una cosa es el ámbito laboral, otra tu familia, otra el partido… y así son diferentes instancias donde aparece toda esta carga de culpa que te impone la sociedad.
—¿Qué le gustaría que pase en la próxima marcha del Orgullo, la primera durante la gestión Milei?
—Mi deseo es que sea una de las marchas más multitudinarias del Orgullo que hayamos vivido en la ciudad de Buenos Aires. Ojalá llegue a una convocatoria similar a la que tuvo durante el debate del matrimonio igualitario o cuando estuvo Lali (Espósito) en una de las carrozas, hace dos años atrás. Hay que llenar las calles porque está bien que los más jóvenes crean que los derechos conseguidos están consolidados y que no puedan creer que aparezcan dinosaurios medievales queriendo volver a discutir todo, pero hay que estar atentos. No tener miedo —porque el miedo es a lo que también juegan— pero sí estar alertas.
MAA/JJD