En medio de las tensiones con su vice Victoria Villarruel, Javier Milei finalmente no viajará el próximo jueves a Ciudad de México. En la que hubiese significado su decimocuarta excursión fuera de la Argentina desde su llegada a la Casa Rosada, el Presidente suspendió su vuelo al país azteca previsto para esta semana y esta vez no participará de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), el mayor y más influyente foro de movimientos de derecha del mundo, un evento del que Milei ya fue protagonista en sus respectivas ediciones de Brasil y Estados Unidos.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, había dado a entender ayer por la mañana que el viaje seguía en pie. “No hay ninguna gestión para vernos con López Obrador”, aclaró el portavoz en su habitual conferencia de prensa en alusión al presidente mexicano, de pública enemistad con Milei. Y subrayó que el objetivo del viaje era reunirse con empresarios el viernes y el sábado formar parte de la CPAC. Sin embargo, por la tarde, la visita se dio de baja.
De acuerdo con lo que informaron oficiales, la decisión se tomó para priorizar otros compromisos que se le presentaron al mandatario, como el evento por los 140 años de la Bolsa de Comercio de Rosario, que se realizará el viernes a las 18.30. Pero el contexto es insoslayable: la guerra fría que por estas horas enfrenta a la Casa Rosada con la titular del Senado. Tras algunas semanas de relativa tregua, el fuego de la discordia volvió a atizarse el viernes pasado cuando, a último momento, Villarruel confirmó su ausencia en un acto que se realizó en el Ministerio de Defensa.
“No fue invitada”, deslizaron desde el entorno de la vicepresidenta, algo que fue negado tajantemente por el vocero Adorni este lunes. “Entiendo que el día viernes incluso llegaron a estar acreditados un community manager y un fotógrafo personal de ella”, detalló el portavoz, para después aclarar que, en realidad, la organización esta vez no estuvo a cargo de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, sino de la cartera que encabeza Luis Petri. Y añadió: “En este caso Presidencia no tiene ninguna injerencia en lo que haga el Ministerio de Defensa, en cuestiones de ceremonial, como son las invitaciones que cursa a los diferentes funcionarios”.
La última vez que Milei y Villarruel se mostraron en público fue el pasado 28 de julio, en la inauguración de la Exposición Rural de Palermo, donde se dieron un frío saludo. Aunque hace tiempo que los compañeros de fórmula no se privan de reconocer en público sus diferencias de criterio, las intrigas en la cúpula del poder libertario comenzaron a acrecentarse en el último mes. Un hecho expuso como nunca antes esa tensión latente y marcó un punto de inflexión: la desautorización explícita a Villarruel por parte de la Casa Rosada luego de que tildara a Francia de “colonialista”, tras la polémica desatada a partir de los cánticos ofensivos de los jugadores de la Selección Argentina contra el país galo.
“No fue un tuit feliz”, sostuvo Milei, al día siguiente de la polémica, durante una entrevista con Alejandro Fantino en Neura. Y añadió, sin pelos en la lengua: “Por las cuestiones deportivas, tenés que ir por el lado deportivo y no generar un quilombo institucional en términos diplomáticos”. La preocupación del Presidente y de su hermana Karina tenía, en realidad, un motivo inmediato: el viaje que a los pocos días realizaron a París para presenciar la apertura de los Juegos Olímpicos, visita que incluyó un cara a cara con el presidente francés Emmanuel Macron.
Villarruel nunca escondió su voluntad de desplegar una agenda propia. Un camino en el que priman diferencias de forma y de fondo con Milei, principalmente en un eje en el que la titular del Senado hace hincapié cada vez que tiene oportunidad: el institucional. Ahora, sin embargo, en Balcarce 50 ya no disimulan el descontento y van más allá al aventurar que en 2027, si Milei compite por un segundo mandato, la abogada fundadora el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV) no sería nuevamente su compañera de fórmula.
El momento de mayor tensión entre ambos probablemente haya tenido lugar en marzo. Fue cuando Villarruel convocó a una sesión especial para tratar el DNU 70/23 y, minutos más tarde, un comunicado de la Oficina del Presidente despotricó en duros términos contra los que buscaban “avanzar” con una agenda “inconsulta”. “El cañonazo fue a la casta, no a Victoria”, intentó aclarar luego el Presidente, cuando el daño ya estaba hecho.
“Yo no me voy a convertir en Cristina Kirchner, no me voy a convertir en aquello que vinimos a cambiar”, lanzó, por su parte, la vicepresidenta en un video que difundió en redes sociales una vez finalizada la sesión en la que fue rechazado el megadecreto. El comentario no daba demasiado margen a la interpretación: Villarruel hacía referencia a las peleas entre la exvicepresidenta y Alberto Fernández, un cortocircuito que marcó a fuego la fallida experiencia de gobierno del Frente de Todos. “Mi compromiso con Argentina y con Milei es inclaudicable”, subrayó, sugestiva.
Pero las próximas semanas serán claves para corroborar si esa premisa se mantiene vigente: este miércoles comienza a debatirse la postulación de Ariel Lijo como candidato del oficialismo para convertirse en nuevo integrante de la Corte Suprema de Justicia, con una audiencia que tendrá lugar en el Salón Azul de la Cámara alta a partir de las 10. Es que, desde un principio, Villarruel se posicionó en contra de la decisión de Milei de proponer al magistrado de Comodoro Py para ocupar la silla dejada vacante por Elena Highton de Nolasco en el máximo tribunal.
La titular de la Cámara alta, quien es la que debería ponerse al frente de la búsqueda de voluntades para la aprobación tanto del pliego de Lijo como del catedrático Manuel García-Mansilla, le cuestiona públicamente al polémico juez no haber “actuado bien” cuando, en 2012, resolvió a través de un fallo que el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci no fue un delito de lesa humanidad. Así lo señaló en una entrevista con TN, el único reportaje televisivo que dio en lo que va de su mandato como vicepresidenta. “Me hubiera gustado, dado que era una banca de una mujer, tal vez alguna catedrática”, añadió en ese intercambio, que tuvo lugar en marzo. Las cartas parecen ya estar echadas.
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