“Motosierra y licuadora”. Javier Milei amplió su caja de herramientas: clausuró –o puso en stand by– el impuestazo que había diseñado el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo y volvió a su versión original, más auténtica, la de ajuste puro y duro. La derrota política del gobierno en el Congreso reinstala en el ring al Milei de la campaña, el que juraba cortarse un brazo antes de subir impuestos y que en sus caravanas electorales mostraba, fervoroso, una motosierra.
A aquel símbolo del recorte, Milei le suma ahora otro artefacto. “Con motosierra y licuadora lo resuelvo”, dice en la intimidad frente a la pregunta obvia sobre cómo buscará el déficit cero sin el capítulo tributario de la Ley Ómnibus con el que proyectaba recaudar el equivalente a 1,4% del PIB, el equivalente a la mitad del déficit primario con el que cerró 2023. Caputo, tras la salida de Guillermo Ferraro, tendrá mayores superpoderes para manejar la botonera del gasto.
Sin esos ingresos extra, al menos en el corto plazo, al gobierno solo le queda la alternativa de magnificar los recortes y aplicar, con el atajo legal de la prórroga del Presupuesto 2023, un congelamiento de las partidas. Caputo, como contó en Twitter la semana pasada, se puso a estudiar con su equipo en qué renglones aplicará el ajuste. El hachazo del gasto que figura en el Excel del ministro golpeará a las provincias que, a pesar de ganar la batalla de las retenciones, perdieron lo que recibirían por Ganancias.
Al bajar el capítulo tributario, Milei coparticipa el drama fiscal: Nación deja de recaudar, pero también elimina la reinstauración de Ganancias que podía ser un alivio para las cuestas provinciales. Es uno de los asuntos que están todavía en veremos y reflejan que la disputa por la ley ómnibus, rebautizada ley combi, todavía no terminó. En Diputados, a Milei lo esperan con la lapicera caliente: en el bloque Hacemos Coalición Federal, que preside Miguel Pichetto, está redactando el artículo para coparticipar con las provincias la recaudación del impuesto PAÍS. Los gobernadores mandarán a sus diputados a levantar la mano para que así sea.
En 2023 el resultado fiscal del conjunto de las provincias fue un superávit de 1 punto del PIB. Con la caída de la actividad, que según el EMAE fue de -1,4% en noviembre y arrastra un 0,7% para todo el año, la recaudación de las provincias empezó a mostrar retrocesos al igual que los ingresos propios, vía tasa, de los municipios. Con menos transferencias, menos recaudación propia y sin Ganancias, las provincias estarán en problemas graves.
El tropiezo de Milei está, todavía, en tránsito y su efecto es incierto. Caputo hizo su anuncio el viernes al atardecer para tratar de revertir un efecto nocivo: a simple vista, sin suba de retenciones, blanqueo y moratoria, la zanahoria del déficit cero se diluye y el mercado que abrazó aquella promesa puede tener una reacción negativa. “Esto se leerá en los mercados como una grave debilidad del gobierno. Va a ser un lunes difícil”, pronostica un economista ante elDiarioAR. Milei y Caputo deben encontrar un relato para revertir ese shock sobre las expectativas.
El informe de la consultora Suramericana, que dirige el exministro Martín Guzmán y tiene como director de análisis a Fernando Morra, sirve para ensayar, a mano alzada, los márgenes que tiene Milei para aplicar motosierra y licuadora. En el 2023 el renglón jubilaciones y programas sociales retrocedió 6%, mientras que subsidios lo hizo 24%. Las transferencias a provincias y universidades, por caso, aumentaron 4%. Morra observa, como detalle, que estas últimas operaciones fueron intensas en diciembre, luego de la asunción de Milei, lo que disparó el déficit que sino hubiese estado en el orden del 2,4% según su proyección. Morra, que fue viceministro de Guzmán, analiza que pudo ser una decisión premeditada para que el déficit cierre cerca de los 3 puntos para, de ese modo, alimentar la teoría de la herencia maldita.
Es una teoría que deslizó, en su momento, Axel Kicillof cuando planteó que Milei exagera el diagnóstico para poder, con menos, lograr parte de su objetivo. Morra cree que aun sin el impuestazo, el gobierno podría llegar al déficit primario cero mediante recortes y licuación de salarios y jubilaciones. La clave, entiende, será que tendrá más ingresos por retenciones por la cosecha y la ampliación del Impuesto PAIS. “Con esos ingresos y lo anunciado por el lado del gasto en subsidios y jubilaciones pueden llegar a un déficit primario neutro o incluso un leve superávit”. Claro, con un alto costo social.
El daño empieza a notarse. El informe de enero del Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que la encuestadora Poliarquía hace para la Universidad Di Tella, aporta un puñado de datos interesantes: no solo la caída de casi 9 puntos respecto de diciembre –medición que se había hecho antes de que se conozcan el DNU y la Ley Ómnibus– sino porque la baja fue más pronunciada entre los jóvenes, el sector más proMilei, y fue mayor en el renglón referido a “preocupación por el interés general”, lo que puede traducirse como sensibilidad del gobierno frente a lo que le pasa a la gente.
Milei tuvo el mejor inicio en cuanto a expectativas desde la asunción de Néstor Kirchner en 2003. Registró, luego, una caída –peor que la que tuvo Mauricio Macri, por caso– pero mantiene un capital: aunque en enero presentó esos retrocesos, el renglón de expectativa sobre mejora económica no solo se mantuvo sino que aumentó respecto de diciembre. Es decir, se potencia la confianza en que, a pesar del mal trago presente, más adelanta habrá mejoras. Opera una especie de reserva como si sus votantes no quisieran decepcionarse tan rápidamente.
Juan Negri, director de la carrera de Ciencia Política en la Universidad Di Tella, analiza que “si bien hay una caída significativa, el ICG sigue alto y la expectativa de mejora económica subió”, y lo atribuye a dos factores: que es un gobierno reciente, “razonablemente popular”, y que no hay “nada enfrente que pueda ofrecer una narrativa mejor”. “El desprestigio del peronismo le da una chance al gobierno”, apunta Negri y agrega que “Milei fue bastante hábil al ponerse la vara bajísima: en lugar de ”pobreza cero“, que no tiene ni Canadá, hablo de que no hay plata, parecido al 'estamos mal pero vamos bien' de Menem. Con eso mantiene expectativa, pero eventualmente el crédito se agotará si no hay mejoras tangibles en un mediano plazo”.
Negativa
Por purismo o porque no quiere tocar a ciertos sectores, Milei prefirió retirar el capítulo tributario antes que revisar el listado de 32 sectores con exenciones y beneficios impositivos que, según el diputado Nicolás Massot, podría servir para compensar lo que deja de recaudar por la no suba de retenciones. En ese menú aparecen, por caso, los beneficios a Tierra del Fuego y las exenciones de la Ley de Economía del Conocimiento (LEC) que benefician a Mercado Libre y Globant, entre otras firmas.
Oscar Zago, presidente del bloque de diputados planteó que sin lo fiscal en el texto, volverán a pedir que las facultades delegadas sean por dos años con extensión por otros dos. Difícil. En la oposición dan por hecho que el formato se mantendrá en 1 año con posibilidad de extenderlo vía Congreso a dos, y que no permitirá tomar decisiones como las contempladas en el capítulo tributario. ¿Puede Milei abrazar la tesis Barra –que incluyó en la Ley ómnibus un artículo para ratificar el DNU– y creer que queda autorizado para hacer, a sola firma, lo que no puede hacer por el voto del Congreso? Legalmente, se afirma que no. Milei, de todos modos, suele moverse por los bordes. Tendrá, sí, superpoderes para resolver sobre otros asuntos: de privatizaciones a aumento de tarifas y cuestiones previsionales, según un punteo del diputado Germán Martínez, presidente del bloque de UxP.
Además de la delegación de facultades y del impuesto PAÍS, hay otro párrafo que está en veremos y tiene que ver con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de ANSeS, que los diputados no permitirán que pase libremente a la administración de Caputo. José Rolandi, el vicejefe de Gabinete, escuchó el planteo y prometió que cuando se reúna Diputados, el miembro informante, José Luis Espert, incorporará el capítulo que contempla que los fondos del FGS serán destinados para compensar cajas provinciales, entre ellas la de Córdoba, la de Santa Fe y la de Entre Ríos. Se suele decir que Juan Schiaretti acordó el ingreso de Osvaldo Giordano a la ANSeS y de Franco Mogetta a Transporte con dos pautas: que Milei garantice la compensación para la caja previsional cordobesa y elimine la “distorsión” que existe entre los subsidios al transporte entre el AMBA y las provincias.
El cordobesismo es uno de los potenciales aliados de Milei que bajó el perfil y se limitó a tratar de cosechar lo que le importa. Pichetto, que todavía tiene teléfono abierto con Mauricio Macri, y expresa un bloque heterogéneo de diputados, desde Emilio Monzó a Margarita Stolbizer, milita una vieja biblia de la política: la del gobierno de coalición. Solo fue posible con Eduardo Duhalde, con el soporte de Raúl Alfonsín. La referencia es oportuna porque se convirtió en una letanía la teoría de que Caputo solo será ministro por unos meses. “El Remes Lenicov de Milei”, dice un memorioso.
Pichetto parece decidido con su pronóstico. “Hay que construir mayoría parlamentaria para poder gobernar cuatro años. Si el Gobierno no va a un camino de coalición, tendrá dificultades”, dijo el diputado, que había ensayado un acuerdo similar entre Macri y los gobernadores del PJ en 2019. El pacto naufragó y el entonces senador terminó como candidato a vice del expresidente. El rionegrino dice en voz alta lo que muchos ven: que en pocos meses el gobierno se enfrentará a una crisis económica que tendrá como correlato la debilidad política y una merma en el apoyo social.
“Así, vamos camino a un precipicio”, alertó un opositor que negocia con la Casa Rosada pero nota varias debilidades: improvisación y –un rasgo repetido en los presidentes– que no hay funcionarios que se animen a plantearle diferencias a Milei. “Le tienen pánico, nadie le dice nada”, apunta otro legislador y enumera que desde que empezó la negociación ya pasaron cuatro interlocutores diferentes: primero Martín Menem, luego el ministro Guillermo Francos, más tarde el estratega Santiago Caputo, el medium, y sobre el fin de la semana que pasó, apareció Rolandi. Todos hicieron lo mismo: escucharon y tomaron nota de las observaciones de la oposición amigable para llevarle las novedades a Milei.
Fue el ministro Caputo, deslizan en Rosada, quien convenció a Milei de que el capítulo tributario no era determinante para acercarse al déficit cero. Intervino sobre la hora cuando la irrupción de Federico Sturzenegger sembró malestar entre los dirigentes opositores. El más enfático fue Pichetto. “Hizo fracasar dos gobiernos, ahora quiere hacer fracasar este”, bramó luego de dedicarle un insulto al exfuncionario de Macri y Fernando De la Rúa.
El presidente choca con los amigables, reniega de los gobernadores, pero en el podio de sus críticas aparece la UCR, especialmente virulento con Martín Lousteau y Martín Tetaz. Parecen asuntos de otro orden, no netamente políticos, quizá por la condición de economistas que lo desafían desde esos saberes. En su disputa con los gobernadores choca con un problema: la legitimidad de cada uno en su provincia. Resulta interesante mirar un informe de la consultora AdHoc que compara el resultado electoral en cada provincia y los porcentajes que sacaron cada ganador y Milei. Osvaldo Jaldo, el tucumano que se convirtió en el primer aliado público UxP de Milei, es uno de los pocos que sacó más votos que el presidente en el balotaje.
El peronismo, que volvió a la calle tras la movilización del 24-E –un episodio que le dio músculo a Héctor Daer, que insistió con la protesta a pesar de que sus socios sindicales y la política le decían que era inoportuno–, asume que ese hecho político y la metralla crítica en el Congreso limitaron el margen para que los dadores de gobernabilidad cedan ante Milei.
PI/DTC