La inédita visita del presidente Javier Milei a San Juan, en el marco del lanzamiento del plan nacional de alfabetización, lejos estuvo de representar el puntapié inicial de un giro federalista en el Gobierno. Por el contrario, antes de que nada, se trató de una instancia más en el blindaje político que el Presidente decidiera darle a su amiga y ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, en medio de las acusaciones judiciales en su contra por la falta de entrega de alimentos. “Quiero felicitar a nuestra ministra Sandra Pettovello, nuestra querida ministra del Capital Humano, por liderar esta batalla como tantas otras”, sostuvo el mandatario al final de su discurso en la Casa de Sarmiento, con su ministra preferida en primera fila.
Minutos antes, había sido la propia titular de la cartera social la que tomó la palabra. A través de un discurso en el que dio un duro diagnóstico de la situación educativa en el país, Pettovello buscó dar señales de estar en control de su ministerio luego de semanas de suspicacias en torno a su figura, que intenta hacer equilibrio en una cartera que a todas luces le resultaría inmanejable hasta al más experimentado de los funcionarios. “Estamos muy lejos de cumplir el mandato de educar al soberano que nos legara el gran Sarmiento, imprescindible para consolidar el desarrollo del país”, indicó la ministra en un tramo de su alocución, que tuvo lugar al inicio del acto en territorio cuyano, del que también participó el gobernador Marcelo Orrego.
La última vez que Pettovello había hablado en público fue a mediados de junio, durante una convocatoria informal realizada por libertarios que tuvo lugar en el Obelisco, de la que no participó en persona sino a través de una videollamada. “Vine acá por mi amigo y a mi amigo solo no lo voy a dejar”, fueron las palabras de la ministra de Capital Humano, que aprovechó esa oportunidad para aclarar que no iba a renunciar y sostener que los “enemigos” que “se ganó” a lo largo de estos meses al frente de la gestión de la cartera más voluminosa que tiene el gabinete de La Libertad Avanza no la llevarán a “bajar los brazos”.
Pettovello acumula seis denuncias penales en su contra y una citación pendiente de la Cámara de Diputados. El último revés tuvo lugar esta semana, cuando la Justicia federal dejó firme la decisión del juez Sebastián Casanello de exhortar al Gobierno a repartir los productos guardados en los galpones de Villa Martelli, en Buenos Aires, y de Tafí Viejo, en Tucumán. Pero ni el escándalo por el acopio de esas más de 5.000 toneladas de alimentos, muchos a punto de vencer, ni la denuncia por supuestos desmanejos de contratos al interior del área social, parecen mover al Gobierno de una decisión tomada: sostener a la ministra hasta las últimas consecuencias. “Sandra tiene el apoyo incondicional del Presidente y eso no va a cambiar de ninguna manera”, repiten como un mantra desde las filas oficialistas.
El detonante del escándalo que agitó como nunca antes las aguas al interior del Ministerio de Capital Humano fue la decisión de Pettovello de echar a Pablo de la Torre de su cargo al frente de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia, en medio de acusaciones por supuesto “mal desempeño” que derivaron en una denuncia ante la Oficina Anticorrupción realizada por el propio Gobierno. El único sostén de Pettovello puertas adentro de la cartera es Leila Gianni, una exfuncionaria kirchnerista que hoy está al frente del área de legales y que levantó curiosamente el perfil a partir de la eyección de De la Torre. Gianni se mueve con el aval de Karina Milei y el ímpetu que le otorga la fe del converso.
“Pettovello es lo más grande que hay, es una ministra sensacional, es buena, es decente y lo está dando absolutamente todo”, la defendió, sin medias tintas, el vocero presidencial Manuel Adorni durante una de sus habituales conferencias de prensa matutinas. Se trata de un gesto tan contundente como arriesgado, cuyos posibles costos políticos todavía son subestimados por un oficialismo que se cierra sobre sí mismo y que, con la ley Bases debajo del brazo, confía ciegamente en que el idilio que todavía mantiene con la opinión pública continuará sin sobresaltos hasta las elecciones legislativas de 2025. Soñar no cuesta nada.
PL/JJD