CAMBIOS EN INTELIGENCIA

La nueva-vieja SIDE de Milei: flamante organigrama y contactos subterráneos con el pasado

Finalmente, un mes y medio después de ser anunciado, el gobierno de Javier Milei oficializó este lunes el nuevo organigrama de la que hasta ayer fuera la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Tal y como adelantó elDiarioAR, el organismo “reestructurado” que comanda en los papeles el técnico mecánico Sergio Neiffert volverá a llamarse Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y dependerá directamente del Presidente de la Nación.

La nueva SIDE, además, estará conformada, a partir de ahora, por cuatro áreas con competencias bien definidas: Servicio de Inteligencia Argentino (SIA), Agencia de Seguridad Nacional (ASN), Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC) y División de Asuntos Internos (DAI). Una reforma que busca modificar la naturaleza misma de la flamante secretaría intervenida desde 2019, una de los más sensibles del Estado. Así lo confirmó esta noche la propia Oficina del Presidente en un mensaje en la red social X.

De acuerdo con el anuncio del Gobierno, la decisión fue tomada a partir de una certeza: “la desnaturalización del rol de la agencia de inteligencia durante décadas”, la que calificaron como “total”. Y continúa: “Lejos de poner sus recursos al servicio de la protección del pueblo argentino, el organismo fue utilizado para actividades espurias como el espionaje interno, el tráfico de influencias y la persecución política e ideológica”.

La Casa Rosada también oficializó quiénes estarán a cargo de tres de las cuatro áreas. El Servicio de Inteligencia Argentino (SIA) estará a cargo de Alejandro Colombo, delegado de la SIDE en Roma durante los años 90; la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) responderá al Comisario General (ret.) Alejandro Cecati, quien formó de una fuerte purga que tuvo lugar en diciembre pasado en la cúpula de la Policía Federal; mientras que Ariel Waissbein será el responsable de la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC). En cambio, todavía no se conoce quien fue designado para la División de Asuntos Internos.

La sombra de Santiago Caputo

Detrás de la reconfiguración del organismo de inteligencia está ni más ni menos que el asesor presidencial Santiago Caputo. El hombre de mayor confianza de Javier Milei tiene una obsesión: convertir a la ahora exAFI en una agencia de elite, con atribuciones parecidas a las del FBI estadounidense, que vuelva a ser una entidad al mando de una figura política que responda directamente al Ejecutivo. Hay que precaverse: así como no hubo Presidente que no quedara endulzado por los cantos de sirena del espionaje, tampoco existió gestión a la que, llegado el momento, no se le viniera en contra esa estructura que nunca dejó de gozar de grandes autonomías.

El último intento reformista, posiblemente el más ambicioso, lo había encabezado, a principios de 2015, la expresidenta Cristina Kirchner, luego de que la muerte del fiscal Alberto Nisman destapara una caja de Pandora. Los cambios introducidos tardíamente por el kirchnerismo constituyeron un paso adelante en el afán por echar luz sobre la oscuridad siempre imperante en los organismos de inteligencia argentinos, nunca exentos de sospechas en torno a prácticas de espionaje ilegal.

En concreto, con la creación de la AFI se realizaron dos modificaciones relevantes: la exigencia de una rendición de cuentas respecto a los gastos del presupuesto de la Agencia –hasta fines de abril, la partida de los fondos reservados desde que asumió Milei había crecido un 129%– y el traslado de las intercepciones telefónicas de la órbita de la exSIDE a la de la Procuración General de la Nación. Pero estos avances no tuvieron mucha vida: una vez en el poder, fueron borrados de un plumazo por el macrismo. Durante los cuatro años de Alberto Fernández, quizás la única medida de relevancia haya sido prohibir que la AFI realice funciones policiales o de investigación criminal para el Poder Judicial. 

En la actualidad, según apuntan algunas voces avezadas en la temática, para instrumentar los cambios pretendidos por el Gobierno no alcanzaría con un DNU. La Libertad Avanza deberá pasar por el Congreso debido a que la AFI fue creada en marzo de 2015 con la promulgación de la Ley de Inteligencia Nacional (N° 25 520), que entró en vigencia 120 días después y disolvió la otrora Secretaría de Inteligencia (SI). También se debe tener en cuenta que las distintas áreas de inteligencia del Estado, con la Militar y la Criminal a la cabeza, se encuentran hoy bajo la órbita de los ministerios de Defensa y Seguridad, respectivamente. Silvestre Sívori ya había intentado unificarlas al menos operativamente, pero se encontró con la resistencia de la ministra Patricia Bullrich.

De acuerdo con el nuevo organigrama, la SIDE será el “órgano rector del Sistema de Inteligencia Nacional” por lo que también tendrá a su cargo área de Seguridad y Defensa. En concreto, dice la información oficial, bajo su órbita quedará “la coordinación operativa y el control presupuestario de la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) y de la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar (DNIEM), dependientes del Ministerio de Seguridad y del Ministerio de Defensa respectivamente”.

Nexo clave

Todavía es una incógnita el legado que dejará La Libertad Avanza en materia de inteligencia, pero comienzan a haber indicios de un creciente gatopardismo. La intención de hacer “borrón y cuenta nueva” en un sector clave del Estado, que generó numerosas polémicas a lo largo de los últimos años, de las que ya ni siquiera está exenta la administración libertaria tras los rumores que envolvieron la salida del exjefe de Gabinete, Nicolás Posse, choca de frente con otro dato de la realidad: las sospechas cada vez más fundadas de la influencia en la nueva SIDE del exdirector de Operaciones del organismo, Antonio “Jaime” Stiuso.

El nombre de ese viejo conocido, eslabón clave del espionaje en tiempos del kirchnerismo, vuelve cíclicamente a la opinión pública desde que fue eyectado de su cargo en diciembre de 2014. Pero no sería él, sino alguien de su entorno el que pisa fuerte en el ida y vuelta con el Gobierno. Se trata de Lucas Nejamkis, alter ego Stiuso y un hombre con historia en los pasillos de la Casa Rosada. En tiempos de Cristina Kirchner como presidenta, y a partir de su estrechísima relación con el exjefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, Nejamkis supo trajinar los despachos del poder con una función determinada: administrar la caja presupuestaria que financiaba la publicidad oficial.  

Primero como subsecretario de Gestión y Empleo Público y después como secretario de Comunicación Pública, Nejamkis fue funcionario kirchnerista a lo largo de más de una década. Cuando Abal Medina dejó su cargo como coordinador del ministros, a fines de 2013, el hermano menor del consultor Facundo Nejamkis se despidió de la función pública para dedicarse al ámbito privado. Pero nunca resignó los contactos y se aferró a los vínculos que había tejido durante su paso en Balcarce 50. De allí su cercanía a Stiuso, con quien estrechó un vínculo de extrema confianza con el correr de los años.

Hoy Nejamkis se mueve en las sombras y es fuente de consulta directa de Santiago Caputo, que suma cada vez más poder en el Gobierno pese a no figurar en la nómina de funcionarios ni rendir cuentas al respecto. ¿Habrá tenido algo que ver esa ascendencia en algunos movimientos puertas adentro del Ministerio de Capital Humano? Nejamkis es cuñado de Maximiliano Keczeli, un funcionario que fue clave en el esquema de la tumultuosa cartera que comanda Sandra Pettovello. Dejó su puesto en abril para, un mes más tarde, ser designado por Cancillería como agente del servicio exterior en España, un cargo que se paga a través de la exAFI.

Nuevos ingresos

La nula experiencia de Neiffert en materia de inteligencia alimenta los rumores de que el verdadero jefe de los espías estará en realidad en otro lado. En los últimos días, un nombre comenzó a sonar como su virtual segunda: el de María Laura Gnas, una abogada que ocupó un cargo en el área de jurídicos del organismo en tiempos de Mauricio Macri y que defendió al exdirector de Reunión Interior de la AFI, Eduardo Winkler, recientemente sobreseído en la causa por supuesto espionaje a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan.

Como si eso fuera poco, quienes conocen el trajinar cotidiano en las oficinas del edificio de 25 de Mayo 11 identifican en Gans a una figura muy cercana al radicalismo porteño que lidera Emiliano Yacobitti. El exdiputado de la UCR tiene línea directa con Caputo. Por eso tampoco faltan los que ven en ese vínculo la causa de otro movimiento que llamó la atención en lo últimos días: la intención del senador Martín Lousteau por ocupar una silla en la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Organismos de Seguridad e Inteligencia. Por una orden que le llegó desde Casa Rosada, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, apuró su conformación el miércoles pasado.

A la luz de esta conexiones, en el Gobierno parece haber una certeza: para reformar la AFI se necesitan nombres que den cuenta de una historia en el espionaje. En ese sentido, otra figura no deja de resaltar por su experiencia. Se trata del fugaz jefe de la SIDE menemista Juan Bautista “Tata” Yofre, autor de numerosos libros sobre los 70 y protagonista, en marzo pasado, de un spot por el Día de la Memoria con el que La Libertad Avanza buscó presentar su propia “historia oficial”. Según pudo saber elDiarioAR, Yofre podría ser designado ahora al frente de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI). A fin de cuentas, una Argentina distinta sí es posible con los mismos de siempre.

PL/MG