La ansiedad electoral, las PASO en pandemia y un superpoder perdido
La Cámara Nacional Electoral, la CNE, algo así como la “corte” en temas electorales, publicó una Acordada donde detalla el cronograma electoral del 2021. Lo hace a modo informativo desde 2017, con un fin “organizativo”, según la descripción de una fuente judicial a elDiarioAR, porque en la práctica no tiene más facultad que esa: describir la hoja de ruta de las elecciones de este año.
La publicación del calendario generó una micropsicosis y se leyó como la frase en la lápida del plan para suspender las PASO. Por eso, en la CNE aclararon, y luego reconfirmaron en el Gobierno, no supone nada más que una descripción de lo que señalan las leyes vigentes. No indica que no pueda haber cambios en el cronograma ni que, como se discute desde diciembre pasado, no puedan eventualmente suspenderse las PASO como propusieron varios gobernadores.
La CNE no dice cuándo se vota porque nunca lo hizo. Lo que hizo -y suele hacer- es ordenar y pasar en limpio lo que dispone la normativa electoral. Más simple: desde el 2011, el año que debutaron las PASO, en Argentina se vota los segundos domingos de agosto -las primarias- y los cuartos domingos de octubre -las generales-.
Juguemos a eso: si no hubiera cambios en las leyes, hoy podemos saber que las elecciones generales del 2029 serán el domingo 28 de octubre.
Entre 2004 y 2010, la fecha electoral dejó de ser un antojo del presidente de turno que podía, a sola firma, acomodar el calendario electoral a su gusto y necesidad. Cristina Kirchner fue, en 2009, la última que pudo cambiar el calendario, un superpoder que los presidentes perdieron en 2004 cuando se fijó como fecha de la elección general el cuarto domingo de octubre.
Se le atribuye a Néstor Kirchner, entonces diputado y “primer damo”, haber promovido el adelantamiento de las legislativas para el 28 de junio con el objetivo de evitar el mazazo sobre el electorado de una crisis económica expansiva.
Lo hizo y le salió mal: se adelantó la votación -no existían las PASO-, Kirchner fue candidato a primer diputado en la provincia de Buenos Aires, pergeñó las testimoniales con las que metió a toda la primera plana oficialista en las listas -de Daniel Scioli a Sergio Massa y todos los intendentes- pero perdió con Francisco De Narváez, aquel verdugo que dos años después abandonaba la galaxia política. Kirchner no perdió, claro está, porque cambió la fecha de las elecciones: en 2008 había estallado la guerra gaucha por la 125.
Digresión: fue el año de la gripe A, en las colas de votación se recomendaba tomar distancia, pero no existían ni barbijos ni DISPO.
La Cámara Nacional Electoral no puso ninguna fecha ni cerró ninguna posibilidad de cambios que no dependen de ese tribunal sino que son una facultad exclusiva del Congreso, que exceden incluso al Poder Ejecutivo.
Fue, para los fans de la estadística, el inicio de una saga de derrotas en elecciones de medio término en la provincia de Buenos Aires que todavía sigue invicta. Otra nota al pie: las derrotas de 2013 y 2017 no fueron culpa de los calendarios electorales. Hay motivos bien mundanos para entender los tropiezos, el más obvio, la dispersión de la oferta panperonista.
En 2009, tras la derrota, Cristina Kirchner impulsó una reforma política y electoral que derivó en la Ley de las PASO. Antes se fijó, a través del artículo 53 del capítulo I del Titulo III de la ley 19.945, más conocida como Código Electoral Nacional, que la elección “para cargos nacionales se hará el cuarto domingo del mes de octubre, anterior a la finalización de los mandatos”. A su vez, la Ley de las PASO en su artículo 20 -capítulo I, Título II- indica que las primarias “deben celebrarse el segundo domingo de agosto del año en que se celebren las elecciones generales previstas en el artículo 53 del Código Electoral Nacional”.
Desde 2011 está vigente ese marco jurídico que solo puede modificarse con una ley de mayoría especial -la mitad más uno de los integrantes de cada cuerpo- y que, por Constitución, no puede modificarse con un decreto presidencial. Traducción para los desprevenidos: la Cámara Nacional Electoral no puso ninguna fecha ni cerró ninguna posibilidad de cambios porque no depende de la CNE sino que es una facultad exclusiva del Congreso, que excede incluso al Poder Ejecutivo.
El resto del cronograma, cuyo primer punto relevante es el cierre de los padrones el 27 de abril, también está estipulado por las leyes, por lo que la CNE sistematiza, ordena y publica un calendario casi con fines educativos e informativos. ¿Puede, en todo caso, sugerir una posición política de Santiago Corcuera, Alberto Dalla Vía y Raúl Bejas respecto a la modificación del calendario electoral?
Podría, pero aun así, sería “no vinculante”. En más de una ocasión, los camaristas han sugerido que no es oportuno modificar normas electorales los años electorales, pero en 2019 lo tuvieron que aceptar: en medio de las denuncias por aportes presuntamente irregulares en la campaña de Cambiemos, se modificó la ley de Financiamiento de Partidos Políticos, y eso devino en un retoque del cronograma. Ocurrió en junio de 2019, el mismo mes de la presentación de listas de candidatos.
En 2016, la CNE había marcado posición respecto al voto electrónico -en rigor, boleta electrónica- y se mostró partidario de continuar con la boleta de papel. Dalla Vía patentó una frase para describir el sistema electoral: “El sistema electoral es un viejo Ford Falcón, todavía funciona pero hay que hacerle reformas”.
El otro ring
En la práctica, la CNE notificó un calendario que puede, todavía, modificarse. La eliminación de las PASO parece sino imposible improbable pero está en el menú, y podría eventualmente permitir un consenso político amplio, la alternativa de mudar excepcionalmente la fecha de las primarias de agosto a septiembre, y de las generales de octubre a noviembre.
Una extraña empatía: Kirchner y Negri, que en tiempos pre Covid-19, solían charlar y tomar mate -sebaba el diputado peronista- parecieron hermanados en el hecho de mantener en pie las PASO:
Una observación: entre la general y la asunción de los electos deben haber tiempo suficiente para que se hagan los recuentos de votos y se resuelvan eventuales disputas. Es decir, no se puede votar en diciembre. Debe haber, además, un periodo razonable entre la PASO y la general para despejar con claridad qué partidos superaron el 1.5% de los votos y pueden competir.
El pulseo político en el Frente de Todos (FdT) lo lleva mejor el sector que defiende las PASO, posición que encabeza Máximo Kirchner -que lidera la lista que este martes se presentó para definir al futuro jefe del PJ bonaerense-, y que hasta animó, quizá como un recurso distractivo, la alternativa de que PASO y general se hagan el mismo día, lo que en elDiarioAR contamos hace semanas y mencionamos como “pseudo ley de lemas.”
“No hay que cerrar la puerta: ahora parece todo controlado pero ¿qué vamos a decir si en agosto estamos votando en medio de una segunda o tercera ola?”, dicen en la burbuja albertista frente a la eliminación de las PASO o, al menos, de la prórroga. Este lunes, en una entrevista en el programa Fuego Amigo de Canal 9, Alberto Fernández dijo que depende del Congreso, pero planteó que los gobernadores “insisten” en suspenderlas y “tienen un argumento interesante”, referido a que la elección sería en “agosto, que es el peor mes del invierno, y que si la pandemia subsiste nos estamos exponiendo a un riesgo muy grande”.
La suspensión no es aceptada por JxC que en 2019 presentó varios proyectos para cancelarlas o eliminarlas. El frente opositor parece dispuesto a analizar la variable del cambio de fechas, según deslizó Mario Negri en contactos que tuvo, en el Congreso, con Máximo Kirchner. Una extraña empatía: Kirchner y Negri, que en tiempos pre Covid-19 solían charlar y tomar mate -cebaba el diputado peronista- parecieron hermanados en el hecho de mantener en pie las PASO.
En la remanida metáfora de la foto y la película, así como hay diferencias en el FdT, aparecen matices en JxC. Martín Lousteau dijo en TN días atrás que, frente a tanta pasión por defender las PASO, espera que en Juntos se utilice esa instancia para elegir candidatos. ¿Para quién es ese buscapié? ¿Para Negri, para Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich? En 2019, Lousteau fue candidato a senador sin primarias.
La nota se republicó a las 19:30 con correcciones sobre fechas de la elección de 2009 y de la aprobación de la ley que fijó el cuadro domingo de octubre para las generales.
PI
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