El pacto Bullrich-Ritondo desarma el mapa de JxC y Macri no descarta dos listas presidenciales del PRO
La parábola de Horacio Rodríguez Larreta es curiosa y, con la captura de pantalla de estos días, dramática. Once meses atrás, se imponía en la pulseada contra Mauricio Macri, lograba bajar de la lista porteña a Patricia Bullrich y sentaba al tope de las boletas de JxC de CABA y PBA a dos referentes de su ecosistema: Diego Santilli y María Eugenia Vidal. El triunfo posterior parecía confirmar una presunción a la que el jefe de gobierno todavía se abraza: que en la elección del 2021 se resolvió la candidatura presidencial del PRO para el 2023 y, post victoria, su destino de inquilino de Olivos.
Pero no: menos de un año después de la foto del Larreta inevitable se volvió difusa y su centralidad se licuó. El martes, en La Matanza, con Alejandro Finocchiaro como anfitrión, se produjo la alquimia tormentosa que desordena el mapa de Juntos por el Cambio (JxC), y desestabiliza un pilar del plan larretista: el pacto de “andar juntos” entre Patricia Bullrich y Cristian Ritondo.
El primer dato, muy visible, refiere a la irrupción de una dupla en el principal territorio político y electoral que confronta con la de Larreta-Santilli. Para el jefe de Gobierno supone, por primera vez, la aparición de un dispositivo que se le instala explícitamente enfrente y lo desafía en los dos planos: la presidencial y la candidatura a gobernador. Lo que hasta el martes eran tropas inorgánicas, el bullrichismo que lo abrumaba con dinámica de guerra de guerrillas y Ritondo que desafiaba a su socio y amigo histórico Santilli, se alinearon para intervenir, al menos por ahora, con un mismo plan de acción.
Que Ritondo sea -porque lo dice ante quien lo escuche- aunque no el único, el “candidato preferido” de Macri a la gobernación (hay que determinar cierto recelo personalísimo que el expresidente parece tener con Santilli) y Bullrich se mueva, aun con silvestrismo, cerca de Macri instala una foto del PRO donde aparecen, enfrentados, dos formatos, el de Larreta y el de Macri. Es un movimiento de impacto. Aunque sobrevuela, porque su condición de jefe así lo indica, las internas del partido que él inventó, Macri valida a jugadores y despliega una táctica de caotizar para que su poder de decisión sea determinante.
“Mauricio cree que lo que hay que hacer en la provincia no lo puede hacer el Colo, no tiene espaldas ni voluntad para avanzar con las reformas duras que son necesarias”, explica un dirigente del PRO que estuvo en la juntada matancera entre Ritondo y Bullrich. Eso sugiere que lo de Macri va más allá de un plan de acción, el “divide y reinarás”, tiene que ver además con lo que considera oportuno y necesario para un eventual nuevo gobierno de JxC en la provincia.
Macri plantea que en caso si se eliminaran las PASO, impulsaría una interna del PRO para definir el candidato presidencial. Pero, en paralelo, introduce una novedad más estruendosa: si sobreviven las primarias, el expresidente evalúa aceptar que su espacio vaya a una PASO presidencial con dos fórmulas del PRO, una de Larreta y otra de Bullrich, a competir con una o dos boletas de la UCR.
A simple vista, eso supone el peligro de que dividir el voto PRO, potencia las chances de victoria de una lista radical encabezada, por caso, por Facundo Manes o por Gerardo Morales. La clave está en otro lado: aunque recela del radicalismo, por momentos con más intensidad con que lo hace del peronismo, Macri entiende que la dinámica política de JxC reclama que haya fórmulas mixtas, en las que los vice de Larreta y Bullrich sean radicales.
La presidenta del PRO ha sugerido que su vice preferido es Alfredo Cornejo, senador por Mendoza. Larreta, que suele plantear que ese lugar será para el radicalismo -pero que “el nombre lo decida la UCR”- aparece en una foto con un Gustavo Valdés o un Gerardo Morales. Hay que detenerse, un minuto, en el gobernador jujeño que lanzó una reforma en su provincia que lo excluye de repetir como candidato y de ese modo, avisa que su plan es nacional.
“Gerardo es el único, no le tiene miedo a Macri”, dicen en el micromundo jujeño sobre los reproches públicos del gobernador por las críticas de Macri a la UCR de Chubut. Eso tiene una traducción: Morales es de los que ve que Macri es un problema, no electoral sino político, y de los que le cuestiona a Larreta haber perdido la oportunidad de ordenar la jefatura del PRO en su momento. El jujeño habla, y muy seguido, con Bullrich, con quien alguna vez coquetearon con compartir fórmula.
Territorios
El ensamble Bullrich-Ritondo tiene varias derivaciones. Además de instalar un dúo contra Larreta-Santilli, unifica disputas en el plano territorial y elimina del imaginario la hipótesis de bajar a la jefa del PRO como candidata a la gobernación. Esa figura, que Bullrich descarta porque no puede aceptar un plan B, es una tesis que construyen cerca de Larreta sobre la teoría de que al final, Macri bajaría a Patricia y le pagaría con la gobernación bonaerense.
La existencia de dos duetos en conflicto, con Macri parado por encima de ambos, no inhabilita esa especulación. De hecho, la frase más repetida sobre Santilli es que, como ocurrió otras veces -por caso cuando lo hizo repetir como vicejefe de gobierno porteño como parte de un acuerdo con Martín Loustau-, lo primero que entregará Larreta en una negociación en la mesa chica del PRO será el casillero bonaerense. El argumento repetido de que, como en 2015 entre Larreta y Gabriela Michetti, en el 2023 Macri preferiría a Larreta antes que a Bullrich. Hay razones políticas y de otro orden para sostener esa tesis.
Así como para Bullrich un acuerdo con Ritondo la ayuda a tachar el casillero de ser candidata en la provincia, la validación de Macri a ese entendimiento, instala en el dispositivo del PRO la idea de que el expresidente está, aquí y ahora, más ocupado en ordenar su espacio que construir su propia candidatura. Eso, sin embargo, nunca desaparece del radar.
Hay que poner la lupa sobre los territorios. Sirve, a modo de ejemplo, el derrotero de Néstor Grindetti, intendente de Lanús que ya avisó que no irá por su reelección. Fue, en 2021, jefe de campaña de Santilli cuando entendía que el futuro del PRO estaba en manos de Larreta. Entre los intendentes macristas hay quejas por el modo en que el jefe de Gobierno administró la post victoria: le cuestionan que se haya abrazado a Santilli como único candidato y objetan que su dinámica de construcción política consiste en “financiar” a todos los que se paran enfrente.
Seguir a Grindetti implica, en este tiempo, entender los movimientos de Macri. El intendente sostiene su plan de ser candidato a gobernador, porque hay varios y todos tienen el guiño para jugar, pero empatiza con el armado que nació en Matanza entre Ritondo y Bullrich. Del mismo modo hay que ver cómo impacta la cercanía de Sebastián García De Luca y Nicolás Massot, asociados a Bullrich, ahora en acuerdo con Ritondo, sobre la intención de Emilio Monzó de ser candidato a gobernador. De Luca y Massot son dos referentes centrales del esquema Monzó, quien rehúsa afiliarse a una de las dos variables más intensas del PRO, Larreta o Bullrich, pero autorizó que los suyos construyan para la presidenta del PRO que tiene, por otro lado, a Joaquín de la Torre como otro armador.
PI
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