“Ministra inhumana. El hambre es un delito. En este galpón hay 5 millones de alimentos. Repartan los alimentos a los comedores”. La cara de Sandra Pettovello aparece en el centro de un afiche en blanco y negro que está pegado en una de las paredes del depósito de la avenida Roca al 4.800, en Villa Martelli, partido de Vicente López. Aquí es donde el Gobierno tiene acopiadas toneladas de comida a punto de vencer y que nunca repartió desde que asumió en diciembre pasado. Es el epicentro del escándalo que esta semana motorizó una denuncia judicial y obligó a la ministra de Capital Humano a desprenderse de su mano derecha: el hasta entonces secretario de Niñez, Adolescencia y Familia, Pablo de la Torre. El edificio ocupa gran parte de la manzana y está a solo metros de una importante barriada popular. Supo ser la fábrica de Pepsico que cerró en 2017 y dejó en la calle a más de 500 trabajadores, bajo el silencio cómplice de la gestión de Mauricio Macri.
Este viernes a la mañana personal del Ejército se acercó hasta el depósito de Villa Martelli para hacer un primer relevamiento de los alimentos acopiados, luego de que Pettovello anunciara que convocará a los militares para que la ayuden en la distribución de los productos que están a punto de vencer. Pero no fue el único movimiento a contra reloj que hizo la ministra de Capital Humano para intentar sofocar la nueva crisis en su cartera. El jueves a la noche Pettovello también llamó a Abel Albino, el polémico pediatra que durante el debate por la ley del aborto desinformó al decir que “el preservativo no funciona”. La funcionaria le pidió auxilio para que su fundación, la Cooperadora Nutrición Infantil (Conin), asista en la logística de la comida.
La ministra echó mano a sus contactos porque la Justicia le había dado plazo hasta este viernes para presentar un plan de distribución de los alimentos almacenados en atención a su tipo, cantidad, fecha de vencimiento y grupo de destino. Al cierre de esta nota aún no había cumplido con ese requerimiento en el que fue imputada por el juez Sebastián Casanello, denunció el dirigente social y abogado Juan Grabois, que suscribió la denuncia inicial y aportó esta semana en la Justicia el listado de los alimentos stockeados que el propio ministerio había admitido al sitio El Destape luego de un pedido de información pública.
Tanto en Villa Martelli, como en el depósito de Tafí Viejo, Tucumán, hay acopiadas latas de aceite de girasol y de soja, arroz con carne, arroz y hortalizas, arvejas, garbanzos, harina de maíz, leche en polvo, lentejas, locro, pasas de uva, pasta de maní, puré de tomate y yerba mate. El dato más alarmante es que en el galpón del conurbano hay unos 339.867 kilos de leche en polvo y 4.439 kilos de harina de maíz que vencen en julio próximo.
Dudas sobre la logística del Ejército y de Albino
El escándalo por los alimentos acopiados obligó a Pettovello a poner en marcha “un protocolo para la entrega inmediata” de los alimentos de próximo vencimiento por medio del Ejército “para garantizar una logística rápida y eficiente”, según se anunció de manera oficial el jueves a la tarde. Apenas pasaron unas horas para que miembros del Ejército se presentaran en el depósito ubicado en el norte del conurbano.
Fuentes de Defensa y del Ejército afirmaron a elDiarioAR que se trató de representantes del Batallón de Transporte, aunque no trascendieron sus nombres. “Se fue a hacer un reconocimiento de la carga que habrá que movilizar, para hacer una planificación”, apuntaron en la fuerza. El jefe del Ejército es el general de brigada Carlos Alberto Presti y la actuación de los militares revela que, además de la ministra de Capital Humano, el operativo de distribución de alimentos está siendo supervisado también por su par de Defensa, Luis Petri. “Estamos a la espera de la orden. Lo que hicimos ahora fue adelantar pasos para ganar tiempo”, recogió este medio en el Ejército, donde aseguraron “estar en condiciones y con la capacidad necesaria” para llevar adelante la logística de manera eficaz. Sin embargo, no abundan los detalles sobre el operativo: este medio consultó cuáles serán los alimentos a distribuir, en qué fecha y a qué comedores, pero no hubo respuestas en el Gobierno.
Tampoco hay precisiones sobre cuál será el grado de asistencia que dará Abel Albino a Pettovello. “Vamos a darle la ayuda que haga falta”, se limitó a decir el médico a elDiarioAR, aunque reconoció que aún no había analizado el pedido formal de Capital Humano, luego de que la propia ministra lo llamara anteanoche por la noche para pedirle su ayuda. Según detalló el pediatra, la Fundación Conin, con sede formal en la ciudad de Mendoza, tiene 112 centros de distribución en todo el país: “Es muy fácil para nosotros repartir la comida”, afirmó Albino, quien agregó que hace dos meses ya hizo una “distribución grande” para el Gobierno. La relación entre el pediatra conservador y ultracatólico y Petovello se profundizó en febrero, cuando el ministerio firmó un convenio con la ONG para desarrollar un programa contra la desnutrición infantil.
A qué comedores y bajo qué criterios se le entregará la comida es una pregunta incómoda en Capital Humano porque el Gobierno ya dio un paso en falso cuando denunció que “el 50% de los comedores son fantasmas”. El ministerio se basó en una muestra de 2.600 comedores inscriptos en el Registro Nacional de Comedores Comunitarios (Renacom), de los cuales no fueron “validados” 1.600. Pero el Renacom –como denunció Grabois en este diario– es “un mero registro elaborado en base a formularios auto-completados por cualquier persona con una computadora e internet”. En realidad, los comedores que recibían alimentos siempre estuvieron consignados en los distintos convenios que el Ministerio de Desarrollo Social o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) firmaron con las distintas organizaciones.
Cómo se repartía la comida antes
En términos prácticos, hasta el momento en que la gestión de Javier Milei decidió cortar la asistencia a los comedores populares, la logística de distribución de comida corría principalmente por cuenta de cada agrupación, recogió elDiarioAR en organizaciones sociales peronistas y de izquierda. El entonces Ministerio de Desarrollo Social enviaba las partidas de alimentos secos desde Villa Martelli o Tafí Viejo a los depósitos –coloquialmente se les llama “bocas”– que las propias organizaciones inscribieron en los convenios oficiales. Quien recibía en cada “boca” firmaba un remito para que se descargara la mercadería. Luego, cada organización repartía las raciones a sus propios comedores. Las fuentes coincidieron en que durante el gobierno de Alberto Fernández llegó a haber demora de varios meses en la entrega de secos.
Una de esas “bocas” de las organizaciones piqueteras, por ejemplo, era el depósito del Polo Obrero en la calle Monteagudo 730, Capital Federal, que la Policía Federal allanó semanas atrás en la investigación sobre supuesta extorsión a beneficiarios de planes sociales para asistir a movilizaciones. Jeremías Cantero, el referente del Polo Obrero investigado, aseguró a este medio que allí recibían los alimentos que después se repartían en los 40 comedores que tiene el trotskismo en la ciudad de Buenos Aires.
Otra de las vías que tiene el Gobierno para dar asistencia alimentaria a los comedores es el programa de Naciones Unidas (conocido por sus siglas, PNUD), que consiste en la transferencia de dinero directamente del Estado a la organización beneficiaria. Esta tiene que encargarse de buscar su proveedor de alimentos y también de su distribución. El proceso, coincidieron distintas fuentes, permite agilizar la compra y entrega de alimentos, y pasa por un riguroso sistema de control y auditorías.
Aunque mantuvo el sistema en pie, Pettovello excluyó a las agrupaciones piqueteras y sociales en el último tiempo. Sí llega a municipios, gobernaciones, a algunas agrupaciones afines, Cáritas y la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (Aciera). A este último grupo, por ejemplo, la ministra le entregó a principio de año unos $180 millones para la compra de alimentos que se distribuyen a través de 39 centros a 1392 comedores, detallaron en Aciera.
El destrato hacia las agrupaciones sociales llevó incluso a De la Torre a negar enfáticamente la entrega de comida a los comedores, pese al agravamiento de la crisis económica por la alta inflación de los últimos meses. “Nosotros, con ustedes los piqueteros, nada”, le espetó en una oportunidad el ahora ex funcionario a un importante dirigente. A juzgar por su reciente despido, la férrea resistencia de De la Torre le volvió en contra. “Desconocen el territorio, demostraron mucha inoperancia. Ahora les entró la bala”, fue contundente un referente en la UTEP, que concluyó que el escándalo de la comida stockeada a punto de vencer saltó por la negligencia oficial: “Ni ellos sabían que tenían esas comida ahí guardada”.
MC/JJD