Si no arrecia ninguna tormenta en su hoja de ruta, Sergio Massa promete acatar el deadline que se auto fijó para su regreso al ring: en la segunda mitad de febrero, cuando se cumplan 100 días desde el balotaje que perdió frente a Javier Milei, el excandidato presidencial presentará en público “Los 10 Acuerdos para el Desarrollo”, speech político que elaboró con su fundación, y despliegue mediático que se convertirá en el episodio con el que clausurará una temporada no muy larga de silencio público.
Operativo en sus oficinas de Avenida del Libertador, el exministro se mueve bajo el radar y sería el primer integrante del triunviro del Frente de Todos (FdT) que recupere visibilidad. Lo de Cristina Kirchner, en mute desde diciembre, no hay agenda cierta. “Cristina siempre está: analiza, da directivas, sigue cada movimiento”, dice un dirigente de su entorno que refuta la versión de que la vice esperará seis meses, no descarta que pueda tener una aparición pública en el corto plazo. “Ella no anticipa el juego porque sabe que todo puede cambiar muy rápido”, apunta.
En otro plano, Alberto Fernández está en España y deslizó que volvería al país en los últimos días de enero o primeros de febrero. El expresidente es presidente del PJ nacional, un sillón que cuando el peronismo gobierna parece de cotillón, pero que adquiere otro peso en tiempos de despoder. Lo mostró, como espejo, la CGT que tuvo un rol lateral en estos años y ahora emergió como un actor determinante para proponer y convocar la primera acción política de peso contra el gobierno libertario. De ese proceso, salió fortalecida la imagen, al menos como referencia interna, Héctor Daer que empujó el paro a pesar del rechazo de muchos actores del peronismo.
El acto frente al Congreso fue un hecho político que tuvo, además, derivaciones: aceleró, por caso, la decisión de los senadores de convocar a sesión especial para tratar de frenar el DNU e impacto en la negociación sobre la Ley Ómnibus en Diputados, que quedó este jueves en zona gris, no solo porque perdurar las diferencias sobre puntos clave sino porque todo se contaminó a partir de los dichos de Milei y del ministro de Economía Luis “Toto” Caputo contra los gobernadores. Aun sin poder de bloque, el bloque de UxP que conduce Germán Martínez, puede anotarse parte de la deriva del proyecto libertario. “Más allá de los tucumanos, la unidad se mantiene. Estamos mejor que en 2016”, recuerda un legislador en referencia a los cismas que sobrevinieron post derrota frente a Macri.
Post-paro
La movilización, más que el paro, del 24 de enero cristalizó ese fenómeno y tuvo varios efectos: por el volumen de la movilización y por un componente de concurrencia silvestre e inorgánica, funcionó casi como una excusa -así lo reconocen en CGT- para que sectores que se sienten heridos por las medidas de Milei canalicen su protesta. Fue, a 45 días de la jura del libertario, romper el tabú de manifestarse, muy rápido, contra un gobierno naciente que, por otro lado, tomó medidas dramáticas.
Post paro, la pregunta gira en torno a cómo debe pararse el peronismo -como partido mayor de UxP- cuando está tibio, muy presente, el recuerdo de la mala gestión del FDT. Una respuesta se repite en todos los búnkeres del panperonismo y tiene que ver con que no debe buscar ni definir liderazgos. “Tenemos que generar más músculo político, no hablar de liderazgos y hacer catarsis pero sin encarar una caza de brujas”, dijo a elDiarioAr un jefe provincial. Es la postura que suma más cuerpo y que supone un inédito ensayo de conducción multipolar, casi una extravagancia para el PJ donde la verticalidad es la regla. El recurso de la conducción colegiada puede derivar, además, en una Comisión de Acción Política (CAP) en el PJ nacional.
El paro convocado por la CGT, que derivó en una movilización masiva y de la que participaron todos los sectores de UxP, pareció un primer movimiento en esa dirección. Massa había dicho, en un mano a mano con dirigentes sindicales, que no compartía la convocatoria pero el Frente Renovador, su partido, convocó y movilizó. La Cámpora, con Máximo Kirchner al frente, hizo un rulo parecido: se mostraba distante y evaluaba como prematura la medida de fuerza, pero al final estuvo en la plaza aunque no en un lugar de alta exposición.
Axel Kicillof, el gobernador bonaerense, a quien se mira en UxP como una referencia obligada -en esencia porque gobierna el distrito más importante y porque fue el que ganó las elecciones, y por un amplísimo margen- hizo un equilibrio sutil: participó de la marcha pero no estuvo en el escenario, en busca de ese punto difícil de enfocarse en su rol de gobernador, una tarea nada sencilla sobre todo por la falta de diálogo con Milei, pero además expresar a la oposición. La frase es “dejar testimonio”.
Posiciones
Kicillof, en torno a quien se armó una multisectorial, hace retranca frente a los que lo quieren empujar a un protagonismo nacional que considera, de mínima, prematuro. “No tenemos tiempo para pensar más allá del día a día, tenemos que gobernar la provincia y es una tarea muy difícil en este contexto. Pensar en liderar un espacio o en candidaturas para el 2027 es ciencia ficción y una irresponsabilidad”, dicen cerca del gobernador.
Protagoniza, en paralelo, una tensión histórica con el diputado Kirchner, que preside el PJ y que prepara, con otros sectores, un encuentro para febrero. Podría ser en Santa Teresita con el objetivo de conformar una mesa de Acción Política para mostrar la unidad peronista pero, además, la incorporación de otros sectores. “Tenemos que mostrar unidad, mostrar que estamos juntos y atentos pero sin darle a Milei la excusa de que nos responsabilice de sus fracasos”, explicó un jefe territorial del conurbano que consideró que el paro de la CGT fue prematuro.
Otro intendente apostó a un formato similar al del período en que gobernó Mauricio Macri: consiste en mantener la unidad de UxP pero que cada sector tenga autonomía, avance y construya por su lado para “luego confluir en un mismo espacio”. “El FR de Sergio por allá, el PJ por otro, la multisectorial de Axel por otro lado, la CGT por la suya, porque cada uno tiene responsabilidades distintas: no es lo mismo tener que gobernar que estar suelto”, apunta.
Sobre Máximo pesa un factor: termina su mandato como jefe del peronismo de Buenos Aires y hay, sobre la mesa, más de uno que quiere desplazarlo. Habrá que ver si ese duelo se verifica y Jorge Ferraresi, uno de los intendentes aliados a Kicillof, empuja para disputar la presidencia del partido. Máximo había sugerido que no quería seguir pero luego puso en suspenso esa decisión. “Si alguno quiere que compita”, dijo casi como un desafío.
El miércoles ocurrió algo curioso: Máximo marchó al frente de la columna de La Cámpora, no como jefe del PJ, mientras que la mayoría de los intendentes formaron parte del bloque que escoltó a Kicillof. Cerca del diputado dijeron que Kirchner acordó ese movimiento con los alcaldes. En paralelo, los gobernadores hicieron despliegue en sus provincias. Entre ellos Ricardo Quintela, de La Rioja, es el que hace movimientos para aparecer en la foto nacional, en buena medida para bloquear el crecimiento que puede tener el libertario Martín Menem.
PI/JJD