Comenzaron las sesiones ordinarias del Congreso y, con ello, la obligación constitucional del jefe de Gabinete de presentarse en el Congreso para dar su informe acerca del rumbo de la gestión ante los legisladores. En las próximas semanas, Nicolás Posse se encontrará ante un desafío: deberá poner a prueba su carácter y romper su silencio público tan característico para enfrentar las preguntas de los diputados y senadores de la oposición que se amontonan luego de los primeros tres meses de gobierno de Javier Milei.
Según fuentes del Gobierno, en los próximos días se definirá el cronograma de la visita de Posse al Congreso. Técnicamente, 20 días antes de la fecha de la sesión, el oficialismo debe solicitarle las preguntas a los legisladores para que la Jefatura de Gabinete tenga tiempo de recolectar la información necesaria para responderlas Todavía no está definido si el funcionario concurrirá a la Cámara baja o si, por el contrario, los estrategas del gobierno considerarán mejor idea que visite el Senado, donde a priori el clima es menos hostil.
Lo cierto es que, si se lo compara con los últimos jefes de Gabinete, Posse todavía está lejos de encontrarse en falta con la ley. Según un relevamiento oficial, mientras que Santiago Cafiero, pandemia mediante, debió demorar seis meses y ocho días en rendir cuentas ante los legisladores, Marcos Peña se presentó por primera vez en el Congreso cuatro meses y 17 después de la asunción de Mauricio Macri como presidente. Distinto es el caso, por ejemplo, de Juan Manzur, quien pospuso más deocho meses su primera visita al Parlamento.
La inminente presentación de Posse ante Congreso genera expectativas en los principales bloques de la oposición. Sobre todo, después del fracaso de los pedidos para que el funcionario se haga presente ante la comisión bicameral de Trámite Legislativo para dar explicaciones acerca del DNU 70/23. El compromiso oficial fue que se los citaría recién después de que sean tratados todos los decretos de Alberto Fernández y Mauricio Macri, alrededor de unos 136 que están pendientes de evaluación. Sin embargo, el megadecreto de Milei llegó sin dictamen de comisión al recinto del Senado, donde finalmente fue rechazado.
En enero, en tanto, se había dado una situación similar cuando Unión por la Patria reclamó su presencia en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados que debatía la ley Bases. “No somos tontos ni tontas. Durante los tres días de los plenarios de las comisiones, que se convocaron para tratar de manera exprés el proyecto de ley ómnibus enviado desde el Ejecutivo con el fin de que Javier Milei gobierne sin el Congreso, no vimos al ministro de Economía, Luis Caputo, ni al jefe de Gabinete de ministros, Nicolás Posse, y tampoco apareció su autor intelectual Federico Sturzenegger”, se quejaba la bancada peronista a través de un comunicado. Y añadía: “Estas ausencias no son casuales, tenemos la seguridad que son intencionales porque no pueden dar la cara ante lo que significa tamaña entrega de recursos nacionales a extranjeros”. El intento, sin embargo, tampoco tuvo éxito y el Gobierno hizo oídos sordos al pedido.
El caso de Posse no deja de ser particular en los casi 30 años de existencia de la Jefatura de Gabinete, incorporada al organigrama gubernamental con la reforma constitucional de 1994. Es que los movimientos de Posse se alejan del papel que, en la teoría, debe cumplir su figura: se lo ve poco propenso a aceitar el vínculo institucional con el Congreso y más interesado en monitorear el abanico de negocios que habilitaría el plan de desregulación de la economía impulsado por Milei, cuya letra fina delineó Federico Sturzenegger.
PL/DTC