De gira por las provincias, casi de campaña, Alberto Fernández ultima la convocatoria para la primera postal de la mentada -y demorada- “mesa política” del FDT. En Casa Rosada buscar reactivar la cumbre que se intentó hacer a fines de enero en Chapadmalal, del Presidente con gobernadores, para que se convierta en el episodio inicial de lo que debería ser una saga de encuentros y reuniones para que el oficialismo se ponga en modo electoral.
Aquella cita, que -se dice- no se hizo porque muchos gobernadores estaban “de vacaciones”, define una línea: en la “mesa política” que imagina Fernández aparecen como actores esenciales los jefes provinciales porque el objetivo es, en esencia, alinear un menú de campaña para el largo y disperso calendario electoral que arranca el 12 de febrero con una PASO acotada en La Pampa, pero que en entre marzo y junio anudará elecciones en diez provincias.
El ruido que se avecina, luego de varios meses en que el cristinismo reclamó abiertamente -lo hizo también Massa, que tenía su propia mesa política en dos tiempos, al pivotear entre Alberto y Cristina- es que la mesa que prepara Fernández llega con un temario corto: campaña y elecciones. El matiz es notable: mientras los dirigentes K, entre ellos Máximo Kirchner, piden una “mesa” para discutir el plan político, Fernández avisa que no aceptará una instancia donde quieran “fiscalizar la gestión” y piensa más en un “comando electoral”.
Ese es, de hecho, el tironeo original en la cima del FDT: el entorno de Cristina reclamando que haya una mesa para discutir las decisiones de gobierno y Fernández negándose a que se constituya una “mesa de cogobierno”. La ausencia de esta última instancia, define la distancia que la vice tomó en los últimos meses de todas las acciones de la Casa Rosada, aunque mantuvo una empatía gestual con lo que hizo Economía. Esa distancia aparece, a su vez, como el conflicto central para establecer una estrategia electoral que permita unificar a todo el FDT. ¿Cómo se define una campaña electoral si no hay miradas compatibles entre los integrantes del frente electoral?
Límites
Aunque en Casa Rosada avisan que la semana que viene habrá una primera foto de la mesa política, en el kirchernismo dudan y, entrenados en las habituales dilaciones de Fernández, dicen que podría demorarse. Aparece, en cierto modo, un deadline: el domingo 12, aunque solo compiten candidatos de Juntos para el Cambio (JxC), estará la primera elección provincial del año, en La Pampa, primaria no obligatoria que es escala obligada antes de la general del 14 de mayo.
En la práctica, el grueso de las provincias resolvieron su juego electoral mirando la cuestión local y la suerte de los peronismos en cada territorio, en particular los que desdoblan la fecha, estará más atado a factores domésticos que a lo que ocurra en el plano nacional. Así y todo, un cambio de clima en la economía rebota positivamente sobre las provincias, a la vez que una secuencia de buenas elecciones provinciales pueden influir sobre el clima nacional.
Fernández, dicen en Gobierno, quiere que antes de la primera elección -la del domingo 12- haya una primera foto para empezar a entrar en sintonía con ese proceso. Al mismo tiempo, acelera las giras en las provincias ante un riesgo: que cuando se acerquen las elecciones, los gobernadores les pidan a las figuras nacionales que no aparezcan por el distrito. Esta semana, Sergio Massa hizo un despliegue similar: estuvo con Sergio Ziliotto, que buscará su reelección el 14 de mayo, con Sergio Uñac -que apunta a lo mismo- y, entre otros, con Alberto Rodríguez Saá que viene de reunirse con el cordobés Juan Schiaretti.
La mesa política que piensa Fernández consiste en conversar con los gobernadores, ver sus necesidades, colaborador con sus pedidos y, tratar de unificar algunas líneas de campaña. Asoma, en paralelo, una cuestión operativa de orden jurídico: en algún momento, el FdT deberá constituirse como alianza electoral y definir una junta electoral que es la que validará las listas en todo el país. Esa puede ser una herramienta esencial en otra instancia: cuando entre en discusión el armado de las boletas de diputados y senadores nacionales de todo el país, donde se darán las peleas de fondo entre los gobernadores y los armados nacionales, en especial La Cámpora.
Con una mesa política convertida en un “comando electoral”, que resuelva cuestiones logísticas y, más adelante, cuestiones de discurso y temas de campaña, se da por hecho que entre los participantes, aunque se la invite, no estará Cristina Kirchner. En cierto modo, al reducir la incidencia sobre las cuestiones de fondo y al proponer una mesa grande, Fernández reduce la posibilidad de la que la vice participe de esa instancia.
Hasta acá, todos los intentos por generar un encuentro público entre los Fernández fracasaron. El encuentro convocado por el grupo de Puebla en defensa de la vice, que se suspendió por el COVID de Cristina y luego por el festejo del mundial, fue el último intento por generar una foto entre los dos. En el último tiempo, el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, -a quien en La Cámpora consideran el “albertista” que mejor entiende al cristinismo-, se convirtió en el correo que funciona en Alberto y Cristina. Es quien trata, como puede, de mantener abierto un canal de diálogo para atender cuestiones operativas y formales.
En una entrevista reciente, Máximo Kirchner pidió que se convoque a la mesa y en cierto modo se autoexcluyó de integrarla. Fernández, con el argumento de convocar a los gobernadores, parece tomar como canal de representación del kirchenrismo a Axel Kicillof, el gobernador bonaerense. En paralelo, podría haber otras expresiones si, como se planea, se convoca a los partidos que forman parte del FdT, como Kolina de Carlos Castagnetto o el Frente Grande que preside el intendente de Ensenada, Marío Secco. En la foto grande, y cuanto más gente menos definiciones, Fernández contempla incluir a la CGT y la CTA y a organizaciones sociales.
PI