Vanina Biasi es diputada nacional por el Frente de Izquierda. Es miembro del Partido Obrero. Fue candidata a jefa de Gobierno porteño el año pasado y es delegada de la Asociación del Personal de la Universidad de Buenos Aires (Apuba) en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Habla sobre el Gobierno de Javier Milei, la responsabilidad del peronismo en la creación del poder económico que actualmente sostiene a este Gobierno y las dificultades de la izquierda para convocar a los trabajadores.
—La semana pasada, después de la marcha universitaria, llegó el veto de Milei. ¿Qué impacto ves que tiene la movilización de la comunidad educativa, de las universidades, en el Congreso y en la política institucional como esa otra esfera? Venís del mundo universitario, pero ahora estás además en el Congreso.
—Son mundos muy entrelazados entre sí. Y eso se nota en la movilización del 23 de abril, en la movilización del otro día, sin lugar a dudas. Se nota en las autoridades que tienen vasos comunicantes muy fuertes y algunas de las cuales se convierten obviamente en diputadas. Y después, obviamente, las universidades son muy estratégicas en la vida de un país. Quiero decir, por lo menos en nuestro país así lo es. Y de las universidades nacionales salen los dirigentes políticos, empresariales, etcétera. Ahí hay vasos comunicantes permanentes con lo que es la realidad política de nuestro país. La universidad no está bien hace mucho tiempo. Esto no viene de ahora. El año pasado tuvimos un recorte presupuestario muy importante que se notó en la universidad y se viene notando. Y a nivel salarial también son muchos años de caída salarial. Y el impacto que tiene hoy la política de Milei es justamente habernos aplicado un ajuste muy importante cuando partimos de un subsuelo en términos salariales. Entonces, creo que eso también ha afectado mucho. Pero para no pasar directamente a lo salarial, creo que políticamente las universidades tienen un entrelazamiento fuerte con el Congreso. Hay un impacto de la movilización y hay un impacto de quiénes son los actores que están presentes en toda esta discusión que tiene que ver con la cuestión presupuestaria, detrás de la cual se encubre una discusión más de fondo. Vengo ahora de discutir el presupuesto en el Congreso y te das cuenta de que hay una cuestión mucho más de fondo que tiene que ver, obviamente, con una política de Milei de querer privatizar todo aquello que sea privatizable, convertirlo en un negocio, darle a algunos sectores la posibilidad de que puedan llevar adelante negocios que realmente le sean redituables.Yo eso lo he visto a través del tiempo y ahora se ve de una manera acelerada. Te doy un ejemplo: Yo trabajo en sociales desde hace 29 años. La mayoría de mi tiempo trabajé en la zona de Plaza Houssay. Enrededor del Hospital de Clínicas, ves cómo creció el sector privado y eso es en detrimento del Hospital de Clínicas. Durante años un tomógrafo que no funcionaba porque las autoridades del Hospital de Clínicas tenían un sector de imágenes privado y entonces derivaban los tratamientos de ese tipo a esos sectores privados. Y así puedo hablarte de todas las disciplinas: ginecología, cardiología, etcétera. Bueno, quiero decir, el primer privatista de este mundo no es para nada Javier Milei. Solo que él tiene un propósito mucho más profundo en acelerar ese ese proceso hoy.
—Milei no está solo, obviamente, en todo esto. Hablaste varias veces en tus intervenciones del colaboracionismo, de los que se dan vuelta por un puesto, por ejemplo, en una represa. ¿Cómo describirías la composición hoy en las cámaras? Un poco como reflejo y en qué medida el Congreso de Diputados refleja el escenario político, cómo está distribuida hoy la fuerza de Milei y los aliados de Milei. Porque si no, parece que es Milei contra el mundo. Y no es Milei contra el mundo, ¿no?
—Totalmente. Y esto es importante marcarlo para ser conscientes de que detrás de esa figura, y lo digo con aquellos de tu audiencia que supongo empatizan mucho más pensando por qué llegamos a estar con este desquiciado en el gobierno. A ver, el desquiciado tiene siete senadores sobre 72 y tiene 39 diputados sobre 257. Consiguió la ley Bases, consiguió bloquear el rechazo al veto jubilatorio. La base es de una calidad política muy baja dentro del Congreso de la Nación, sobre la base de una naturalización de alguna manera del funcionamiento a través de la coima, de la extorsión. Esto ya lo vimos con la Ley de Bases, Kueider, Crexell y compañía, cada uno en lo suyo, entregándose por un puestito acá, otro allá puestito. Son puestazos señora, señor, cobran mucho más que todos nosotros juntos. Pero ahí hay una naturalización de que en la política hay una esencia que tiene que ver con ese vínculo en el cual yo te doy esto, dame aquello, etcétera. Y que tiene que ver no con negociar cosas para una provincia o un pueblo, lo cual creo que está dentro de las leyes de la política, sino que tiene que ver con negociar cosas personales. Lo de Campero quiero que lo investiguen las empresas que tiene Tucumán para ver exactamente de dónde salió esa pasión mileista que de repente adoptó cuando le tocó darse vuelta con el veto jubilatorio. Y creo que naturalizar esto me parece que habla también de un futuro, de qué queremos en la política argentina. Está ausente absolutamente la distinción desde el punto de vista político entre clases sociales, en poder ver a quién se está beneficiando y a quién no. Lo repetimos mucho, pero creo que está bastante acallado el problema de que hoy si le están sacando plata del bolsillo a los jubilados, esa plata no es que nace de la nada. Es plata que existe en nuestra vida cotidiana y que se traslada del bolsillo de los jubilados al bolsillo de Eurnekián, como para mencionar un empresario que es uno de los que más ganó en lo que va del gobierno de Milei.
—La universidad, lo contabas con mucho detalle, es víctima de este ahogo presupuestario, pero al mismo tiempo hay un sector que proviene de la UBA, por ejemplo, de la Obra Social de la UBA, de DOSUBA. También te escuché hablar de esto, que hoy es parte del gobierno de Milei, ¿no? Y un poco ya antes de ser ministro de Salud, Mario Lugones, accionista del Sanatorio Güemes, había designado en el PAMI a dos médicos de DOSUBA, de la obra social de la UBA, Esteban Leguizamo y Carlos Zamparolo. ¿Cómo se explica este tipo de sociedades? Porque uno dice la UBA es víctima del gobierno de Milei, pero dos médicos destacados o con trayectoria importante en la obra social de la UBA hoy son la conducción del PAMI de Milei.
—Pero qué bien informado que está este periodista, por favor. Yo hace 29 años que trabajo en sociales. Hace 15 años, por primera vez mis compañeros me eligieron como delegada. Fui en tres oportunidades delegada general de la Comisión Interna de la Facultad de Sociales. Luego hay otros compañeros de mi agrupación que están ejerciendo ese lugar y toda la vida me dediqué a tener que destrabar y trabajar con el tema de la obra social, porque obviamente hemos tenido diferentes dificultades en estos 15 años. Los funcionarios que dirigían nuestra obra social... La verdad es que no es estrictamente obra social, porque es una dirección de la Universidad de Buenos Aires. Hay otras que son similares a nuestro formato y la universidad es la que designa a quienes intervienen, digamos, la dirección de la obra social. Y bueno, ahí están, como vos señalabas, Zamparolo, Venegas, el ex director médico de nuestra obra social, son hoy directores, en el caso de Venegas, director médico del PAMI Nacional, en el caso de Zamparolo, es también directivo del PAMI. Entonces estamos en presencia de una comunidad de actores que se entrelazan políticamente y a la cual los unen los negocios. La billetera divide y une. Vamos a decirlo de esa manera. En algunos casos se matan, se pelean, etcétera Y en este caso creo que también se combinó una realidad, y es que el espacio político de Javier Milei no tiene ninguna experiencia ni traía prácticas en muchos casos en dirigir estas instituciones que obviamente son importantes y tienen muchos bemoles. Y hubo gente que hasta ayer militaba por Cristina Kirchner, por Sergio Massa, por quien fuere y que estuvo muy dispuesta a aparecer como responsables técnicos dentro de esas estructuras.
—Lugones, el ministro de Salud, Leguizamo y Zamparolo firmaron un convenio. Dicen que es para reducir el precio de los medicamentos oncológicos hasta un 50%. Pero es el ministro de Salud con estas dos figuras de la Universidad de Buenos Aires, de la obra social, y hay un hombre más, un exfuncionario más o un dirigente más que es Carlos Rojo, también ligado al peronismo, ligado a Yacobitti, a Lousteau. Estuvo con Massa, creo. Te pregunto por el radicalismo sobre todo. ¿Cómo es en este contexto donde uno dice: bueno, está toda la comunidad educativa, están todos los sectores universitarios, obviamente, marchando, al menos contra el ajuste presupuestario, participando, votando en algunos casos, cómo es esa convivencia con el sector de Yacobitti, que hoy es el vicerrector de la Universidad Buenos Aires, pero tiene una carrera larga, dilatada?
—Lo tuve de secretario de Hacienda. Lo tuve, digo, porque me ha tocado como delegada de la Facultad de Sociales tener que discutir cuestiones presupuestarias muy sensibles con Yacobitti. Bajo la gestión de Yacobitti en el año 2016 nosotros perdimos la posibilidad de utilizar los recursos. Cuando caen cargos no docentes o docentes, en nuestro caso era el cargo no docente, queríamos usar al máximo el dinero que tiene que ver con la cuestión salarial, justamente para que no hubiera un reemplazo de la cuestión salarial, sino que en todo caso, si se necesitan fondos para otras cosas, se consigan y no afecten la cuestión salarial y la cantidad de personal, etcétera. Yél ahí tomó decisiones realmente que nos recortaron el presupuesto en personal en la Facultad de Ciencias Sociales casi en un 40% con relación a lo que teníamos antes del año 2016, cuando él fue secretario de Hacienda. Así que efectivamente, la lucha con el sector de Yacobitti, que junto con el peronismo, digamos, el radicalismo y el peronismo, han tenido una interacción en la conducción de la universidad que ha tenido diferentes características a través del tiempo. Sin lugar a dudas tenemos que hemos tenido que discutir muchas políticas y hoy en día también. No porque estemos unidos en contra del recorte presupuestario en las calles, etcétera significa que aprobemos ni mucho menos toda la política del rectorado actual que ha sido una política de ajuste, de autoajuste. En mayo tuvimos que discutir. Nosotros tuvimos una gran movilización el 23 de abril. El día previo se apagaron las luces de las facultades para demostrar un poco los recortes que había, etcétera. A los dos días estaban arreglando el supuesto aumento de 270% de los gastos en funcionamiento de la universidad y la UBA votó a través del Consejo Superior salir, digamos, que ya habían salido de la emergencia presupuestaria. Bueno, ahí están estas autoridades que están buscando congeniar. De alguna manera el gobierno de Milei le cerró un poco las puertas a esto y ahí hubo una complicidad. Yo lo he denunciado en la propia Cámara. No estoy diciendo nada acá que ella no haya dicho tuvimos. Nos dijeron: les vamos a dar 270% de aumento en gastos en funcionamiento. Y a partir de eso congelaron absolutamente, hicieron caer nuestros salarios mucho más. Entonces yo me la pasé diciendo: yo pagué la luz de la universidad. Porque realmente la pagamos los trabajadores con un recorte extra en materia salarial. Y entonces acá están estas autoridades políticas que tienen estos vasos comunicantes -él fue diputado también- con el poder del Congreso y que, bueno, nada, también es responsabilidad nuestra. Y esto lo quiero marcar fuertemente. No quiero solamente quejarme de los demás, sino decir que es responsabilidad nuestra, de los trabajadores, de los estudiantes, ser muy conscientes de cómo actúa cada actor político de esta universidad, saber qué lugar ocupa en cada caso. Yo con el que sale a la calle, estoy dispuesta siempre a ir a un acuerdo, digamos, para movilizarnos conjuntamente contra una injusticia contra la universidad. Y no por eso pierdo la caracterización de quiénes son los que estaban subidos en ese escenario ahora, en la movilización última o el 23. La Universidad provee de actores a la vida política todo el tiempo. Estamos hablando de los Angelici, de operadores en la justicia, de operadores, en los servicios de inteligencia. Nosotros hemos tenido de vicerrector de la Universidad de Buenos Aires a gente ligada históricamente a los servicios de inteligencia. Entonces quiero decir, la UBA en eso interviene en todo lo que tiene que ver con la salud, interviene en lo que tiene que ver con la política gubernamental, interviene en lo que tiene que ver con los servicios de inteligencia, con las fuerzas de seguridad. Todo eso está puesto. Así que nosotros mismos tenemos que asumir la responsabilidad no solamente de quejarnos de los demás, sino de que hay un actor universitario que quiere una universidad pública al servicio de los laburantes, etcétera, que tenemos que cobrar mayor personalidad, mayor acción dentro de la universidad y tenemos que disputar ese espacio de poder también.
—Justamente te quería preguntar por la oposición. Aparece Cristina Kirchner en este momento con su carta, con su documento para presidir el PJ, que yo al menos interpreto es casi más un desafío a Kicillof, que es su hijo político. Hay una tensión ahí. ¿Pero cuál es el debate dentro de la izquierda? ¿Cómo lo ves vos? ¿Cuál es el desafío, en todo caso, que se le presenta a la izquierda en este escenario con Cristina diciendo “vuelvo a ser yo” o “voy a protagonizar” o “voy al centro”? No sé cómo lo lo interpretas. ¿Pero cómo se para la izquierda? ¿O cómo pensás que la izquierda se tiene que parar?
—Te divido un poco la respuesta en dos aspectos. Una que tiene que ver con el análisis obviamente una interna feroz que está presente dentro del peronismo en general, en disputas de diferente orden, pero obviamente la que emerge ahora con más fuerza es esta disputa concreta entre el sector de Cristina Kirchner, La Cámpora, versus el sector de de Kicillof. Supongo que comparto con muchos de ellos el hecho de que en gran medida todavía no tenemos claridad enteramente de los motivos por los cuales existe esta interna. Más o menos lo podemos sospechar. Obviamente, uno está detentando el poder del Estado de una provincia que es muy importante. Los otros están por fuera, entre comillas, de la dirección concreta, digamos, de este ámbito Hay muchos motivos, pero sin lugar a dudas uno habla con ese sector y hay algunos que todavía entienden que las diferencias que podían tener no eran tan relevantes como para introducir semejante crisis. Así ha funcionado el kirchnerismo durante mucho tiempo y de alguna manera tienen su propia fórmula, digamos, de cómo cómo actúan en la vida política. Creo que esto expresa una crisis más general y expresa también una derechización bastante fuerte de todas las alas del peronismo. Yo si tengo que expresar algo, veo que finalmente Grabois, en la última elección, funcionó como un retén por izquierda de el armado que tenía el propio peronismo. Y si llegamos a Milei hoy es porque de alguna manera hay muchas de las variables que tienen que ver con la intervención de esa fracción política que se reivindicaba -yo quiero recordarte que alguna vez Cristina dijo que a su izquierda había una pared o el abismo, no me acuerdo que expresión usó- y de alguna manera la izquierda quedó reducida a un bloque político que terminó pagando la deuda externa a costa del hambre del pueblo, que terminó en un fracaso gubernamental que le abrió las puertas al gobierno de Javier Milei, incluso con una acción muy directa y que hoy mantiene cierta complicidad con el gobierno de Javier Milei. Si yo tengo que hablar hoy del espacio político que más complicidad tiene en un punto con el Gobierno de Milei, identifico al kirchnerismo, una complicidad de una necesidad mutua de ser uno la oposición del otro, pero al mismo tiempo uno ve no están en las calles, Máximo Kirchner hace un acto y dice que oponerse al veto presidencial a la ley jubilatoria es patalear. Quiero decir, está la interna de ellos, pero también hay una definición de la política hacia afuera. En los primeros tiempos del gobierno de Milei, Cristina Kirchner y otros sectores salieron a expresar que quizás se les había ido la mano con el feminismo y la lucha de las mujeres, todo adhiriendo a cosas que se la pasó diciendo Guillermo Moreno también. Entonces creo que hay una profunda derechización de ese espacio político que también explica, si hoy fuéramos más los que estamos en las calles oponiéndonos a este gobierno, este gobierno tendría que retroceder en muchos sentidos. Y no me cabe ninguna duda que a lo que más le temes, a la movilización popular. Por eso la mayor inversión la hizo en represión. Si no, no hubiera ido por ese lado. Creo que en primer lugar le teme a la movilización popular. Y el peronismo acá no estuvo. Y no solo no estuvo, sino que Cristina, a través de sus cartas, le exige, por ejemplo, a la CGT, una derechización, le exige una modernización laboral. Esto es lo que ella coloca en sus escritos y en sus actos. No es nuevo. Pero cuando vos tenés un gobierno como el de Javier Milei y volvés sobre el establecimiento de estos principios, derechizás a todo el arco político.
—Entonces, uno puede decir: hay una oportunidad para la izquierda, si está tan derechizado todo. Al mismo tiempo, uno dice: hubo un malestar ya con el Frente de Todos y ese malestar lo pudo encausar Milei, lo capitalizó Milei. ¿Cómo hace la izquierda, no sé si para hablarle a ese electorado pauperizado que en su momento logró capturar Milei o logró la adhesión Milei de esos sectores, trabajadores precarios, sabemos informales? ¿Cuál es el mensaje para esos sectores? ¿Son un sector clave para ustedes?
—Dos aspectos de eso. Primero, la izquierda no es toda una y en la izquierda tenemos diferentes pensamientos, formas de actuar, hasta incluso frentes de actuación. Y, por el otro lado, no es inocuo que la expresión de rebeldía haya terminado en manos de un Milei. Y acá quiero hacer referencia a esta cuestión. Ahora voy a hablar de los errores nuestros, de la izquierda. Pero a la izquierda en este país, que es una fuerza con una relativa presencia dentro de la vida política, a diferencia de otros países, nosotros tenemos una presencia me parece que es importante, que se mantiene en el tiempo, característica de una izquierda trotskista que en otros países de América Latina no existe. Y esa característica fue cascoteada fuertemente, sobre todo por el peronismo, que a través de los Grabois o a través del propio kirchnerismo, trataron de instalar que lo más a la izquierda que se puede ser en la Argentina eran ellos y que lo demás éramos un sector que tenía que ser desplazado, anulado, demonizado. El proceso de demonización de la izquierda, y en ese sentido lo digo como un análisis, no por queja, es la lucha política que está presente, logró de alguna manera aislar a esa izquierda y que finalmente salgo a la puerta, le pregunto a la gente que es la izquierda, ¿qué me va a decir? Puede ser que me diga Partido Obrero, que es una referencia en el sentido de la izquierda, pero es la izquierda extrema. Si yo salgo y pregunto por la izquierda, te van a decir Cristina Kirchner. Ese es un operativo político que se logró a costa de bloquear una identidad de izquierda que tenía que ver con una defensa de clase, que tenía que ver con una mirada diferente desde los sindicatos, desde la acción estudiantil. Y eso se logró y por eso la rebeldía pasa a ser mileista y no se canaliza por el lado de la izquierda. Y esto no es un operativo político argentino, esto es a nivel mundial. Porque sí le quiero decir a tu audiencia que obviamente el enemigo más peligroso en esta vida es el socialismo, es el trotskismo. Es un movimiento revolucionario que afecta los intereses capitalistas en serio. Y no lo que hemos visto durante todos estos años en la Argentina. Mucha amenaza, pero después Néstor Kirchner arreglando con Magnetto la entrega de toda la cuestión mediática en la Argentina. Por ejemplo, hay detrás de Milei hay un poder económico muy importante. No nació ayer ese poder económico. Fue prohijado en los gobiernos peronistas de una manera impresionante. Eduardo Elsztain es un caso a investigar en este país. El dueño de IRSA. ¿Y qué pasó ahí? Tenía un choque con Néstor Kirchner en el año 2007. Ese choque se resuelve y le entregan luego a través del tiempo, esto se termina de resolver con la reglamentación de la Agencia de Bienes del Estado en el año 2015 por Cristina Kirchner, cuando se retira del gobierno, pero entre el 2007 y el 2015 Elstein obtiene todo el poder que necesitaba, desburocratizar el acceso a las tierras del Estado, las tierras de los ferrocarriles, etcétera Todo eso lo logró bajo ese gobierno. Se hizo poderoso con el peronismo y después los demás obviamente le dieron todo el changüí que necesitaba. Entonces esa izquierda socialista que quiere empoderar a la clase trabajadora fue anulada a través de un operativo que empieza por el peronismo. Después viene Milei y nos deja en claro a todos que su principal fantasma es el socialismo. Y entonces socialistas son desde Larreta hasta el Partido Obrero. Y ahí la izquierda tenía que elegir entre dos caminos. Y muchas veces tuvimos debates en torno justamente a qué camino elegir, si hay que concederle al peronismo porque no sé qué o hay que ser una fuerza que realmente desbloquee el peso que significa sobre las cabezas de la clase obrera este peronismo que cumplió un rol de contención social, no en el buen sentido de la contención social, sino en el sentido de evitar la intervención directa de la clase trabajadora para finalmente tener gobiernos que o pagan al FMI o benefician a determinadas empresas, etcétera. Por supuesto que hablar de esto hoy en la era Milei, cuando todo lo que está ocurriendo es tan terrible, cualquiera te dice: pero, ¿cómo? Si era el paraíso.
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
DG/CRM