La agenda reciente de Eduardo “Wado” De Pedro es la que elegiría un dirigente que aspira a posicionarse de cara a un año electoral. Como un equilibrista que construye entre los escombros del Frente de Todos (FdT), en los últimos treinta días el ministro del Interior concretó su primer viaje de peso internacional, participó de la apertura de Expoagro, marchó codo a codo con Máximo Kirchner, se reunió al menos dos veces a solas con el Presidente durante horas, juntó a 19 gobernadores por la batalla de la coparticipación porteña, y se enfrentó con Horacio Rodríguez Larreta y la Corte Suprema.
“Así como el FMI generó una discusión dentro del Frente de Todos, esta es otra de las discusiones que se vienen dando donde no hay coincidencia”, dijo el jueves pasado, al hablar sobre la estrategia del Gobierno para dar pelea contra la inflación, en una nota con El Destape Radio. Sin sacar ni un menique del plato cristinista, De Pedro metaboliza las diferencias internas en el oficialismo, pide “no dramatizar” y opera como un puente al interior de la coalición. “Es el papel que juega él en una estrategia que dirige Cristina”, define un dirigente bonaerense muy cercano a La Cámpora, para ahuyentar dudas.
El perfil elevado del ministro se alimenta también de apariciones cada vez más frecuentes en los medios de comunicación y en una actividad más intensa en sus redes sociales. El cambio de estrategia política va de la mano de una transformación personal. La disfluencia, el trastorno en el habla que padece De Pedro, es hoy una de sus cartas de presentación. “Lo mismo que antes me llevaba a mantenerme callado, hoy me lleva a hablar. Hay un sector de la sociedad que se ve reflejado, porque no soy la perfección que se muestra en los medios”, dice el ministro.
El cambio de estrategia política va de la mano de una transformación personal. La disfluencia, el trastorno en el habla que padece De Pedro, es hoy una de sus cartas de presentación
Entre los más altos mandos de La Cámpora se entusiasman con lo que se propone De Pedro, conscientes de que la construcción de imagen pública es una cuenta pendiente de la mayoría de los dirigentes con más peso en la organización, empezando por Máximo Kirchner. “Nos amplía el juego. Necesitamos llegar con la mayor cantidad de variantes para 2023”, analiza un integrante de la agrupación, que advierte que falta mucho para saber cuál será la estrategia electoral de Cristina. “Simplemente quiero que se vea lo que hago. Estoy enfocado en la gestión”, responde el ministro, cuando le preguntan por una eventual candidatura.
En esa lógica de gestión se inscribe, según aseguran en su entorno, la visita que hizo a España a principios de marzo y la que tiene programada a Israel para fines de este mes. Durante su viaje a Europa, el ministro del Interior sacudió el tablero interno del kirchnerismo, al apoyar la negociación con el Fondo. “El acuerdo es el comienzo de la solución. Evita una catástrofe en lo inmediato”, dijo al diario El País, en una posición calcada de la que había fijado días atrás el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. ¿Le valió un reproche de Cristina Kirchner? En su entorno lo niegan.
La frase, un claro contraste con la postura que Máximo Kirchner había definido un mes antes, expuso que dentro de La Cámpora costó arribar a la posición unificada que la organización mostró durante la votación del acuerdo en el Congreso. “En ese punto tienen una óptica diferente. Wado es parte de La Cámpora y a la vez es ministro del Interior”, dicen en la planta baja de la Casa Rosada, sede del ministerio. Las mismas fuentes confirmaron que De Pedro no estuvo de acuerdo con que el hijo de la vicepresidenta renunciara a la presidencia del bloque del FdT en Diputados.
Pese a esos matices, en la agrupación nadie duda de la lealtad de De Pedro y recuerdan que fue el primero en poner su renuncia a disposición, después de la derrota en las PASO del año pasado, un gesto que el Presidente interpretó como un desafío abierto. Después de meses de diálogo cortado, Alberto Fernández retomó el mes pasado las reuniones a solas con su ministro del Interior. “Lo que pasó, pasó”, se dijeron. El viernes último compartieron un largo encuentro de gestión, para coordinar la reapertura de los pasos fronterizos, un paso con el que el Gobierno procura enterrar las restricciones por la pandemia.
Ese acercamiento, que no alcanzó para eliminar la frialdad que predomina en el vínculo, no es leído con desconfianza en el kirchnerismo. “Wado es superorgánico de La Cámpora”, asegura una dirigente que conoce de primera mano la vida interna de la organización. Todas las semanas, martes o miércoles, los integrantes de la conducción nacional se juntan a hablar durante seis o siete horas, para definir posiciones y estrategias. “En el fondo, no hay diferencias entre Maxi y Wado. Teníamos que fijar una posición sin boicotear el acuerdo”, explica un testigo de esas charlas.
De Pedro mantiene en reserva el contenido de esos encuentros, al igual que los detalles de la mayoría de sus reuniones políticas. Es una de las características que más le valoran los dirigentes y empresarios que lo frecuentan. “Es un tipo extremadamente discreto, y eso en la política es muy positivo. Podés reunirte con él y sabés que no se va a enterar nadie”, cuenta un diputado bonaerense. “Esa construcción silenciosa fue fundamental para armar el Frente de Todos en el 2019”, dice un dirigente del Frente Renovador. Sergio Massa es otra de las figuras con las que De Pedro tiene más diálogo frecuente. Se juntan a comer, en promedio, una vez cada dos semanas.
Como Massa, el ministro del Interior es una de las palomas de la batalla interna en el oficialismo. En modo puente, fue parte de la última gestión en serio para acercar posiciones entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Fue después de la discusión pública por la reacción del Presidente ante el ataque a piedrazos contra el despacho de la vicepresidenta, en un intento que también involucró al “Cuervo” Andrés Larroque, secretario general de La Cámpora, y a los ministros nacionales Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta. La gestión quedó en la nada, apenas las conversaciones se filtraron en la prensa.
GS