¿Se puede realizar un estudio arqueológico fuera de nuestro planeta? El equipo de Justin Walsh, de la Universidad Chapman, California, no solo acaba de demostrar que es posible, sino que aporta pruebas de que esta disciplina puede ser de gran utilidad en el futuro de la exploración espacial.
En un artículo publicado este miércoles en la revista PLOS ONE , los investigadores describen cómo utilizaron esta aproximación científica para estudiar el interior de la Estación Espacial Internacional (ISS) y la disposición de objetos utilizados por los astronautas, lo que sirvió para revelar cómo utilizan en realidad las instalaciones de la nave frente a la pretensiones de quienes hicieron su diseño inicial.
El trabajo se encuadra dentro del Proyecto Arqueológico de la ISS, que nació con el objetivo de comprender mejor la “microsociedad” de la Estación Espacial Internacional mediante herramientas que fueran más allá de las entrevistas a los astronautas, que era el que se usaba de forma tradicional. Lo que hicieron Walsh y sus colegas es aplicar un marco arqueológico al estudio de la estación y analizar el uso de los materiales y objetos por su tripulación a lo largo del tiempo.
Una ‘cata’ visual
¿Y cómo lo hicieron? Dado que en el interior de la estación no se puede realizar una excavación al uso como la que se llevaría a cabo en un yacimiento terrestre, los autores decidieron realizar lo que se conoce en arqueología como una cata o calicata, una exploración superficial del terreno basada en este caso en fotografías. Pero, en lugar de levantar el terreno en parcelas de un metro por un metro, los arqueólogos pidieron a la tripulación de la ISS que documentara seis ubicaciones alrededor de la estación y tomaran fotografías diarias de cada ubicación durante 60 días en 2022.
Gracias a estas imágenes, los autores revelan ahora los resultados obtenidos al estudiar dos de las seis áreas de muestra que se documentaron por completo: una zona de la ISS designada para el mantenimiento de equipos y otra cerca de la letrina y el equipo de ejercicios. Un análisis más detallado de las fotografías de estas zonas, mediante una novedosa plataforma de análisis de imágenes de código abierto desarrollada por el equipo, revela 5.438 casos de artefactos que se usaban para diversos fines, como herramientas de escritura, notas adhesivas y un casco de realidad aumentada.
Creemos que nuestras contribuciones pueden hacer que los hábitats espaciales sean más habitables y que la vida de las tripulaciones sea más feliz y productiva
Al comparar las fotografías con los informes de actividades de los astronautas, los investigadores descubrieron que el área cerca del equipo de ejercicios y la letrina, si bien no estaba designada para ningún propósito en particular, se había destinado a almacenar artículos de limpieza, bolsas resellables y una computadora que rara vez se usaba. Por otro lado, el área de mantenimiento del equipo se usaba principalmente para almacenar y no para realizar los trabajos que se habían previsto inicialmente.
“Demostramos que es posible hacer arqueología a través de un proxy y revelar nuevos conocimientos”, explica Walsh. “Generamos datos concretos que demuestran las diferencias entre cómo la gente piensa que se usa una nave espacial y cómo se usa realmente; y revelamos que las ciencias sociales –sí, ¡incluida la arqueología! – son necesarios para identificar soluciones que mejoren los vuelos espaciales”.
Para futuros hábitats espaciales
Según los autores, estos hallazgos demuestran cómo se pueden adaptar las técnicas arqueológicas tradicionales para estudiar hábitats remotos o extremos y podrían ayudar a orientar el desarrollo de futuros hábitats espaciales. “Este experimento es el primero que se lleva a cabo fuera del planeta Tierra”, escriben. “Al aplicar un método muy tradicional de muestreo de un yacimiento a un contexto arqueológico completamente nuevo, mostramos cómo la tripulación de la ISS utiliza distintas áreas de la estación espacial de maneras que difieren de los diseños y planes de la misión. Los arquitectos y planificadores de futuras estaciones espaciales pueden aprender lecciones valiosas de este trabajo”, sostienen.
“La arqueología, como disciplina que estudia las adaptaciones humanas a través de la cultura material, ayuda a mostrar la humanidad de los astronautas”, concluye Walsh. “Nuestro proyecto ya reveló muchos aspectos del lado humano de la vida en el espacio que los ingenieros habían ignorado hasta ahora. Creemos que nuestras contribuciones pueden hacer que los hábitats espaciales sean más habitables y que la vida de las tripulaciones sea más feliz y productiva”.
Para el arqueólogo Alfredo González-Ruibal, que no participó en el estudio, el resultado de este trabajo es una demostración de que observar en la práctica cómo se usa la cultura material permite identificar problemas en el diseño de la estación. “A veces los ingenieros se olvidan de que somos humanos, no máquinas”, señala. “La arqueología de la ISS nos recuerda la humanidad de los astronautas y sugiere medidas para hacer su vida más fácil”. A su juicio, se trata de un gran paso adelante porque, aunque se había manejado en el marco teórico, “esta es la primera vez que se hace un estudio arqueológico en el propio espacio y con datos inéditos”.
Esta es la primera vez que se hace un estudio arqueológico en el propio espacio y con datos inéditos
Para el arqueólogo Felipe Criado Boado, director del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit-CSIC), este nuevo trabajo de Walsh y su equipo tiene el valor de “demostrar que la arqueología no es esa actividad convencional de búsqueda de tesoros del pasado que es la imagen habitual que el gran público, sino una empresa intelectual muy seria que puede llegar a cualquier parte para mostrarnos, a través de los restos de la cultura material que las personas utilizamos, aspectos esenciales de la vida humana”. En su opinión, los autores demuestran, con datos empíricos, comprobables y controlados a lo largo del tiempo, que la tripulación termina haciendo un uso de los espacios de la ISS que no estaba planeado o que incluso contradicen la función a la que estaban destinados. “Y esta es una consecuencia de gran importancia para el diseño futuro de naves espaciales y estaciones extraterrestres”, subraya.
Criado recuerda que hace tiempo que algunos arqueólogos y arqueólogas (particularmente Alice Gorman, una de las co-autoras del artículo) tienen su vista puesta en el espacio exterior. “La exploración espacial está produciendo un ingente registro material que se puede estudiar con metodología arqueológica para descubrir con una mirada hacia atrás cosas que serán muy útiles en nuestro futuro, cuando estamos a punto de iniciar la colonización del espacio exterior”, resume. “En la Luna ya tenemos auténticos paisajes arqueológicos creados por el alunizaje de las diferentes sondas que hemos mandado desde hace más de 50 años. Y en Marte está pasando lo mismo mucho antes, incluso, de que hayamos llegado allí”.
Sirve para mostrar por qué se necesita incorporar las ciencias humano-sociales, como la arqueología, para comprender y anticipar efectos imprevistos
Para el especialista, esto significa que, del mismo modo que está pasando con los restos de las primeras expediciones antárticas, los restos de las misiones Apolo, las Viking o el mediática Perseverance, quizá sean un día destino de futuros turistas espaciales, y todo esto merece ser estudiado por la arqueología. “Y no sólo porque sirva para informar mejor los diseños que resuelvan las complejas relaciones entre humanos, vida y maquinaria en entornos inhumanos —concluye—, sino porque sirve para mostrar por qué la exploración espacial también necesita incorporar las ciencias humano-sociales, como la arqueología, para comprender, y anticipar incluso, los efectos imprevistos y no deseados de esa difícil interacción”.
AMR/CRM