Las Brigadas Bloodys son movedizas, se las puede ver en un recital de Maluma en Tijuana, en las avenidas de esa ciudad en la frontera entre Méjico y Estados Unidos o en las salidas de los colegios. Se trata de una red transfronteriza de mujeres que acompañan casos de aborto con información y medicamentos. Tienen su sede del lado mexicano, pero asisten también a mujeres que están del otro lado del país. Tras el fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos que anuló el derecho al aborto, se preparan para recibir muchas más demandas para acceder al misoprostol.
Comenzaron en el 2016 con campañas de información sobre protocolos de aborto en su país y fueron corriendo la voz hasta llegar a los estados norteamericanos más cercanos: Oklahoma, Texas y Georgia. Asisten a mujeres que consultan por Facebook, Instagram, Twitter o WhatsApp. Les dan información y las acompañan de manera virtual o presencial y les mandan “kits para abortar” por correo o a través de alguna persona que viaja al lugar. Cada kit tiene comprimidos de mifepristona o misoprostol, ibuprofeno, té, toallas sanitarias nocturnas y “cinco protocolos de misoprostol impresos para expandir la información para otras”. En Méjico enviaron también a zonas rurales como San Quintín, un pueblo pesquero y agrícola.
Crystal P. Lira, fundadora y miembra de la ONG pronostica nuevos pedidos tras el fallo del máximo tribunal que anuló el del caso Roe vs. Wade, la resolución de 1973 que legalizó el derecho al aborto en Estados Unidos. “Vamos a lanzar campañas por redes sociales y hacer brigadas de entregas de protocolos y de información impresa. Vamos a empezar por San Diego y esperamos cubrir zonas de California que sabemos que es uno de los estados que está más avanzado en materia de aborto, pero incluso antes de la anulación ya estaba con muchas barreras para ciertas mujeres. Ya habíamos estado apoyando casos de allá”, le dijo la activista a elDiarioAR.
“Creemos que liberando información de esa parte y haciendo presencia pública es una forma de visibilizar que somos una opción. Las mismas mujeres van informando a otras en otras distintas partes de Estados Unidos, es una manera de llegar a personas que no son solo de California”, agregó.
En el último año, con pandemia mediante, Bloodys envió kits a 20 mujeres de su país vecino. “Suponemos que en cualquier momento van a llegar más, va a aumentar porque también nosotras vamos a realizar más estrategias para llegar con información a las mujeres de Estados Unidos”, indicó Lira.
Días atrás, la Corte Suprema de Texas bloqueó un fallo local que permitía abortar en ese estado, que es uno de los que están en la zona de acción de las Brigadas Bloodys. El 2 de julio, sentenció en contra de un disposición de un tribunal inferior que le permitía a las clínicas seguir practicando abortos. Poco después de la decisión de la Corte nacional, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles y del Centro para los Derechos Reproductivos hizo una presentación en favor de las clínicas que realizaban la práctica en Texas y fue aceptada en primera instancia. Sin embargo, fue bloqueado por el máximo tribunal de ese estado días después.
Oklahoma, otra de las jurisdicciones a las que llega la ONG, ya había aprobado en mayo una de las medidas más restrictivas del país al prohibir el aborto desde el momento de la fecundación, salvo en casos en los que la vida de la madre corra riesgo o el embarazo sea consecuencia de una violación o del incesto. En Georgia, el derecho al aborto tuvo restricciones y se redujo a la sexta semana.
“Creemos que a pesar de que Estados Unidos parece ser un país progresista en tema de derechos, realmente no lo es. Se lo toma como referencia a muchas cosas, como si fuera lo más positivo, pero su sistema de salud no es el mejor porque es muy caro. No es tan accesible. Se lo ve como un país de primer mundo y ese progresismo tendría que reflejarse en derechos para humanos y humanas. Desafortunadamente, la agenda de las mujeres no se trata. Eso se vive en muchos países, las agendas no son prioridad. Aunque fueran prioridad lo serían para cierto tipo de mujeres no para otros grupos como son las que están en condición de inmigración, que son indocumentadas, de contexto latinoamericano”, afirmó Lira.
Bloodys se mantiene con el trabajo de voluntarias y con el financiamiento de organizaciones nacionales e internacionales que buscan garantizar el derecho al aborto, “Impacta desde muchas raíces, no es solo abortar o no. De lo que menos se está hablando es de la salud y libertad sexual y reproductiva. Tendría que ser una de las bases, las mujeres como humanas tenemos derecho a vivir de manera integral y parte de eso es una actividad sexual bajo consentimiento de cada una. Cuando eso sucede se pueden dar casos de embarazo no deseado, aún bajo el uso de antifecundativos. Con o sin el uso hay un tema de embarazo no deseado, ahí es cuando viene la parte de decidir continuar con el embarazo o abortar”, afirmó la fundadora.
“También tenemos que hablar de los embarazos no deseados, cuando no hay consentimiento, cuando hay violación y de eso no se está hablando. Tiene muchas raíces de lo que la gente quiere ver”, finalizó.
CDB/MG