En la Argentina las mujeres dedican, en promedio, el doble de tiempo por día que los varones a realizar trabajos domésticos y de cuidados no remunerados: 6,3 horas ellas, 3,4 horas ellos. Bajo las condiciones actuales, el costo de oportunidad de dedicar tiempo al cuidado es altísimo. Ese tiempo dedicado al cuidado de niños y niñas, personas mayores, personas con discapacidad, parejas, las tareas de limpieza, la gestión de traslados y turnos médicos, preparar comidas y hacer las compras, se traduce en menos tiempo para estudiar, menos tiempo para participar en política, menores posibilidades para insertarse plenamente en el mercado laboral, menos posibilidades a acceder mejores ingresos, menor acceso a la seguridad social contributiva. En definitiva, se traduce en desigualdad.
Sí, en nuestro país dedicar tiempo al bienestar de las personas y contribuir a sostener nada más y nada menos que la vida y permitir que funcione toda nuestra actividad económica, se paga con menos autonomía y peor calidad de vida. Una ecuación que por donde se la mire resulta injusta.
La desigualdad en el uso del tiempo que hacemos mujeres, varones y diversidades entre el trabajo remunerado y no remunerado es el nudo de otras brechas de género. Si queremos construir una sociedad más equitativa donde todas las personas tengamos igualdad de oportunidades, es imprescindible ir a la raíz. Con la división sexual del trabajo actual no es posible la igualdad de género ni un desarrollo inclusivo.
La creación de un Sistema Integral de Cuidados debe ser la próxima gran conquista feminista, el motor que empiece a cambiarlo todo.
Por eso la creación de un Sistema Integral de Cuidados debe ser la próxima gran conquista feminista, el motor que empiece a cambiarlo todo.
Desde mayo del año pasado existe un proyecto de ley presentado por el poder ejecutivo que espera en el Congreso. Una propuesta que no fue tratada ni en comisiones. Un proyecto que reconoce explícitamente que los cuidados son una necesidad, un trabajo y un derecho fundamental para la reproducción social y económica de nuestra sociedad.
Desde ELA consideramos que el proyecto tiene márgenes de mejora pero que, sin dudas, sienta bases sólidas para la discusión. Las mejoras deben ser el fruto de un debate parlamentario abierto, plural, participativo y profundo, luego de que legisladoras y legisladores escuchen a los distintos sectores involucrados y analicen la evidencia y argumentos disponibles.
¿Por qué la Argentina necesita un Sistema Integral de Cuidados?
En un contexto de fuerte crisis económica mucha gente puede preguntarse por qué sería prioritario avanzar con una ley de cuidados cuando el foco debería estar puesto en ocuparse de temas centrales como bajar la inflación, recuperar el nivel adquisitivo de las familias, bajar los altos niveles de informalidad o incrementar las reservas del Banco Central.
La discusión en torno a los cuidados es, en esencia, una cuestión económica crucial ya que se trata de una oportunidad para redistribuir la riqueza, generar empleos de calidad, impulsar el crecimiento económico y reducir los niveles de pobreza. En este sentido, los cuidados no sólo son una cuestión de justicia social y equidad de género, sino que también tienen un impacto directo en la economía y en la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.
Se calcula que invertir en servicios de cuidado, como por ejemplo, los jardines de infantes o los servicios de larga estadía para personas mayores, y que se cubra para 2030 el déficit de los cuidados en cantidad y calidad generaría casi 2 millones de puestos de trabajo formales.
Hoy 1 de cada 2 mujeres no tiene empleo ni lo busca. Hablamos de millones de mujeres que, por la imposibilidad de conciliar la vida familiar y laboral no pueden trabajar de forma remunerada. Como la calidad del empleo y los ingresos posibles para muchas de estas mujeres son bajos, ante las dificultades para resolver cómo articular responsabilidades familiares y laborales muchas veces encuentran que la única forma es dedicarse exclusivamente al cuidado. Si existieran servicios que cubran la demanda de cuidados existente, el porcentaje de mujeres que podrían insertarse en el mercado laboral crecería. El impacto podría ser enorme: la Organización Internacional del Trabajo señala que, si las mujeres tuvieran la misma participación que los varones en la economía a nivel regional, podría haber un aumento del 34% en el PIB de América Latina.
Menos mujeres en el mercado laboral significa también menos ingresos en los hogares y más pobreza tanto para esas mujeres como para niñas, niños y adolescentes. Hoy en día 6 de cada 10 personas con menores ingresos, son mujeres. Esta situación se vuelve más urgente cuando hablamos de los hogares monomarentales, que representan casi 1 de cada 4 hogares del país y donde el nivel de pobreza llega al 59%, superando el promedio del resto de los hogares.
Por esa razón, los cuidados se han convertido en el eje central de la próxima gran conquista para avanzar hacia una sociedad más igualitaria. Ya no podemos seguir ignorando la importancia de los cuidados y cómo estos afectan tanto a la vida de millones de mujeres como al tejido productivo de nuestro país. No solo es una cuestión de género y de derechos, sino también un factor clave para el desarrollo sostenible del país.
En momentos de crisis, es importante dejar de repetir viejas recetas, reevaluar cuáles son nuestras prioridades y apostar por salidas novedosas y verdaderamente inclusivas.