Salud

Las enfermedades infecciosas rebrotan en silencio, pero imparables

Cristina Armunia Berges

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Dos meses y medio después de que Gran Bretaña detectara su primer caso de viruela del mono, la Organización Mundial de la Salud ha declarado el brote como emergencia internacional. Supone “un riesgo para la salud pública de los países por la propagación internacional”. En estas semanas, se han comprobado 16.500 casos en 74 países. Desde que se detectó la enfermedad en 1970 se habían constatado infecciones en 11 estados de África. El virus ejemplifica el rearme de las enfermedades infecciosas.

¿Cómo sería un mundo sin antibióticos? ¿De qué manera podría afrontar una misma generación el azote de una segunda pandemia? ¿Por qué enfermedades que se consideraban erradicadas reaparecen? ¿A qué se debe el repunte que se vive hoy en día de las infecciones por transmisión sexual?

Si nada lo impide, dentro de 30 años las enfermedades infecciosas serán la primera causa de muerte por enfermedad, según un estudio reciente realizado por la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). Los expertos que han elaborado el informe piden que se reduzca drásticamente el consumo de antibióticos y un cambio de estrategia que se base en la anticipación y no en la reacción. La semana pasada, el Gobierno dio luz verde a un real decreto de especialidades en Ciencias de la Salud, paralizado varios años, que servirá precisamente para crear a especialidad en enfermedades infecciosas.

Las superbacterias amenazan a la medicina moderna. Sin antibióticos eficaces no se podrían realizar trasplantes o tratamientos de quimioterapia, y que esta situación se produzca en los próximos años es perfectamente posible. “Esto ya sucede en este momento, aunque en una proporción muy limitada”, reconoce el doctor José Miguel Cisneros, coordinador del estudio presentado por la SEIMC.

Cisneros, jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, añade que “estamos en el momento de la historia en el que más antibióticos tenemos, pero en el que ya existen bacterias que son resistentes a todos ellos”, explica. Aunque dichas bacterias provocan infecciones comunes, cuando las causantes son superresistentes la situación se vuelve muy complicada y “la mortalidad se multiplica”.

Con la vista puesta en 2050, que es el año que el informe de la SEIMC trata de imaginar, se podría llegar a una época similar a la preantibiótica. “Una época en la que una persona moría con una neumonía estando sana. Con 20, 30 o 40 años. Regresaríamos a una época con una mortalidad extraordinaria por infecciones comunes y nos quedaríamos sin los grandes avances de la medicina”, alerta.

Las muertes por superbacterias ya superan a las del sida o la malaria, según un estudio publicado en enero por The Lancet, y esto irá a más. “La estimación de que en 2050 morirán más personas por infecciones causadas por bacterias multirresistentes que de cáncer es una predicción realista”, confirma Cisneros.

Reducir el consumo de antibióticos

Reducir el consumo de antibióticos es primordial, recuerda el especialista, que asegura que en España, “el consumo de antibióticos es de los mayores del mundo” sin ninguna razón aparente. “Nuestro clima no es de frío polar que favorezca a las infecciones, tampoco hay razones genéticas, ni los españoles somos más vulnerables a las infecciones que los suizos, por ejemplo, que tienen una tasa mucho menor, sino que es una cuestión cultural”, zanja el doctor, que también habla de cómo los especialistas manejan la incertidumbre. “Cuando la incertidumbre no se maneja bien, la respuesta natural es pues prescribo un antibiótico y me cubro. Esta es una de las razones que están detrás de este consumo extraordinario en nuestro país”. Instaurar la especialidad en infecciosas en España sería un paso esencial para aumentar el número de especialistas formados en esta área de la medicina y para reducir el consumo de este tipo de medicamentos, señala.

No automedicarse, no recomendar a amigos o familiares que tomen antibióticos por su cuenta y la formación continua para los médicos son algunas de las claves para que este avance de la medicina siga acabando con las bacterias.

Un aviso en forma de pandemia

A la amenaza de las superbacterias se suma la posible irrupción de enfermedades que se consideraban olvidadas o de nuevos virus de origen animal. La pandemia por SARS-CoV-2 fue una aviso, como también lo ha sido recientemente la aparición de una mutación del virus de la polio en las cloacas de Reino Unido. Esa mutación es una muestra más de lo importante que es la vacunación universal incluso contra virus que se consideran desaparecidos.

La epidemia de la polio en los años 40 y 50 dejó a miles de niños con parálisis en Reino Unido. De aquella época todavía se recuerdan las imágenes de hospitales llenos de niños dentro de pulmones de acero artificiales, que tenían forma de ataúdes, o de jóvenes con prótesis ortopédicas. Hoy la polio no es una amenaza, pero otros virus sí que podrían serlo.

“Los virus, incluyendo el de la viruela, una enfermedad erradicada en el mundo, no han desaparecido. Ha desaparecido la enfermedad, pero no el virus”, distingue Cisneros, que vuelve a poner de relieve la importancia de cambiar la reacción por la anticipación aprovechando los avances en microbiología. “Existe la necesidad de anticiparnos. De estar preparados para los virus que ya conocemos porque pueden tener una reemergencia por un escape casual o por cuestiones de bioterrorismo”.

Para Cisneros, el riesgo de una segunda pandemia sacuda a la misa generación “es mayor que nunca” porque los determinantes en salud han cambiado para “facilitar el salto entre especies” y para recortar “la distancia entre lo salvaje y lo humano”. El aumento de la población, el cambio climático y la globalización ayudarán también a que las infecciones proliferen. “El mercado de Wuhan no es una excepción”. La globalización puede hacer que un virus de una aldea remota pueda llegar a Europa en apenas unas horas.

Luchar contra el estigma de las infecciosas

En las últimas semanas, la viruela del mono ha reavivado el fantasma del estigma hacia las enfermedades infecciosas, y más concretamente hacia las que se transmiten por vía sexual. Sin embargo, aunque los contagios se hayan concentrado en hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres, asumir que el virus solo circula por la vía sexual y entre hombres es erróneo. El virus se contagia cuando entran en contacto piel con piel o mucosa con mucosa.

El brote de viruela del mono sigue sin estar controlado, remarca Cisneros, porque los casos siguen en aumento en todo el mundo. Mientras, las remesas de vacunas siguen llegando a los países afectados. Por su parte, España ha ampliado el grupo que puede recibir la inyección: hasta ahora las dosis eran para quienes ya hubieran estado en contacto con el virus y tuvieran alguna enfermedad grave y ahora Sanidad vacunará a las personas que mantengan “prácticas de alto riesgo”.

España sigue siendo uno de los países más afectados por esta enfermedad y la OMS activó este fin de semana una emergencia internacional por el brote, que supera ya los más 16.000 casos declarados en más de 70 países.

Y todo esto se ha producido en un contexto en el que hay un repunte significativo de infecciones de transmisión sexual. A nivel mundial, apunta el informe de la SEIMC citando datos de la OMS, “cada día más de un millón de personas contraen una ITS y en 2020 hubo 347 millones de nuevas ITS curables” entre clamidiasis, gonococia, sífilis y tricomoniasis.

“En los últimos años estamos viendo un incremento de las ITS que afecta principalmente a un colectivo vulnerable: población joven de hombres que tienen sexo con hombres”, describe la doctora del Centro Sanitario Sandoval Mar Vera García, coautora del capítulo que el informe dedica a las infecciones de transmisión sexual. Este incremento se debe, según la doctora, al “incremento de pacientes que usan drogas recreativas para mantener sesiones prolongadas de sexo” y a la aparición de una nueva herramienta preventiva para evitar la infección por VIH.

“Si no hacemos nada, lo que va a ocurrir es que la tendencia va a seguir en aumento y cada vez tendremos más casos, mayor incidencia y mayor prevalencia”, confirma César Sotomayor, doctor en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, también autor del informe. “La tecnología, los viajes, la accesibilidad” son algunos de los factores que han cambiado la manera de relacionarnos, comenta Sotomayor. Y la tendencia va a continuar.

Las infecciones de transmisión sexual, además, tienen que luchar contra un gran estigma. Sotomayor pide “educar a la población en materia de salud sexual, diversidad u orientación” y que haya profesionales preparados que “puedan ayudarnos” y frenar así el regreso silencioso de las enfermedades infecciosas. 

CAB