Para que haya hepatitis D tiene que haber también una infección por el virus que provoca hepatitis B. La coinfección por ambos virus (VHB y VHD), que en estos momentos afecta al 5% de las personas que tienen hepatitis B, según los datos de la OMS, está considerada la forma más grave de hepatitis vírica crónica por su rápida progresión hacia un cáncer de hígado o hacia un fallecimiento por causas hepáticas. Y está repuntando.
“El virus de la hepatitis delta (VHD) necesita de la envoltura de una parte de la estructura del virus de la hepatitis B (VHB) y, por lo tanto, si no hay infección activa por parte del virus de la hepatitis B, no puede haber una sobreinfección o una coinfección por virus delta”, explica el doctor Federico García, responsable de microbiología en el hospital San Cecilio de Granada, España, y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Si bien es cierto que la hepatitis D no tiene nada de desconocida, ya que golpeó con fuerza en los 80 afectando con una prevalencia del 20% a pacientes que tenían hepatitis B sobre todo debido al consumo de drogas inyectables, vive en estos momentos un inesperado repunte mundial después de considerarse casi erradicada en los 90.
La hepatitis D es la gran olvidada porque hasta ahora no ha habido tratamientos efectivos para ella como sí los ha habido para otras
La hepatitis D es “la gran olvidada”, lamenta el el microbiólogo. “Esta hepatitis está olvidada porque hasta ahora no ha habido tratamientos efectivos para ella como sí que los ha habido para otras hepatitis”, explica el doctor, que considera que “se han centrado más los esfuerzos” contra las hepatitis C y B, que en estos momentos “curan al 95% de los pacientes”.
La infección por VHD, recuerda la OMS, puede prevenirse mediante la vacunación contra la hepatitis B, pero las tasas de éxito terapéutico “son bajas”.
“Para la hepatitis delta, hasta ahora, el único tratamiento que había era uno basado en interferón, con muchos efectos adversos y con muy poca eficacia con respecto a otras”, dice el microbiólogo. Sin embargo, ya existe un nuevo medicamento con mayor eficacia contra la enfermedad. Así lo señalaba también la Sociedad Española de Patología Digestiva a finales de julio tras uno de sus congresos en León.
El interferón “logra suprimir la actividad viral y hepática solo en una minoría de pacientes tratados. Sin embargo, existen nuevos avances farmacológicos con mayor eficacia y tolerancia contra la enfermedad, como es el caso de bulevirtide”. Este medicamento, afirmaba la nota, ya está autorizado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y por la Agencia Americana del Medicamento (FDA).
Urgencia de terapias aprobadas
En España, según confirmado la AEMPS a elDiario.es, este antivírico ya está autorizado, puesto que una vez que lo autoriza la EMA automáticamente queda autorizado en todos los Estados miembros, pero todavía no ha superado el proceso de fijación de precio y es por eso que, hasta el momento, no ha sido comercializado. Para la fijación de precios en nuevos fármacos, explican fuentes de la agencia, se tienen que realizar unos informes de posicionamiento terapéutico, que normalmente tardan en hacerse entre seis y doce meses. La EMA autorizó el antivírico el pasado mes de octubre.
“En cuanto esto suceda, el medicamento estará disponible para su uso en todas las comunidades autónomas”, recuerda el doctor García.
La vacuna contra el virus que causa la hepatitis B es muy eficaz, pero el grado de protección “es insuficiente” en España, señala un informe de la SEIMC, puesto que “la vacunación sistemática de la población no se inició hasta los años 90 y una parte importante de los mayores de 30 años no son inmunes”.
El mismo informe estima que más de 250 millones de personas en el mundo están crónicamente infectadas por el virus que causa la hepatitis B. La hepatitis B se transmite a través de la sangre, la saliva o el semen. “En España, la prevalencia de infección activa actualmente se estima que esté entre el 0,2% y el 0,5%” con una proporción mucho más alta entre migrantes, personas que se inyectan drogas, familiares de portadores y personas con VIH. Esto significa que, en nuestro país, hay entre 90.000 y 200.000 personas infectadas con este virus. “La sobreinfección por el virus que causa hepatitis D se observa en un 4% de los portadores de una infección crónica por VHB”. El mismo documento señala que existe una “variabilidad enorme entre los países” en cuanto a la tasa de sobreinfección, “alcanzando hasta el 70% en Nigeria”.
¿Por qué se produce este repunte a nivel mundial?
Uno de los motivos principales, según García, es que “se está diagnosticando mucho más”. “Como hay tratamientos efectivos, se está trabajando mucho más en diagnosticar a pacientes que están infectados”, señala. El otro motivo tiene que ver con las migraciones. “En España, la gran mayoría de casos que se diagnostican son casos importados”, confirma. Desde que se redujo el uso de drogas por vía parenteral en los 80, “prácticamente los casos de hepatitis delta nuevos son muy limitados”.
Diagnosticar a todos los pacientes que están infectados, conseguir tratarlos y curarlos es el principal camino para evitar su transmisión y volver a erradicarla. Según un informe de la SEIMC sobre el futuro de las enfermedades infecciosas y su presencia en el año 2050, si se implementan medidas concretas como son los cribados, las vacunas y los tratamientos, es muy posible que las hepatitis del tipo A, B y C, y por tanto la D, desaparezcan en España.
Las hepatitis que se producen por virus emergentes, sin embargo, son las que más preocupan. “Estamos viendo cada vez más nuevos agentes que nunca se han diagnosticado o que no se han relacionado con hepatitis y que al final son los responsables de estos cuadros de hepatitis virales”, añade García. “Recientemente en España se han descrito los tres primeros casos de hepatitis por un nuevo virus que se llama Orthohepevirus C y esto es un ejemplo de lo que puede suceder, sobre todo, de virus zoonóticos. Virus que infectan a los animales y se adaptan al ser humano”, concluye.
No obstante, el surgimiento de nuevos virus no tiene nada que ver con los casos de hepatitis infantiles, que recientemente se han cobrado dos vidas en España. “La hipótesis de que se trate de una zoonosis o de un nuevo virus está descartada. Hay otras hipótesis, como puede ser el papel del SARS-CoV-2, el papel del adenovirus F41, o el papel de otros virus adenoasociados”, concluye el experto.
CAB