Las personas que creen que se engripan por no abrigarse en invierno son las mismas que, según dicen, se sienten más enamoradas porque “llegó la primavera”. Sin embargo, cada vez más expertos sostienen que ni el amor, ni sobre todo la gripe, se multiplican con las estaciones.
“No salgas con el pelo mojado porque hace frío y te vas a enfermar”. “Llevate una campera porque a la noche refresca y después te engripás”. “No andés descalzo, el piso está frío y te vas a resfriar”. Así son nuestras madres, que escuchaban a sus madres, y así sucesivamente.
La bióloga Florencia Molinas, que estudió en Argentina y ahora vive en Francia, hace cinco años que trabaja en el complejo mundo de las vacunas y sin embargo, pocas veces en su carrera estuvo tan expuesta a la crítica como cuando tuiteó que el frío no enfermaba. Claro: ¿cómo se atrevía a rechazar tantos años de consejos saludables de abuelas y madres y atentar contra vendedores de bufandas y guantes y campañas invernales de aspirinas y tés milagrosos?
“El frío por sí solo no enferma. Si bien hay virus, como el de la gripe, que tienen picos durante el invierno”, reconoce Molinas: “Hay otros –que producen resfríos, como el rinovirus– que tienen picos en primavera o en otoño”.
Una hipótesis: si uno se encuentra ahora en la Antártida, tratando de conseguir empleo –ahora que los rusos encontraron petróleo– y con el entusiasmo no se llevó bufanda, campera ni aspirinas, tendría frío y hasta quizás hipotermia, pero si no hay nadie allí junto a usted, algo es seguro: no se va a engripar.
Imagínese ahora, en una oficina calentita y cerrada, con un compañero estornudando. Ahí sí la posibilidad de contagio se dispara. Conclusión, ni el invierno ni el frío tienen que ver con el contagio. Molinas lo dice clarito: “Si no hay nadie que te lo contagie –y esa es la clave de esta discusión– no te vas a enfermar con estos virus que se asocian al frío”.
Cada invierno, Ernesto Resnik –biólogo molecular y biotecnólogo argentino que vive en Minnesota, Estados Unidos– discute con su mujer, que es médica, sobre este mismo tema.
“Cuando mi esposa le dice a los chicos que no salgan con el pelo mojado –cuenta el científico– yo le contesto: ‘¿Cómo el pelo mojado les va a traer enfermedades?. Por tener frío no se te acercan más virus o bacterias’”.
Resnik, que durante la pandemia de Covid 19 tuvo un podcast donde explicaba con mucha claridad los detalles del virus y de las vacunas, aprovecha un dato de esa época de cuarentena y barbijos para apoyar la idea de que el frío no enferma. “Como no compartíamos transporte ni lugares cerrados, las otras enfermedades no circularon. Las estadísticas indican que los casos de gripe bajaron a cero”, dice Resnik y aclara: “Esto pasó tanto en invierno como en verano”.
Según los datos del boletín epidemiológico nacional, efectivamente los casos de gripe (influenza) se redujeron de más de 900 mil a 326 mil de gripe (influenza) durante los años de la pandemia.
Durante esos años –sobre todo al principio cuando todos estábamos asustados por los videos trágicos que veíamos de Europa– a nadie se le ocurrió pensar que podría contagiarse COVID por andar descalzo en su casa. La gente más bien se contagiaba por estar en un cumpleaños de 15 encerrados con un invitado con coronavirus.
El frío no enferma, pero favorece las infecciones
Hasta acá, entonces, quedó claro que el virus de la influenza es una condición sine qua non para tener gripe y que en invierno nos enfermamos más porque, por el frío, la ventilación de los lugares disminuye y los microorganismos se concentran en el aire.
Sin embargo, hay algunos puntos de encuentro entre los especialistas en microorganismos y los que piensan que abrigarse cuando hace frío es un método de profilaxis. Con las bajas temperaturas las mucosas se secan y presentan menos resistencia física para el ingreso de microorganismos. En palabras de Ernesto Resnik: “La sequedad en la mucosa es como tener un tajito en un dedo y los microorganismos pueden pasar más fácilmente al torrente sanguíneo e infectarnos”.
La bióloga Molinas agrega otro dato al respecto: “Algunos estudios demostraron que frente al frío nuestro cuerpo secreta menos moléculas a las mucosas, que son importantes para el sistema inmune” Es decir que en este aspecto, entonces el frío nos está jugando en contra.
Hay algo más, quizás el mejor argumento de los defensores de no salir con el pelo mojado. Nosotros nos ponemos al tope de la cadena alimenticia y sin embargo, todo el tiempo hay organismos que intentan comernos. No nos damos cuenta, pero contamos con un ejército interno que nos defiende cuando alguna bacteria o virus –como el de la gripe- pasa todas las barreras y se mete en nuestro cuerpo. Se trata del sistema inmune que genera anticuerpos, unas células que atacan a lo que ingresa a nuestro organismo. Este ejército inmunológico también tiene su talón de Aquiles. En condiciones de estrés funciona peor y también es dependiente de la temperatura ambiental. “Cuando tenemos frío nuestro cuerpo tiene que gastar energía en mantener el calor interno”, dice el virólogo y exrector de la Universidad de Quilmes, Mario Lozano. “Nos quedamos sin la suficiente energía para sostener el funcionamiento correcto del sistema inmune y empieza a funcionar mal y entonces los microorganismos que ingresan en nuestro cuerpo tienen más chances de ganarnos alguna batalla”.
En conclusión, el frío por sí solo no nos enfermará, sin embargo genera las condiciones favorables para los virus. Algo de crédito, al fin de cuentas, tenemos que darles a nuestras madres que tanto se preocuparon por nosotros.
NG/MG