La sala está llena y las luces, apagadas. Javier Milei aparece desde el fondo del teatro. Cuero, total black, el estuche de los lentes en la mano. Es una ola negra que intenta avanzar por el pasillo. Curioso: sus ¿siete? custodios despejaron el camino. Pidieron que nos quedemos sentados y corrieron, incluso, a algunos espectadores para ajustar la seguridad en la sala. Pero a Milei le cuesta llegar. Tiene delante apenas un puñado de gente e igual empuja, empuja. No hay aplausos ni gritos. No hay euforia. Sólo se oye el tema de La Renga, que aunque La Renga no quiera… Desde acá, a menos de un metro, parece que Milei hace un esfuerzo descomunal, como si se enfrentara a un malón. Después veré que es una ilusión óptica que sólo funciona en redes sociales.
Plano corto, apretón de manos y algún besito, y la mirada al frente, embistiendo. El cuerpo tenso, derecho al escenario. Allí lo espera Santiago Oría, abogado, cineasta, publicista de Javier Milei, precandidato a Presidente liberal libertario. Oría dirigió Pandenomics, un ensayo documental sobre “la cuarentena más larga del mundo”, posiblemente una película de culto en dos décadas. Hay que decirlo: Oría filmó el parto del movimiento libertario en la Argentina. Luego devino en publicista personal de Milei. En la noche de lunes estrenó su primer largometraje: Javier Milei, la revolución liberal.
Estamos a punto de ver una película de una-hora-cincuenta-y-tres-minutos sobre la campaña de 2021 en la que Milei obtuvo el 17% de los votos y ganó una banca como diputado nacional en representación de la Ciudad. Una epopeya. El film combina imágenes caseras tomadas con teléfonos celulares, cortes de entrevistas en televisión, algunos videos descargados de Youtube con la marca de agua y entrevistas mano a mano con Milei y su entorno inmediato. Esas conversaciones se dan en un lugar montado, que podría ser un búnker o un sótano, con una iluminación que pretende ser de escondite y con las paredes intervenidas con fotos. Atención: hay una foto de Pugliese al lado de una de Rocky que está, a su vez, al lado de una foto de William Wallace, el personaje de Mel Gibson en Corazón Valiente. Si el kirchnerismo tuvo su propio relato, el Relato K, bueno: este es el Relato M.
Filas 10 y 11: VIP
Milei bajó del escenario del teatro Gran Rivadavia. Karina, El Jefe (así, todo en mayúsculas), ya lo sentó en la fila reservada para los candidatos y el equipo de campaña, que son las 10 y 11. Kikuchi, armador, ocupa la segunda butaca al lado del pasillo: podría huir en cualquier momento. Victoria Villarruel, precandidata a vicepresidenta, también está ubicada. A ella la recibieron con aplausos solemnes, como si entrara una virgen o una madre del dolor. Ramiro Marra, candidato a jefe de Gobierno porteño, fue el único que arengó la entrada. La gente le responde, Marra tiene espíritu joven y el corazón duro. Mira fijo, por si hiciera falta. La legisladora Rebeca Fleitas no fue con el montón. Se sentó a un costado: “Estoy cómoda acá”, le dijo a uno que la invitó a las filas vip. Para ella era la víspera de un día movido. Tenía que ir a Comodoro Py a declarar por la presunta venta de candidaturas dentro de La Libertad Avanza. Diana Mondino, cabeza de lista de diputados, entró como flotando, sin hacer ruido, un fantasma. Alguien gritó “¡Diana!” desde el pullman y recién ahí la vimos.
Ahora sí: play.
Un documental con un único punto de vista
Lo adelantó Oría y lo reafirmó Milei: veremos escenas de persecución y censura, de austeridad y resiliencia, de coraje, de resistencia, de euforia, de sorpresa, de... Y esto que sigue no lo dijeron. También escucharemos testimonios paranoides y testimonios sobre hechos incomprobables: hackers, infiltrados, valijas con dinero, traiciones.
Javier Milei, la revolución liberal sigue una línea de tiempo que arranca el 12 de marzo de 2020, con la cadena nacional en la que el Presidente Alberto Fernández anuncia el aislamiento social, preventivo y obligatorio, ASPO. La película termina en el Luna Park, la noche del 14 de noviembre de 2021, con Milei y los suyos festejando una muy buena, sin ironías, elección. El director obvió que esa noche uno de los custodios de Javier Milei cruzó la mitad del escenario y amenazó con sacar un arma frente a la militancia. A elDiarioAR le dijo que “no le pareció relevante a la esencia de la historia”.
Es que la esencia de la historia es el punto de vista unidireccional de un publicista que milita en el espacio del candidato que protagoniza su película. Es un punto de vista descompensado pero honesto. A modo de ejemplo, una “escena”. Milei es entrevistado en la redacción de Clarín por los periodistas Natasha Niebieskikwiat y Gonzalo Sánchez. Les da una primicia: si gana la banca, sorteará el sueldo. Dicho y hecho, en la imagen que sigue, Milei llama por teléfono a un tal Jonathan y le avisa que ganó poco más de 300 mil pesos. Lo que no dice la película de Oría es que Javier Milei no ha presentado ningún proyecto propio en los casi dos años que lleva como diputado nacional, aunque la Cámara considere que quienes acompañan con la firma también son autores.
Sobre este punto, acaso lo más valioso del largo de Oría es el testimonio de Karina Milei, la hermana del precandidato, a la que él llama El Jefe y quien se niega a dar entrevistas. Dice Karina en la película que haber ganado la banca en Diputados “representaba la oportunidad de tener un micrófono dentro del Congreso”. Pero el film no cuenta que en su primer año completo como diputado, Milei tuvo buena asistencia en las sesiones (dio el presente en 14 de 16 que se hicieron en 2022), pero estuvo ausente en la mitad de las votaciones: faltó a 39 de 79 votaciones, según los registros de la Cámara de Diputados. ¿Entonces para qué quieren el micrófono?
¿Por qué obviaste estos datos en la película?, le pregunté a Oría y la pregunta le molestó. Voy a transcribir la parte que sirve de la respuesta porque la otra lo dejaría muy mal parado: “Los liberales no creemos en la hiperactividad legislativa, no es presentar proyectos por presentar, pasa que a él le van a votar todo en contra”, respondió. Fue Carolina Barros quien presentó a Oría y Milei. Barros es directora de Relaciones Internacionales, Asuntos Públicos e Imagen Corporativa de Corporación América, el holding de Eduardo Eurnekian. Y es, además, la madre de uno de los mejores amigos del director. ¿Qué es Barros de Milei? Quizás haya sido el puente para que Milei se instale en la televisión.
Abucheos y silbidos; ovaciones y aplausos, ¿y para Maslatón?
La diputada Victoria Villarruel, compañera de fórmula de Milei para las próximas presidenciales, es abogada egresada de la Universidad de Buenos Aires. Hija de un teniente coronel que combatió en Malvinas, insiste con la cantinela de la “teoría de los dos demonios” con la que justifica la última Dictadura Cívico Militar y exculpa a los militares que participaron. En 2003, Villarruel fundó el Centro de Estudios Legales sobre Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv). Pero en la película Javier Milei, la revolución liberal no presentan a Villarruel ni como abogada ni como diputada ni como precandidata a vicepresidenta, sino como “activista en derechos humanos”.
Agustín Laje, el politólogo cordobés que llenó la sala de mayor capacidad en la última Feria del Libro, también da testimonio en la película. A él lo presentan como “intelectual de derecha”. Lo aplaudieron. Aplausos también para el economista Alberto Banegas Lynch, el “prócer” de La Libertad Avanza, cuya definición de liberal-libertarianismo se recita como si fuese el primer párrafo del prólogo de la Constitución Nacional. Ovación para Karina Milei. Todos quisiéramos tener una hermana como ella, una mujer que debe ver virtudes hasta en los defectos.
Abucheos para: Horacio Rodríguez Larreta -rostro recurrente a lo largo de la película, con alusiones obvias a la “cabeza de Geniol-, para el ”traidor“ Ricardo López Murphy, para Leandro Santoro, para Franco Rinaldi, para Cristina Fernández de Kirchner, para Alberto, para una foto random de militantes de La Cámpora. Patricia Bullrich aparece poco. Abucheo, silbidos e insultos para una ex aliada: Viviana Canosa. La conductora de televisión ahora está del otro lado. ”Es más barato que instales algo en Twitter y lo levante la tele de la tarde, que un periodista hable de lo que vos querés“, dice con un desparpajo hecho para el bife Agustín Romo, presentado como ”militante digital“. Es cierto, Milei tiene muchísima potencia en redes sociales. ¿Pero esa potencia se convierte en votos en un país donde la política sigue siendo territorial y por ende, analógica?
Cuando la cortina musical haya pasado por todos los acordes de la épica, aparecerá en pantalla Carlos Maslatón. Maslatón fundó el partido y se corrió del espacio cuando Milei convocó a Carlos Kikuchi y Sebastián Pareja como armadores. Aparece al final, cuando Milei viene de sacar 13% en las PASO y llena por segunda vez el Parque Lezama. Maslatón tiene puesta una gorra con la inscripción “Partido Libertario”, una remera con el logo de La Libertad Avanza y una barbijo amarillo estampado con la serpiente de Gadsden. Está detrás del atril anunciando la presencia de Milei: “Lo quieren bajar y no pueden”, grita Maslatón. Su presencia, gigante, no genera ningún rechazo entre el público. En la sala se instala, en cambio, un silencio respetuoso.
La película no estará disponible en salas de cine pero habilitarán, quizás, una versión online para verla de manera gratuita. El film fue financiado con donaciones privadas y el trabajo voluntario de los militantes. No tiene como objetivo generar ganancia. Oría, el director, quiere que la película sea una inspiración “de acá a las PASO”. El deseo del protagonista, en cambio, es concreto: Milei quiere la banda presidencial.
VDM/NB